En el conflicto de los Ferrocarriles de Vía Estrecha, como se llamaban antiguamente, han pagado justos por pecadores, como de costumbre.

Es el caso de Isabel Pardo de Vera que no tiene adscripción política pero sí alto nivel técnico y que pasaba por allí en el peor momento para ella. No me extraña que su salida haya causado malestar en sus interlocutores habituales tanto en el nivel regional -es una gallega militante, como casi todos los de esa parte de España- como empresarial.

La razón la tenían tanto Miguel Ángel Revilla como Adrián Barbón: había que cortar cabezas cuanto antes porque las elecciones se acercaban y el fiasco de los trenes de Via Estrecha podía dejar para el arrastre las aspiraciones de uno y de otro. 

Revilla gobierna en minoría con el PSOE y Barbón es militante socialista desde juventud. Con lo cual el riesgo que se corría con unas elecciones a las puertas era obligado hacer lo que en el seno del Gobierno no puede hacer Pedro Sánchez: destituir a por lo menos dos “responsables” de uno y otro sector.

Y le ha tocado a Isabel Pardo de Vera que sabe de infraestructuras infinitamente más que su ministra, que no sabe nada del sector que le ha tocado gestionar porque proviene de la alcaldía de Gavá y lo ignora todo sobre este departamento.

Pardo de Vera era la auténtica ministra del ramo, incluido José Luis Ábalos, que fue quien la propuso para el cargo de presidenta de Adif. Luego la ministra actual la nombró secretaria de Estado del ministerio, nombramiento muy adecuado porque era la que sabía de infraestructuras.

La salida de Pardo de Vera no era exactamente lo que buscaban ambos dirigentes regionales, que valoraban su papel en el desbloqueo de la llegada de la alta velocidad a Asturias, finalmente frustrada. En sectores del PNV también se encuentran molestos con su destitución, porque ella era la responsable del desbloqueo del AVE vasco.

El problema para Pedro Sánchez era otro muy distinto: que ya empezaban a perderse votantes a chorros en ambas comunidades

Pero Pedro Sánchez no hubiera aceptado la dimisión de la ministra precisamente porque todo lo relativo a los trenes de vía estrecha le llega a la ministra empaquetado tal y como está ahora: hasta el día de ayer nadie había asumido responsabilidades ni había explicado la auténtica causa que ha tenido bloqueado durante dos años el diseño de los vagones por valor de casi 200 millones de euros, destinados a rejuvenecer una flota demasiado antigua que sufre constantes averías . 

Y el problema, ya se ha dicho estos días mil veces, era que no se habían medido los gálibos de los túneles que recorren una orografía montañosa y que están hechos a comienzos del siglo XX.

La única explicación verosímil es la de que hay túneles en los que sería muy difícil evacuar a las personas porque no existe apenas espacio para ello. Pero para eso está el llamado “método comparativo” que consiste en tomar como medida los vagones que están ahora mismo en activo y hacer unos vagones con su misma dimensión.

El problema para Pedro Sánchez era otro muy distinto: que ya empezaban a perderse votantes a chorros en ambas comunidades. Y eso era mucho más de lo que Sánchez podía permitirse.     

Solución: destituir -ahora se llama dimitir- a los dos principales responsables del entramado de las vías férreas. El caso de Isaias Táboas es más fácil de reconducir porque es militante del PSC muy próximo a Miquel Iceta y a Salvador Illa y algo se le encontrará pronto pero Isabel Pardo de Vera es una técnica independiente que estuvo en Adif, aunque con perfil más bajo, con Ana Pastor cuando era ministra de Fomento y que es funcionaria de la empresa responsable de los tendidos eléctricos y de la red ferroviaria.

Ella es la mayor pagana de un error que no solamente pagan los dos responsables del trazado de las vías y del error que lleva dos años dando tumbos de un lado para el otro sino que los que pagamos los platos rotos somos todos los demás.

Porque ¿de dónde creen ustedes que van a salir el importe de todos los billetes que los usuarios compren de aquí a 2026, y de ahí en adelante si el problema de los trenes no se soluciona? De nuestro bolsillo. Precisamente. 

Así, con nuestro dinero se resuelve un problema que si no fuera porque hay elecciones y Pedro Sánchez necesita ganar en las comunidades donde ya gobiernan, dormiría en un cajón hasta que alguien lo desempolvara dentro de mucho, mucho, tiempo.