Al PP quizá le falta gente, pero desde luego le sobran dioses que vengan en carroza o en paracaídas, desde las torres de la católica España o desde nuevas iglesias de pladur, a ayudarle con el personal de Madrid o de donde sea, como los ángeles con aperos y tartera que ayudaban a San Isidro. Eso de empezar a recurrir al Cielo, a las vírgenes de las sequías, a los santos con oveja o perejilillo, a los cristos de coronel o a los cristos de feriante, a uno le parece no ya una superstición y un arcaísmo, sino sobre todo un signo de desconfianza. Se diría que Feijóo no descarta ninguna ayuda sobrenatural, del rosario a la santería, para que no le cambien las encuestas. Ahora, una líder evangélica de Madrid, que intermedia con soplidos y desmayos, como Carlos Jesús, reza por sus candidatos no sé si con coro o con guitarra eléctrica, a lo Rosetta Tharpe. Si Ayuso y Almeida ya parecían escolares con escudo en la solapa y gladiolo de cartulina delante de la Virgen de la Almudena, ahora parecen un poco candidatos de Wisconsin, con Dios en la chapita y en el pavo y biblia remachada de balas.

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