Un día me propuse hacer un viaje a Italia al año y, si me quedaba sin ideas o si era resultado de una escapada para respirar, la opción era siempre Roma. Roma no es sólo una ciudad que se visita, pero también se pasea, sino que Roma es por donde ha pasado toda la civilización a la que pertenezco.

Senadores, triunviratos, emperadores, fundadores y propagandistas del cristianismo. Generales con elefantes, cardenales, papas, reyes y más emperadores. Saqueos, resistencias heroicas, pintores arquitectos, escultores o todo en una misma persona. Durante siglos, si querías dejar legado, tenías que dejarlo en Roma. Pasear por esa ciudad hace que uno sienta…  bueno, no puedo hablar por todo el mundo, por lo tanto, lo que sí puedo decir es que hace que yo sienta ese peso.

El caso es que, no lejos de la plaza Venezia, si cogen la vía delle Boteghe Oscure, llegarán al llamado Largo di Torre Argentina. Pertenece al antiguo Campo de Marte y es donde se ubicaban el Teatro de Pompeyo (que contenía la Curia) y una serie de templos. 

Hace no mucho se descubrió que fue en la Curia donde Julio César fue asesinado en el 44 AdC, así que podríamos maldecir aquí a Joseph L. Mankiewicz quien, en su película de 1952, nos hizo creer que fue en las escalinatas de la Curia Julia, que se encuentra en el Foro pero, en realidad, el lugar real, insisto, se descubrió hace poco más de 10 años.

¿Por qué Bruto se levantó contra su padre hasta matarlo? La respuesta que se da a sí mismo es 'no es porque amara menos a César, sino que amaba más a Roma' y algo de eso vi en el argumento de Pedro Sánchez

El Largo de Villa Argentina (hasta ahora un hogar para gatos) se abre a las visitas y me enteré de esta noticia el martes, un día más tarde de que Pedro Sánchez fuera entrevistado por Carlos Alsina en Onda Cero. Coincidencia o conspiración (siempre coincidencia), me di cuenta de que sus argumentos eran similares al discurso de Marco Antonio ante el cuerpo apuñalado de César en la obra de Shakespeare y que llevo Mankiewicz al cine, como he contado arriba.

Marco Antonio, ante el cuerpo inerte y ensangrentado de César, se hace una pregunta: ¿por qué Bruto se levantó contra su padre hasta matarlo? La respuesta que se da a sí mismo es “no es porque amara menos a César, sino que amaba más a Roma” y algo de eso vi en el argumento de Pedro Sánchez.

El Presidente del Gobierno afirmó que todos los cambios en sus compromisos, como pudieran ser los indultos, la rebaja de la malversación o la eliminación de la sedición, no fueron por contentar a los independentistas, sino porque deseaba aún más traer paz a España.

El caso es que esas promesas fueron reales, las hemos escuchado miles de veces en redes sociales y en los telediarios, pero luego, cumplir o no, entiendo que depende del carácter del que promete y, si no, uno siempre puede escudarse en un cambio de escenario que obliga a cambiar la perspectiva.

Es decir: “lo que había cuando prometí, no es lo que me encontré cuando tuve que enfrentarme a la promesa” y, como diría Marco Antonio en ese mismo discurso, “… pero Bruto es un hombre honorable”.

Habló Pedro Sánchez de que cuando llegó al poder se quemaban contenedores en Barcelona y que, por tanto, esos cambios de rumbo eran necesarios, pero es que ya se quemaban cuando hacía esas promesas y cuando apoyó el 155. Así que esto no deja de ser una racionalización a posteriori en su argumento de las cesiones ante el independentismo, “… pero Bruto es un hombre honorable”.

También pasó con la Ley del Sólo Sí es Sí, que era una ley fantástica, de vanguardia, una ley a imitar. Tan buena era la ley que sólo necesitaba un tiempo de ajuste y la jurisprudencia y el Supremo harían lo que faltaba para hacerla imbatible.

Pero esa ley llevaba adheridos dos problemas: el primero que se basaba en un discurso de rechazo a los hombres; el segundo que era una ley mala. Una ley pésima que ha reducido más de 1.100 penas a agresores y para la que, al final, el Supremo ha dictaminado que la aplicación de las reducciones es consecuente con las directrices de la ley.

Ambas cuestiones le han traído consecuencias indeseadas… más allá de las jurídicas (como si con esas no fuera suficiente): ha enfrentado a su gobierno con el feminismo igualitario, tradicional si lo desean (unan a eso la ley Trans) y ha hecho huir el voto masculino entre los 40 y 55 años, lo que implica hoy casi 800.000 votos, más otro segmento de mujeres que no se ve identificado en el feminismo que ha tenido el Consejo de Ministros hasta la fecha.

Pero hay elecciones y todo cambia, hasta tal punto que Irene Montero se ha convertido en la imagen de todo lo que no se quiere en adelante en el PSOE: no se quiere feminismo radical y no se quiere que un Ministerio que era más de banderola y pancarta, se cuele en campaña como responsable de uno de los mayores fracasos de una legislatura.

A lo mejor el nuevo feminismo dura hasta que haya un nuevo gobierno sea suyo o no… porque Bruto es un hombre honorable.