El planteamiento del PSOE a dos días de las elecciones es que podría llegar a ganar al bloque de las derechas o incluso bloquear una investidura de Alberto Núñez Feijóo si se diera el caso y contaran con los escaños suficientes para hacerlo. Pero eso es un suicidio que mataría el proceso democrático, o lo dejaría agonizante. Eso no puede ser, no debe ser en ningún caso.

Más parece que se trata de un deseo manejado ahora, en el último momento, como consuelo ante lo que puede ser una derrota, no sin paliativos, pero sí lo bastante contundente como para que quepan pegados a ella y acurrucados este tipo de pensamientos que en nada favorece a un proceso democrático limpio, que es a lo que nos debemos los españoles.

Más parece que los sondeos del PSOE le dan una subida en escaños suficiente como para soñar en la famosa “remontada” a la que el presidente del Gobierno últimamente se está aferrando como un náufrago a esa madera abandonada no se sabe por quién ni por qué en mitad del mar. Si acumula tal subida de escaños -esperemos que esos sondeos no se los haga José Félix Tezanos- como para intentar gobernar, adelante, admitiremos su victoria aunque sea a los puntos. 

Pero de ninguna manera podríamos tolerar que se bloqueara una investidura porque la suma de escaños no fuera suficiente para garantizarla. En ese caso lo adecuado, lo prudente, sería promover la abstención de determinados partidos que estuvieran lejos de la órbita del PSOE  de manera que eso no alterara la cohesión profunda del partido socialista de ahora, del llamado sanchismo, cosa que muy pocos, aunque algunos sí, desde aquí desean.

La gymkana de medios que está haciendo Pedro Sánchez en estos últimos días evidencia una angustia por tapar los huecos que se le van abriendo

La gymkana de medios que está haciendo Pedro Sánchez en estos últimos días evidencia una angustia por tapar los huecos que se le van abriendo porque es evidente que se ha echado la campaña a la espalda, lo cual en este caso es lo verdaderamente responsable.

Lo de esta mañana, cuando ha sustituido a Susanna Griso por Silvia Intxaurrondo y Marc Sala podría interpretarse como su deseo de cerrar en una televisión pública sus comparecencias en los medios, pero resulta que por la tarde va a acudir a ver a Julia Otero que desempeña su labor en una radio privada, con lo cual el argumento ya no nos vale. 

Esperemos que los dos colegas de profesión le pregunten por la implantación de peajes en las autopistas, implantación desmentida a coro por una parte muy importante del Gobierno, incluida su ministra de Transportes, Raquel Sánchez y el nuevo conde duque de Olivares venido a menos, Félix Bolaños, que se ha convertido en perejil de todas las salsas pero con mucho menos mordiente que antaño.

Porque ese sí que fue un desmentido en toda regla y ahora mismo constituye una baza final para el PP en la que puede demostrar que el presidente del Gobierno miente con toda su cara y le miente a la cara a todos los españoles. Basta con reproducir el corte del debate  cara a cara para comprender hasta qué punto Pedro Sánchez nos ha mentido en esto como en tantísimas otras cosas. 

Por eso tiene poco sentido la euforia del PSOE en este último tramo de la campaña. Porque al presidente del  Gobierno le quedan aún un par de días y porque ahí habrá ocasión de constatar hasta qué punto ha faltado a la verdad en multitud de ocasiones.  Y esta es la última aunque podría no ser la últimísima. Los ingleses afinan mucho más cuando precisan “last but not least”. 

Sea como sea, hasta aquí hemos llegado. Aquí se despide el duelo. Que sea lo que dios quiera y que reparta suerte, que la vamos a necesitar.