A menos que haya gato encerrado en la propuesta de Pedro Sánchez, Alberto Núñez Feijóo debe pactar como sea la renovación del CGPJ porque ya lleva cinco años, cinco, con el mandato prorrogado y de otro modo serían 10 los años que un órgano constitucional estaría sin renovarse.

Y eso, por mucho que su interlocutor sea un embustero redomado, no sería de recibo. Tiene que cogerla al vuelo Núñez Feijóo sea como sea. Y no es probable que el presidente del Gobierno, que bastante tiene con lo que tiene, quiera o intente engañar ahora al líder de la oposición en este caso concreto.

La fórmula esgrimida por los populares es buena: nos repartimos los vocales al 50% siempre que vosotros aceptéis que en el futuro los jueces se elegirán entre ellos sin la intervención del Congreso y del Senado más que ahí donde manda la Constitución, esto es "cuatro por cada Cámara elegidos por 3/5 de sus miembros entre abogados y juristas, todos ellos de reconocida competencia y con más de 15 años de ejercicio de su profesión".

No se puede mantener a un órgano constitucional 10 años sin ser renovado. Este es el momento, si lo que sucede es que Pedro Sánchez no se guarda otro as de la manga

Lo demás está perdido, no se puede mantener a un órgano constitucional 10 años sin ser renovado. Este es el momento, si lo que sucede es que Pedro Sánchez no se guarda otro as de la manga, como cuando estaban a punto de cerrar el acuerdo y Pedro Sánchez se descolgó creo que en avión de regreso a Bruselas con la supresión del delito de sedición que Félix Bolaños le acababa de desmentir -esto era en octubre de 2022- a Esteban González Pons.

Ese fue el momento en que ambos partidos estuvieron más cerca de pactar algo parecido a un acuerdo pero todo se torció con el anuncio del presidente del Gobierno de que en pago al apoyo de ERC a sus Presupuestos él iba a eliminar el delito de sedición.

Ahora es el momento, porque ya están todas las cartas boca arriba y, salvo que nos esperen novedades impensables, no hay nada más que rascar. Bueno sí, las fotos con Carles Puigdemont, para la que habrá que esperar un tiempo porque un presidente no se puede reunir con un prófugo de la Justicia, aunque aquí todo será posible porque las lineas rojas del presidente sencillamente no existen.

Ya les ha dicho a los periodistas en la copa navideña de La Moncloa que se van a hartar de verle con Puigemont, pero se ha cuidado mucho de decir cuándo.

El caso es que o ahora o nunca. El presidente del Gobierno tiene abiertas las suficientes ventanas como para tener un contencioso con la Unión Europea a propósito de la elección de los jueces.

Tendrá que ser como ellos dicen en esta ronda, pero en la siguiente ronda, deberán atender las exigencias de la Comisión de Venecia que habla de que los jueces son inapelables salvo por los propios jueces que tienen un organismo sancionador en el propio CGPJ.

El PP tiene ahora la oportunidad de sacarse de encima esa losa que no hace más que lastrar su gestión.