En un contexto donde el cambio climático cada vez está más presente, la necesidad de aplicar políticas encaminadas a asegurar una buena gestión de nuestros recursos es clave. Y seguramente, el recurso más importante sea el agua. Tras la necesidad de respirar el agua es el elemento más preciado para mantener la vida.

A pesar de ello, nuestros responsables políticos no se han tomado en serio que el agua es un factor limitante, para nuestra vida y la de los ecosistemas, pero también para cualquier actividad económica. Por eso, y por una mala planificación, nos vemos ante una sequía hídrica, causada no sólo por la falta de lluvias, sino también por la falta de voluntad para acometer cambios dirigidos a adaptarnos a los cambios que el clima nos está imponiendo.

Hace décadas que deberíamos estar trabajando en disminuir la demanda de agua; sin embargo, una actitud interesada y partidista ha comportado, por ejemplo, la modificación del Plan Especial por Sequera (PES) en varias ocasiones. Todo con el fin de relajar las medidas de ahorro a las puertas del verano y no imponer sanciones por incumplimiento de los topes de gasto de agua asignados a los Ayuntamientos en un contexto pre-electoral. Como consecuencia, más de 6 millones de personas se ven afectadas por la falta de agua.

A pesar de esta situación, Cataluña sigue impulsando un modelo económico basado en el aumento de la construcción y el turismo. En 2023, Cataluña acogió a 16,9 millones de turistas, un 21 % más que el año anterior. Y para 2039 se planifica un aumento del 25 % del turismo.

Y en cuanto al modelo agrícola y ganadero, se apuesta por un sistema intensivo e industrializado que ha causado ya la contaminación del 57 % de las masas de aguas subterráneas, dejando este recurso hídrico crucial inservible en tiempo de sequía. Siendo los acuíferos la segunda fuente de origen de agua en Cataluña, deberían ser estratégicos en tiempo de sequía, por lo que tendrían que estar muy controlados y vigilados.

Tampoco ha ayudado que en Catalunya el 78 % de la población sea abastecida por operadores privados. Que, como es lógico, buscan optimizar sus beneficios no invirtiendo lo necesario en mejoras en el rendimiento de las redes de distribución y haciendo caja a costa de un servicio esencial como es el agua.

Puesto que las Administraciones y las y los responsables políticos no hacen lo necesario para Salvar el Agua, en junio de 2023, colectivos vecinales, ecologistas y sociales entregamos al presidente de la Generalitat, al consejero de Acción Climática y al director de la Agencia Catalana del Agua un documento con 43 propuestas concretas para hacer frente a la sequía y proteger el agua como bien público, bien común y derecho humano.

Las organizaciones impulsoras de la campaña de “De donde no hay, no se puede sacar” piden cambiar el paradigma actual de la gestión del agua, basado en suministrar agua a todos los sectores que la demandan, como si fuera infinita, y apostar de forma decidida por una reducción progresiva, empezando por los sectores que más la consumen.

Por ello, el día 1 de febrero y con motivo de la Declaración de Emergencia por Sequía en el sistema Ter-Llobregat, que afectará a 202 municipios de la provincia de Barcelona y Girona, los colectivos de la campaña decidimos denunciar que el problema de sequía actual es debido al cambio climático, sí, pero también a la mala gestión del agua.

Es hora de que el Govern de la Generalitat comience a trabajar para reducir la demanda de agua y no sólo se centre en políticas de oferta como pueden ser las desaladoras o las nuevas instalaciones proyectadas para producir agua regenerada o aumentar la capacidad de potabilización que tenemos actualmente. Las sequías, y ellos lo saben, serán cada vez más recurrentes, y el cambio de paradigma en el modelo de gestión del agua es imperativo, pues de donde no hay, no se puede sacar.

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Julio Barea, responsable de la campaña de Aguas de Greenpeace, y Fernando Fernández, coordinador de Greenpeace Cataluña.