Querida Daria: te recuerdo hoy desde el dolor, la rabia y la impotencia tras conocer el asesinato de tu padre. Sí, asesinato. Porque Vladimir Putin ha asesinado, lentamente y ante los ojos de todos, a Alexei Navalni.

Te recuerdo aquel día de diciembre de 2021 en el que fuiste a recoger el premio Sajarov en Estrasburgo en nombre de tu padre, que estaba preso. Allí escuchaste palabras de reconocimiento a un hombre valiente, defensor de la democracia, los derechos humanos y las libertades. A un hombre que se estaba jugando la vida por la democracia en su país. Recuerdo tu cara, tu expresión de agradecimiento. 

También recuerdo mi reflexión de entonces: en qué podría estar pensando la joven hija de un hombre que, además de todas esas cosas, era su padre. Del tiempo que este régimen criminal de Putin os ha robado a tu familia y a ti, el tiempo de vivir una vida en paz. Tantos abrazos, tantos momentos. 

Recuerdo también a tu padre, a Alexei, en noviembre de 2020, cuando compareció en la Comisión de Exteriores y Derechos Humanos del Parlamento Europeo desde Alemania. Estaba allí recuperándose del último envenenamiento por parte del régimen ruso que casi consiguió asesinarle. Vi a un hombre con una entereza increíble. Nos dijo que ni siquiera imaginaba hacer su labor de oposición fuera de su país, y que cuando estuviese plenamente recuperado, regresaría a Rusia.

Regresó. Y ese régimen criminal lo metió en prisión inmediatamente. Alegó que había vulnerado su libertad condicional por haber ido a Alemania a recuperarse de un vil intento de asesinato. Nos dijo también, con enorme entereza, que no sería el último intento de envenenamiento, a él y a otros líderes opositores. Pero que volvería a su país.

Ni teniéndolo en una cárcel del Ártico Putin se sentía seguro ante la fortaleza moral y política de Navalni. Solo asesinándole Putin se siente seguro

Esta entereza, esta valentía incomprensible para muchos, es lo que ha hecho de Navalni el rostro de la oposición frente a Putin, un criminal que, como todos, es cobarde. Tanto, que ni teniéndolo en una cárcel en el Ártico se ha sentido seguro ante la fortaleza moral y política que Navalni representaba para el pueblo ruso. Solo asesinándole Putin se siente seguro. Navalni nos dijo que había que diferenciar entre el pueblo ruso y el Estado. Y que el Estado ruso era un grupo de criminales dispuestos a todo con tal de permanecer en el poder. Y por ello pidió al Parlamento Europeo una nueva estrategia sobre Rusia. Una en la que no pudiera haber ningún tipo de comprensión con un régimen opresor.

Nos pidió sanciones europeas y la aplicación de nuestra legislación contra la corrupción y el blanqueo que implicara una actuación decidida contra los oligarcas; que no permitiéramos que se pasearan libremente por las calles europeas mientras se metía en las cárceles a cualquiera que levantara la voz y quisiera ejercer el derecho democrático de oponerse a Putin. 

Daria, tu padre quería una Rusia diferente para millones de jóvenes como tú. El legado que deja imborrable para el pueblo ruso. Permanecerá ahí después de su muerte. 

Pero es también un legado para Europa y para el mundo. Para entender cómo debemos enfrentarnos a estos a los que llamamos autócratas del siglo XXI, pero que son como los peores dictadores de siglos pasados. Es una lección para la Unión Europea. 

La historia no será misericordiosa con aquellos que hoy no lloran su muerte, con los que son capaces de defender alguna componenda con este régimen. No tendrá misericordia con aquellos que hoy guardan silencio, con los que miran para otro lado, con los que no quieren que lleguemos hasta el final para desenmascarar a los que han tenido y tienen alguna relación con el régimen asesino.

Querida Daria: no sé si puede servir de consuelo a quien ha perdido a un padre, a alguien tan extraordinario como era tu padre, que hoy lloremos su muerte en muchos lugares del mundo. Nuestro corazón está helado, tanto como esa fría cárcel del Polo en la que Putin le metió para intentar que el pueblo ruso le olvidara

El pueblo ruso no le olvidará. Nosotros, todo el mundo, nunca, nunca olvidaremos a Alexei Navalni. Nunca olvidaremos a tu padre.


Soraya Rodríguez es eurodiputada del Parlamento Europeo en la delegación de Ciudadanos