José Luis Ábalos se presentó el miércoles en el programa de Carlos Alsina para hablar por primera vez tras su decisión de no entregar el acta de diputado y pasarse al Grupo Mixto. En la sesión de control, que se celebrara a esa hora en el Congreso, bastantes diputados llevaban el pinganillo en la oreja porque se temían que el ex ministro soltase alguna bomba.

No fue así. Por más que Alsina tiró de oficio, Ábalos se mantuvo firme en la defensa de su honor y evitó atacar al PSOE: "No hay ninguna manta de la que tirar". En Ferraz y en Moncloa respiraron tranquilos. Ese día ningún ministro ni alto cargo del PSOE cargó contra su ex secretario de Organización. Como contaba ayer Juanma Romero en El Independiente, todo hacía pensar que se había decretado una tregua.

A nadie le interesaba que la tensión subiera de nivel, porque lo que está en riesgo ahora es el propio partido. Las palabras de Ábalos en su comparecencia del martes en Congreso habían convencido a muchos militantes: la épica del hombre sólo contra todo fue la que llevó a ganar las primarias a Pedro Sánchez. Pero, tras su paso por la emisora de radio, desde Moncloa se decretó silencio hasta nueva orden.

Poco duró la tranquilidad. Lo que ocurre cuando hay una investigación judicial en marcha es que la información echa por tierra los planes de los implicados y los afectados. Y ayer, el caso Koldo pasó a ser ya el caso Ábalos.

Por primera vez, un auto del juez Ismael Moreno se refería al ex ministro como "intermediario" de la trama de corrupción en la que el papel de su asistente, Koldo García, queda reducido al de actor secundario. El auto del juez deja por mentiroso al ex ministro: en Onda Cero se distanció de Koldo diciendo que hacía mucho tiempo que no le veía y la UCO le tiene pillado en una marisquería departiendo con su asistente ¡el pasado 10 de enero!.

El sumario va cercando poco a poco al ex ministro y, más temprano que tarde, el juez tendrá que hacer una exposición razonada para trasladar el asunto al Tribunal Supremo.

El salto cualitativo no sólo tiene que ver con la calificación por el juez de Ábalos como "intermediario", sino a que la trama no se conformó con cobrar comisiones en la compra de mascarillas y material sanitario. Víctor de Aldama, conseguidor profesional y presidente del Zamora, se paseaba por Fomento como si fuera su oficina. Viajó con Ábalos a México y acudió al Ministerio como asesor de Air Europa, una compañía que recibió ingente ayuda pública en forma de créditos y contratos.

A medida que se va conociendo el sumario se va viendo el papel principal que jugaba el ex ministro Ábalos. La trama también trató de hacer negocios con la esposa de Pedro Sánchez

El CEO de Globalia (Air Europa), Javier Hidalgo, acompañado por Aldama, acudió a varias reuniones con Begoña Gómez, esposa del presidente del Gobierno, para presentarle varios proyectos, como publicó ayer El Confidencial. Hidalgo y Gómez parece que mantenían una fluida relación desde 2019. Aunque la vicepresidenta y vicesecretaria general del PSOE, María Jesús Montero, salió al quite en defensa de Gómez, argumentando que lo normal en su trabajo es reunirse con empresarios, parece obvio que, en estos momentos, la revelación de esos contactos, que se llevaron a cabo justo en el momento en el que la compañía de Hidalgo recibía ayudas públicas, no es una grata noticia para Sánchez.

Aldama, por otra parte, como publicamos hoy en El Independiente, no se limitó a asesorar a Fomento sobre mascarillas y a Globalia sobre negocios turísticos, sino que una de sus empresas fue contratada por el gigante chino Huawei para procurar que el Gobierno no la pusiera en una lista negra, como pretendía la Embajada de EE.UU.

La dimensión de la trama de corrupción sólo es entendible si en la cúspide hay alguien más que el aizkolari Koldo García.

Hasta el momento no hay nada que apunte a que José Luís Ábalos se haya enriquecido de forma ilícita. Pero es evidente que era su figura la que hacía que hombres como Aldama pudieran hacer negocios de todo tipo sin tener una organización detrás ni un soporte técnico suficiente como para justificar las jugosas comisiones que cobraba.

Hoy Ábalos es un hombre apartado de todo poder e influencia. Parece un pobre hombre. Pero en 2020 no sólo era el responsable del ministerio con mayor capacidad de inversión de España, sino que era el dirigente más poderoso del PSOE después de Pedro Sánchez.

Esto es lo que sabemos hasta ahora. Pero aún queda mucha tela que cortar.