En el caso Koldo del que menos se habla ya es de Koldo, que está siendo más bien ese presentador de circo, grande, apeonzado y ventoso igual que la carpa, que nos va mostrando los payasos y las fieras. Ya decía yo que lo de los cuatro golfos no suele funcionar, que en política un golfo requiere más infraestructura que una misión lunar. De hecho, los varios y presuntos golfos, arrimados, convidados, secundarios, cómplices, mirones o extras ya se van desparramando por varios ministerios, empresas públicas y privadas, administraciones, autonomías y mariscadas. Según publica El Confidencial, hasta nos ha salido por ahí Begoña Gómez con amistades peligrosas. Aunque yo no le daría importancia, porque ella no es una mujer que se limite a llevar un bolsito al lado de Sánchez (aunque lo lleve mucho, más de lo que recomiendan la prudencia, la modestia y el buen gusto), sino que es una mujer de negocios, sobre todo desde que su marido es presidente. Lo de Begoña no sé si tendrá relevancia penal o política pero sí folclórica, que al final siempre sale una señora haciendo de la Pantoja, como siempre sale una marisquería con cascadas o un puticlub de palmeras.

Nunca falta la señora en una cita con gafas gordas de sol, igual que nunca falta el hermano repentino, múltiple e indistinguible, como si Koldo fuera no ya Alfonso Guerra sino Manolo Escobar, o Manolo Chaves, que también tenía múltiples hermanos abejeando alrededor de lo público como alrededor de un tablao. Es algo que en estos casos sale tarde o temprano, como los señores con servilletón para el centollo o para las putas, o el billete de 500 que se saca del paquete con gesto y pesantez de as de bastos, o el coche deportivo con tipo fondón dentro, como un gusanito de manzana de oro, o la erección de chalés californianos en las tierras ovejeras del pueblo. Es difícil innovar en estos casos, que ya hay un canon clásico, como en la españolada cinematográfica, en el landismo con sueca falsa de Nadiuska o jeque falso de Antonio Ozores o Jaime de Mora y Aragón, o en el jamoneo gracioso de Morena clara. Es como si intentáramos innovar en el verano de Marbella o de Benidorm. Lo bueno es que la UCO los está pillando como se pillaba a los jeques de Ozores, tirándoles de la perilla, que el que no tiene al hijo de testaferro tiene el Ferrari lleno de melones o montaba las reuniones de la trama como despedidas de soltero.

Siempre se empieza por los cuatro golfos, con su cochinillo heráldico como el cavallino rampante, el taco de binladens en papel de churros y el trofeo de alguna natasha enfermiza o alguna caribeña de pega, conquistadas más por el sueño que por el dinero o el poder. Y siempre nos damos cuenta de que esos cuatro golfos no bastan, que tangar a panolis pagando cubatas en vasos de duralex no es lo mismo que cerrar contratos con las administraciones públicas por decenas de millones. Ahí es cuando suelen entrar los políticos siempre sorprendidos, indignados y dignísimos. Aunque diría que entran muy pedagógicamente, para demostrarnos que no hay tantas diferencias entre ellos y los del nivel Koldo, que en el fondo no es tan difícil pasar de huelebragas a cargo ministerial, ni de matón a consejero de lo que sea, ni de maestro a valido, ni de inútil a imprescindible, ni del tocomocho a la millonada, ni de la verbena del santo a la geopolítica, ni de la ejemplaridad a la corrupción. Ni siquiera es tan difícil pasar de señora de un tieso a señora de negocios, por ahí por las mismas marisquerías o churrerías de la corrupción o del destape.

Armengol, Torres, Marlaska, son los siguientes invitados al cubata. Yo diría que esto es imparable, y no me refiero a una inevitabilidad jurídica sino folclórica, como la Pantoja cuando fue condenada, inevitablemente, por ir con gafas de sol...

Ya sabíamos que Koldo no podía hacer nada solo, salvo cargar menhires o pianos por un ministerio que no tenía ni menhires ni pianos. El primero que va a caer o ya ha caído es por supuesto Ábalos, al que, después de su soponcio de sorpresa y escándalo, ha pillado El Mundo en una foto con los colegas de siempre y en la marisquería de siempre, ahí como con la braga de la despedida de soltero todavía en la cabeza, igual que un pañuelo de labriego anudado. Pero Ábalos tampoco podía hacer mucho él solo, salvo robarse folios e invitarse él mismo a los cubatas de duralex. A partir de ahí, el caso arborece naturalmente, necesariamente, porque nada de esto puede hacerse desde fuera ni desde un solo despacho con gorila o con grifo de vermú. Armengol, Torres, Marlaska, son los siguientes invitados al cubata. Yo diría que esto es imparable, y no me refiero a una inevitabilidad jurídica sino folclórica, como la Pantoja cuando fue condenada, inevitablemente, por ir con gafas de sol y zapateado de dientes del brazo de aquel otro señor con servilletón para la pringue del bigote y de los billetes.

Esto ya no hay quien lo pare, que ya ha salido hasta Begoña Gómez, no tanto para la UCO como para los coleccionistas de postales folclóricas y de juguetes rotos que caen haciendo la lechuga, como en aquello de Jesulín. Begoña Gómez, primera dama o prima donna, es más que una acompañante de Sánchez con manga jamón, es una infantita del sanchismo o incluso es la ministra del colchón monclovita, con simbología pero también con poder real, tanto como para “proponerle negocios” ante el mismo cubata o centollo ceremonial de la trama Koldo. No será tanto por Begoña sino por Ábalos, pero el caso llegará seguramente hasta Sánchez, judicial o políticamente. Y estoy por decir que llegará con más rapidez, más ruido y más ironía que cuando llegó hasta Chaves, Aznar o Rajoy.