Casi dos meses y medio después de que Gotham publicase su demoledor informe sobre Grifols, la CNMV acaba de dar a conocer sus conclusiones sobre la polémica.

Recordemos de una forma muy resumida que Gotham afirmaba que era incorrecto aparcar sociedades en Scranton, holding controlado accionarialmente por directivos de Grifols, consolidando sus beneficios pero no la deuda de las mismas. La realidad era que el verdadero endeudamiento de Grifols era muy superior al que reflejaban sus cuentas, lo que afectaba a la viabilidad de la compañía.

La CNMV ha dado parcialmente la razón a la Grifols al señalar que sí podía atraer los beneficios de las filiales de Scranton y que el endeudamiento estaba bien medido. Ahora bien, también ha dado una severa reprimenda a la empresa por las importantes deficiencias en los desgloses y notas explicativas que soportan la información financiera y por la presentación de las medidas alternativas del rendimiento, básicamente el ebitda.

El supervisor concluye afirmando que “todo ello ha dificultado que los inversores entiendan correctamente la situación financiera, resultados y flujos de efectivo del emisor”.

La labor más importante que debe cumplir un supervisor como la CNMV es vigilar que la información que recibe el mercado de las sociedades cotizadas es veraz y completa, reflejando la verdadera situación de los emisores. Ello es especialmente relevante en el caso de la información financiera. El problema es que en algunos casos, la manera de contabilizar esa realidad es opinable, por lo que se van desarrollando normas contables, cada vez más prolijas siendo uniformes para todas las sociedades cotizadas.

Los mayores escándalos vinculados al mercado de valores provienen de irregularidades en las cuentas. Sin ir más lejos, el caso que nos ocupa se ha llevado por delante más del 40% del valor de Grifols y ha producido una pérdida de confianza entre los inversores que será difícil de recuperar. Para cumplir con esta labor, los supervisores cuentan con ayudas externas, la más importante son las empresas de auditoría.

También hay sectores como el bancario y el de seguros que tienen sus propios supervisores de solvencia, por lo que el de mercados delega en ellos la vigilancia de la veracidad de los estados contables. Por ejemplo, en el tema del Banco Popular, donde las responsabilidades en el caso de las ultimas ampliaciones de capital hay que pedírselas al BCE-BdeE.

Ha tenido que venir Gotham para hacerlo y la CNMV ha tardado demasiado en publicar sus conclusiones

Volviendo a Grifols, podemos preguntarnos si la CNMV ha actuado con la necesaria diligencia. Estas operaciones de ingeniería financiera entre Grifols y Scranton, con participaciones cruzadas y ventas de filiales con opciones de compra, deberían haber encendido alguna luz de alarma en el supervisor de los estados financieros. Pensé que así había ocurrido cuando escribí el artículo publicado el pasado 11 de enero, guiado por informaciones de prensa, pero me equivoqué.

Ha tenido que venir Gotham para hacerlo y la CNMV ha tardado demasiado en publicar sus conclusiones. Puede que el regulador nacional y europeo cada vez imponga más competencias al supervisor de mercados, pero ello no implica que nos olvidemos que su tarea básica es la protección del inversor y, para ello, la información financiera debe ser clara y veraz.