No se me ocurre una mejor representación de estos tiempos que Ana Hanan Alcalde, conocida como Barbie Gaza, adolescente de 47, errática, inconsistente, ególatra y con ese punto petardo que tan bien engancha en la pantalla contemporánea; la que se mueve a golpe de reel y de chispazo superficial. Umberto Eco formuló el mito de Superman para definir el ‘quisiera ser’ del hombre de mediados del siglo XX. Si nos pusiéramos frente al espejo, veríamos que hemos dejado de perseguir al héroe para centrar la atención en este perfil de influencer. De it girl con kufiya y unos cuantos años encima.

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Sucede igual en la política, convertida en un espectáculo polarizador, en info-entretenimiento; en una especie de serial diario en el que cada temporada termina el día de las elecciones y en el que los protagonistas, planos, sesgados, simples y cutres, viven una peripecia que tiene la capacidad de generar emociones en los espectadores, que, en realidad, todavía piensan que lo que recitan Patxi López, Gabriel Rufián o Jesús Cintora es trascendente. Como ya nadie lee ni escarba, los tópicos facilones sientan cátedra. Es el tiempo de los crédulos y de los vende-biblias. Por eso hay quien sufre por Begoña Gómez, quien quita hierro a lo de Ábalos y quien ahora considera que la Flotilla, y Barbie Gaza por extensión, es lo mejor que les podía pasar a los pobres palestinos -sufridores de una cruel guerra- para visibilizar su causa.

De todo esto se deriva cierta distorsión cognitiva en la opinión pública, que a lo mejor todavía llega a considerar como relevante lo que en realidad es antipolítica. Incluso a lo mejor llega a descartar que su principal pensamiento, el que dice que estos personajes son tan patéticos como parece, es completamente acertado.

Supervivientes en el Mediterráneo

En realidad, lo de Barbie Gaza ya lo habíamos visto, pero en otro ámbito, que nadie tomaba en serio porque no lo era. Todavía se emite en Telecinco, donde desde plató se espera que las famosas se tiren en helicóptero hacia Cayo Paloma, Honduras. Ahí se inicia la supervivencia, que dura lo que dura, pero en la que sucede algo similar a lo que describía Hanan Alcalde en una entrevista concedida a El Mundo. El periodista Quico Alsedo preguntaba: “Y todos ahí apelotonaos un montón de semanas... Ahí pasaría de todo, ¿no?”. Ella, respondía: “Jajaja... Eso ha sido un 'Gran Hermano' cada barco, ahí ha habido de todo, o sea, imagínate, jajaja…”. Lo típico: uno va a romper un bloqueo militar y a lo mejor termina con una venérea por hiperactividad en bodega.

Esto a lo mejor no ha trascendido, pero hubo un navegante que, en mitad de la travesía, voló de Túnez a España para celebrar su cumpleaños -del que dejó documentos gráficos en las redes sociales- y se reenganchó tras el fin de semana. En su puesto de trabajo corrían este martes comentarios afilados tras escucharle en una entrevista en televisión, con tono dramático, forzado, como el de todos. Porque ya se sabe: unas horas después de recibido malos tratos que oscilaban entre lo que sucedía “en Auschwitz y Guantánamo”, no hubo ningún tipo de estrés postraumático que impidiera a los expedicionarios acudir a los programas de infoentretenimiento. Pero está escrito que de tras la expulsión de la casa de Guadalix, toca ir al plató de Gran Hermano para conceder la entrevista de rigor.

Repitamos otra vez la misma frase: lo que antes era corazón y petardeo, ahora está en el centro del debate. Lo que antes era política, ahora es otra cosa. Otro género. Otra actividad que incluye cierta tensión narrativa y emocional; y cierta acción que en realidad forma parte de un guión, pero que no es ni cierta ni sincera. ¿Por qué fracasó La familia de la tele en TVE? Porque el papel que hace diez años interpretaba Belén Esteban hoy lo representan los ministros, Koldo y Santos Cerdán. Lo que en Argentina sucedió con la loca malvada de Cristina, ahora pasa aquí con los líos de la catedrática y el pianista que conduce caravanas. 

Malena Gracia

Lo que en Brasil fue Romario, aquí lo fue Ada Colau y lo será Bob Pop. Lo que entonces era Malena Gracia, ahora promete ejercerlo Barbie Gaza, que desconfía de la masacre del 7 de octubre de 2023 -petarda, pero radical, como imponen estos tiempos- mientras te dice que se folló mucho en la supuesta expedición más reivindicativa desde Octava Cruzada. Que, por cierto, también paró en puertos tunecinos.

Sería arriesgado prestar apoyo incondicional a personajes de este tipo en condiciones normales, pero en tiempos en los que un mero reel o una consigna sirven para conseguir adhesiones a una causa, hay quien todavía piensa que estos expedicionarios han realizado algo positivo y necesario para la humanidad. Hay miles de personas que incluso se han lanzado a la calle para apoyarlos, al igual que hizo el Gobierno, quien volvió a aprovechar la circunstancia para desviar la atención hacia Gaza. Todo, con la colaboración de su generoso grupo de aliados mediáticos que no parecen hacerse una pregunta clave: ¿el pacifismo de esta tropa es capaz de atravesar fronteras o se pierde en la selva colombiana, en Ucrania o en Teherán?

Diría que en estos casos lo más acertado es siempre apoyar a los que sufren, aunque en este caso los crímenes de guerra, las víctimas, el hambre, los refugiados, los secuestrados, el terror y la infamia parezcan especialmente ocultos entre destellos, islamofobia, antisemitismo y manías personales. Hay quien está tan despistado que todavía piensa que es sincero y útil lo que han hecho las narcisas descolladas de esta expedición, como Barbie Gaza. Hubo quien también sufrió por de Belén Esteban. Lo que era corazón, ahora es política. Lo que era chabacano, ahora forma parte de la agenda de los partidos.

Pero en tiempos de reel, pedrismo y peronismo a la española, esto es lo que hay.

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