Daniel Fernández Aceña, que fue miembro del GAL, quería inmolarse en un autobús en Segovia, según consta en el auto de prisión dictado por la juez Carmen Lamela. La togada explica que tras su conversión al Islam usó las redes sociales para llevar a cabo una labor enaltecedora del terrorismo yihadista y que en sus conversaciones con varias personas les confesó que quería suicidarse porque así entraría directamente en el paraíso "porque no quería morir en la cama".

Este miembro del GAL, que fue condenado a 29 años de cárcel por el asesinato en Hendaya (Francia) de Jean Pierre Leiba, se convirtió al Islam para "abandonar su vida anterior de pecado occidental y adaptarse a un modo de vida más acorde con la interpretación rigorista" de esta religión "llegando incluso a repudiar a las mujeres occidentales". Además, este cambio se tradujo en "un retraimiento social", ya que solo se relacionaba con personas "que comparten su punto de vista radical". Y con personas vulnerables con problemas de toxicomanía.

Las pruebas acumuladas contra él han sido encontradas en sus mensajes en las redes sociales y en las conversaciones que mantuvo con otras personas en las que les comentó que había visitado Angola e Israel y que había realizado "cosas" para organizaciones en diferentes países extranjeros e incluso "que en estos trabajos había tenido que pegar algún tiro". También les dijo que quería viajar Afganistán.

Carácter machista

Su detención se precipitó porque a mediados de noviembre en una conversación telefónica admitió que tenía intención "de pasar a la acción" en una charla en la que "manifestó su carácter dominante y machista al aludir con desprecio a las personas que no son de su misma confesión musulmana". Aunque no aclaró si iba a atentar en España o en el extranjero, pero en una ocasión manifestó que iba a realizar "una acción violenta en uno de los numerosos sitios turísticos de Segovia".

Por ello, la juez sostiene que Fernández Aceña encaja en el perfil de los denominados lobos solitarios o terroristas individuales porque en sus conversaciones telefónicas y en sus comentarios en internet muestra "desprecio por la vida y su disposición para materializar una actividad terrorista"al estar convencido de que su muerte le conduciría al paraíso.

La juez le manda a la cárcel por la gravedad de los delitos, el riesgo de fuga y de reiteración delictiva por sus antecedentes como miembro del GAL.