El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, ha echado el freno a al escalada independentista que ayer se saldó con una Ley de Tansitoriedad pactada entre Junts pel Si y la CUP, cuyo contenido ocultan. Ha avisado el presidente que no va a "escatimar esfuerzos para dar satisfacción a las demandas territoriales" pero manteniendo la unidad del país, la igualdad y el respeto a la Ley, sin consultas de autodeterminación.

Tras reafirmar su voluntad para dialogar con la Generalitat, pero sin hacer más concreciones, ha reclamado a los independentistas que "no se den más pasos en sentido contrario a lo que marca el sentido común", al tiempo que dice creer que una reforma constitucional, "salvo que liquidemos la soberanía nacional, no va a servir" para frenar el órdago independentista.

Conversación con Puigdemont

Si bien ha admitido que ha hablado en alguna ocasión con el presidente de la Generalitat  catalana, Carles Puigdemont, deja claro que su Gobierno "no va a autorizar ningún referéndum", y a partir de ahí "se puede hablar de todo". El Gobierno intenta que tanto Puigdemont como el lendakari, Íñigo Urkullu, acudan a la Conferencia de Presidentes del 17 de enero porque en la misma, recuerda Rajoy, se pueden tomar decisiones que afecten a sus respectivos territorios. "No dejaré una silla vacía en mi vida porque siempre habrá uno presto y dispuesto a ocuparla", ha dicho algo crítpticamente el jefe del Ejecutivo.

Rajoy ha hecho estas consideraciones durante una comparecencia pública tras la última reunión del Consejo de ministros de 2016. Ha asegurado que su voluntad es que la presente legislatura "dure cuatro años y sea fructífera", para lo que "voy a trabajar en ello". De este modo matiza sus propias palabras cuando en un reciente acto con militantes del PP de Madrid les exhortó a trabajar para las próximas elecciones generales.

"Horizonte de prosperidad"

Considera que si los grupos políticos con los que ha alcanzado distintos acuerdos durante estos dos meses "son capaces de mantener la actitud constructiva, podemos garantizar a los españoles un horizonte de prosperidad". "Yo no quiero adelantar las elecciones, igual que no quería que se repitieran ni que hubiera unas terceras. Lo mejor -ha agregado- es la estabilidad y el respeto a las reglas del juego, que haya entendimientos y acuerdos".

Asegura querer una legislatura que dure cuatro años y sea "fructífera"

Con apelaciones, a veces más directas, otras más veladas, al PSOE, cree el inquilino de la Moncloa que se puede ser "moderadamente optimistas" de cara al futuro y que ese entendimiento es "lo que dice el sentido común, la democracia y lo que quieren los españoles". A su juicio, ha quedado demostrado que "dialogar y ceder para llegar a acuerdos es posible", lo que permite "pasar del bloqueo histórico a una colaboración histórica".

Sin embargo, no ha querido aventurar, por prudencia, si habrá acuerdo para sacar adelante los Presupuestos Generales del Estado para 2017, aunque cree que no tiene porqué haber "discrepancias insalvables". En este sentido se ha felicitado del pacto con los socialistas respecto al techo de gasto o al incremento del salario mínimo interprofesional, aunque se ha molestado en subrayar que su socio "preferente" es el partido de Albert Rivera, que le votó la investidura y con el que pactó un documento de 150 puntos.

En  este sentido ha apelado a mantener las políticas que, en su opinión, "han funcionado", como la reforma laboral que el PSOE quiere derogar. Intentará llevar al ánimo de los otros grupos políticos "que hay cosas que sería un enorme error cambiarlas" y que miren "lo que conviene al interés general"

Los últimos tiempos de pactos nos están permitiendo enmendar la desconfianza y el deterioro"

No ha ahorrado en calificativos  la hora de resumir cómo ha sido 2016. Este ha sido el año de la "incertidumbre", también de "las decisiones inesperadas, de los hechos sin precedentes y de los sobresaltos políticos", aunque no haya sido una situación exclusiva de España. Ha recordado el triunfo de Donald Trump y los resultados de los referendos en Reino Unido, Colombia e Italia.

Xenofobia y comunismo

También ha aludido a las "fuerzas populistas, que buscan en el nacionalismo, la xenofobia y el comunismo una solución equivocada", sin hacer alusiones directas a ninguna fuerza política. Tampoco ha querido responder a dos cuestiones referidas a su propio partido, a saber, si la ministra de Defensa, María Dolores de Cospedal, seguirá siendo secretaria general del PP tras el congreso que celebran en febrero, y si teme que el ex líder del PP José María Aznar pueda fundar otro partido. Ha soslayado la respuesta a la periodista con un requiebro: "no me corresponde responder a eso en mi condición de presidente de gobierno, pero, lo primero, ya lo verá, y lo segundo, también".

Afortunadamente para el presidente del Gobierno, este "largo y pernicioso periodo de interinidad y de bloqueo" se ha sustanciado en el Congreso de los diputados "con enormes esfuerzos para el entendimiento", lo que ha permitido "enmendar la desconfianza y el deterioro" al objeto de evitar "un páramo estéril de filibusterismo parlamentario". Ahí es nada.