El sábado 8 de febrero de 1992, la noticia del nacimiento de la Unión Europea se confundía entre los sumarios breves de las portadas de los principales periódicos españoles. Los principales periódicos titulaban con la gran manifestación de rechazo al asesinato de cinco personas por parte de ETA. Relegaban las noticias a las páginas interiores, al lado de la última revuelta islamista de Argelia. Sólo La Vanguardia ponía la firma del Tratado de Maastricht en la página cuatro del diario. La unificación europea marchaba a un ritmo tan sostenido y sin apenas sobresaltos que había dejado de ser noticia.

Han pasado 25 años de aquel día en que vio la luz la Unión Europea, el Euro, el concepto de ciudadanía europea que nos otorga una serie de derechos en cualquier país, independientemente de nuestra procedencia. Europa se encuentra hoy al borde del precipicio. Uno de los protagonistas de aquellos días de Maastricht está a punto de levantarse de la mesa. El diálogo con los nuevos convecinos es más difícil de lo previsto. En la misma ciudad de Maastricht, a pesar de estar directamente relacionada con Europa, la eurofobia ha hecho mella.

 

El próximo 15 de marzo Holanda votará con toda Europa en vilo por una posible victoria del Partido de la Libertad (PVV). Si bien difícilmente llevaría al poder al ultraderechista Geert Wilders, su victoria podría tener un efecto cascada sobre las elecciones en Francia y en Alemania.

Por las calles de Maastricht la publicidad electoral es discreta, casi invisible. Los carteles de los partidos están escondidos en la base de las farolas, no en lo alto de ellas. Imposible ver un manifiesto con la cara de Wilders. Aquí el PVV no es muy fuerte, pero hay otros partidos euroescépticos.

Sin celebraciones por el aniversario del Tratado

El Tratado se firmó en la sala del Pleno del Parlamento Provincial de Limburgo. El recuerdo de los días en que Maastricht se convirtió en la ciudad más importante de Europa es visible en los nombre de las calles, en los monumentos. Para Theo Bovens, gobernador de la Provincia, el Tratado de Maastricht es conocido más por las polémicas que suscita que por su contenido.

La alcaldesa Annemarie Penn-te Strake justifica la ausencia de celebraciones por el 25º aniversario del Tratado: “La imagen que teníamos de Europa ha desaparecido. Hay demasiados problemas para organizar una fiesta. Hemos preferido una serie de debates llamados Europe Calling, Europa está llamando”, apunta. “Tenemos que actuar antes de que el sueño europeo se convierta en pesadilla”.

La imagen que teníamos de Europa ha desaparecido. Hay demasiados problemas para organizar una fiesta

La Comunidad Económica Europea, compuesta por 12 miembros, dejó de existir aquel 7 de febrero. Cada delegación eligió un bar de Maastricht como cuartel general para los momentos de descanso. Los españoles se reunían en el bar Bòobel a comer tapas. “La ciudad vivía un aire eléctrico" recuerda Bovens, un simple concejal en aquellos días. "Los mandatarios de las principales potencias europeas andaban por sus calles”. Uno de ellos, Jacques Delors.

Holanda cambiará después de las elecciones

Volver a las fronteras y echar los extranjeros, sobretodo si son musulmanes, son las claves del pensamiento de líder Geert Wilder. Hace casi un año desde su última visita en Maastricht. Fue un fracaso. Para Penn-te Strake hay una oleada de anti europeísmo en toda Holanda. “Sería un desastre para nuestra región levantar de nuevo una frontera que no ha existido durante casi 30 años”, dice refiriéndose al Nexit, la salida de Holanda de la UE auspiciada por el Partido de la Libertad.

Después de las elecciones habrá que tener en cuenta la opinión de los euroescépticos

Durante los días del Tratado, toda la administración provincial se trasladó para dejar sitio a las delegaciones europeas. España estaba representada por los titulares de Exteriores y de Economía, los socialistas Francisco Fernández Ordóñez y Carlos Solchaga. Sus firmas están apuestas en 13 copias originales del Tratado. Una para cada capital y la última para la ciudad de Maastricht, donde todavía se conserva.

A pesar de la expectación por las elecciones del 15 de marzo, la alcaldesa Penn-te Strake se muestra convencida de que ningún partido pactará con los euroescépticos de Wilders. “Pero sería una señal -añade Bovens-. Habrá que tener en cuenta la opinión de los euroescépticos, lo que se podría traducir en una actitud más crítica de Holanda en Europa”.

25 años, los mismos problemas

En el mercado semanal de Maastricht, que se tiene delante al edificio del ayuntamiento, la tradicional tolerancia holandesa parece sobrevivir. Familias locales y mujeres con el velo siguen comprando fruta en los mismos bancos aunque se quedan en diferentes puestos de comida para el almuerzo. “El próximo gobierno tendrá que hacer una clara distinción entre refugiados y emigrantes económicos”, reconoce Bovens.

Europa no es el objetivo, sin una herramienta para el bienestar de la gente

Repasando las hemerotecas, es fácil darse cuenta de que los problemas que están ahogando. Europa estaban todos sobre la mesa al día siguiente de la aprobación del Tratado. Los estrictos parámetros económicos impuestos a los estados, la defensa común, el escepticismo británico, las dudas del Bundesbank, la cuestión migratoria.

“El enfermo no mejorará dejando pasar tiempo”, dice la alcaldesa, refiriéndose a las dificultades que tiene Europa para encarar el futuro. Para el gobernador Bovens, Europa no tienes que ser un objetivo, sin una herramienta para mejorar el bienestar de la gente. “El problema es que se sigue hablando de las herramientas y no del horizonte".