La izquierda abertzale ha puesto en marcha una nueva fase en su vieja reivindicación por terminar con la dispersión de los presos de ETA en cárceles alejadas del País Vasco. Si hasta ahora su demanda se había centrado en reclamaciones a través de iniciativas institucionales y en manifestaciones populares, la última vía pasa por utilizar el respeto a los derechos humanos de los hijos e hijas de los etarras como argumento. Además para ello han recurrido al cine. Representantes de EH Bildu, el sindicato LAB y la plataforma Sare, de apoyo a los presos de ETA, han respaldado el estreno de una película en la que se narra la historia de una niña de 11 años cuya madre está encarcelada a 700 kilómetros de su casa y en la que se aborda el sufrimiento y trastorno que esta circunstancia provoca en ella.

Titulada “Motxilaren umea” (La niña de la mochila) el film desarrolla la vida de Maider, una niña que desde que tiene tres años debe viajar lejos del País Vasco para poder estar con su madre, encarcelada por un delito de terrorismo y a la que por ello se le han aplicado las medidas de dispersión previstas para los presos de ETA. Presentada como una película “pedagógica”, ha sido rodada y financiada por la asociación Kurkuluxetan, dedicada al ocio infantil y a la divulgación del euskera. La cinta, que lleva por subtítulo “Un grito por los derechos arrebatados a cientos de niños vascos”, es un cortometraje que según sus responsables está dirigido a niños y adultos. Será difundido en los próximos días a través de las redes sociales en un intento por concienciar del impacto de las políticas de dispersión impulsadas por el Ministerio de Interior. Durante su estreno ayer por la tarde en Bilbao, decenas de niños, acompañados de sus padres, acudieron llevando consigo sus mochilas.

"La niña de la mochila" narra la vida de Maider, la hija de 11 años de una presa de ETA que desde que tiene tres años debe viajar lejos de Euskadi para verla

En “Motxilaren umea”, una historia de ficción basada en hechos reales,  sus promotores no sólo recrean la historia de una hija de una presa de ETA sino que refuerzan la necesidad de terminar con la dispersión apelando, con testimonios de una educadora y una psicóloga, al grave daño que los reiterados y prolongados viajes tiene para los menores. El colectivo de familiares de presos siempre ha denunciado la dispersión apoyándose en su carácter excepcional y en las consecuencias que sobre las familias de los etarras tiene, en especial por los desplazamientos a los que les obliga y en los que se han producido varios accidentes mortales en los últimos años.

El film recuerda incluso que la declaración de los derechos humanos de la ONU fue firmada por España y Francia pero sin embargo con medidas con el alejamiento de los etarras se está incumpliendo.

La utilización del “sufrimiento” de los hijos de etarras a consecuencia de las políticas de dispersión no son nuevas. Años atrás se produjeron polémicas por la utilización de esta cuestión por parte de los payasos ‘Pirritx eta Porrotx’, afines a la izquierda abertzale y una de cuyas componentes se negó a condenar el asesinato en 2001 de su compañero de corporación Froilán Elespe en el Ayuntamiento de Lasarte. Este grupo infantil, con gran éxito en el País Vasco, ha protagonizado canciones y actos en los que hacía referencia al impacto de la política de dispersión entre los presos de ETA.

Recientemente desde el colectivo Etxerat, de familiares de presos de ETA, también se recurrió al impacto que sobre los menores tiene el alejamiento de los etarras en cárceles de fuera de Euskadi durante una comparecencia en el Parlamento vasco. Sucedió en la primera de las sesiones de la ponencia de Memoria y Convivencia del Parlamento Vasco en la que se analizó la situación de los menores de familiares de presos de ETA y la incidencia que sobre ellos ha tenido la política de dispersión en forma de trastornos de ansiedad, fracaso escolar o sentimientos de culpa entre los hijos de presos.

En la comparecencia una de las jóvenes, hija de presos de ETA, relató cómo cuando tenía apenas diez meses su madre fue detenida y encarcelada y como años después lo fue su padre: “No quiero que otros niños sufran lo que he sufrido yo”. Por ello, ha reclamado el fin de la política de dispersión en vigor desde hace casi tres décadas. En el turno de réplica la diputada del PP, Juana Bengoetxea, se mostró muy crítica con la petición de Etxerat y la reclamación de la joven. Les recordó que los responsables de su sufrimiento “son vuestros padres”: “De tu padre sólo voy a decir que ha sido una de las personas más sanguinarias de la banda y que no podemos olvidar a un niño que se llamó Fabio, con 2 años”, que murió a causa de un atentado de ETA.

Petición de PNV y PSE

El giro de la campaña contra la dispersión de presos llega unos días antes de que ETA formalice su desarme y de que la situación de los presos de la organización terrorista pueda cambiar. Desde el Ministerio del Interior se insiste en que para acercar a Euskadi los alrededor de 350 presos de ETA que continúan encarcelados, la mayor parte de ellos ingresados en prisiones a más de 400 kilómetros de distancia de Euskadi, será imprescindible la disolución previa de la banda. Sin embargo, desde algunos sectores del entorno del PP se ha rebajado la resistencia a modificar este punto de la política penitenciaria si el final de ETA continúa hasta el final.

Una modificación de la política penitenciaria que tanto desde el PNV como desde su socio, el PSE, se considera necesaria para adecuar el marco al nuevo contexto de ausencia de violencia.

La tensión generada en torno a esta cuestión lleva aparejada también la fractura que en las últimas semanas se ha reavivado dentro del propio colectivo de presos y  que empieza a asentarse entre los partidarios de acogerse a beneficios penitenciarios y los que, amparados bajo el Movimiento Por la Amnistía y Contra la Represión (ATA), reclaman la excarcelación de los etarras, su amnistía.