Por primera vez desde el Tratado de Utrecht, hace la friolera de 302 años, España está en una posición de fuerza con respecto al Reino Unido en la varias veces centenaria reivindicación de Gibraltar. Bien es cierto que para que esto haya ocurrido los británicos han tenido que aprobar el Brexit y, una vez fuera del club comunitario, no están para ponerse estupendos. Pero aunque sea una consecuencia lógica del portazo que los ingleses han dado a sus ya ex socios europeos, no se puede negar el éxito diplomático de nuestro país en la lucha por el reconocimiento del derecho de veto que España ejercerá sobre las decisiones que afecten a la Roca.

Sin alharacas, con perfil bajo, "puesto que, de momento, estamos hablando de un borrador que todavía se tiene que elevar a definitivo", dicen en Moncloa, el triunfo no ha tenido, paradójicamente de principal protagonista al ministro de Asuntos Exteriores, Alfonso Dastis. Bien es cierto que se le puede reconocer un mérito colateral en la medida de que algunos de los suyos han estado en el cuarto de calderas, pero la actuación de éstos ha sido bastante autónoma con respecto al ministro hasta el punto de que rendían cuentas al director de gabinete de Mariano Rajoy, Jorge Moragas, director de orquesta de esta partitura.

Moragas capitanea una superestructura que funciona de forma bastante autónoma con respecto al ministro

La actuación de los negociadores españoles responde a un modelo que ya se ensayó en la época de José Manuel García Margallo y donde Dastis tenía más protagonismo como responsable de la Representación Permanente de España en la Unión, la llamada Reper, que ahora con los galones de ministro. Se trata de una especie de superestructura paralela a la del Palacio de Santa Cruz, que respondía en muy buena medida a un intento de soslayar las dificultades derivadas de las malas relaciones entre Margallo y Moragas.

Tres son los vértices de un triángulo diplomático que funciona coordinadamente, a saber, el gabinete de Rajoy, la secretaría de Estado de Relaciones con la Unión Europea y el Reper. En 2012 ocupaban estas responsabilidades Moragas, que continúa; el actual ministro de Educación y portavoz del Gobierno, Íñigo Méndez de Vigo, y el propio Dastis, ahora preterido. La pertenencia de Méndez de Vigo a este círculo de escogidos explica también el deterioro de sus relaciones con Margallo, el mismo que, según las malas lenguas monclovitas, aceptó su relevo ministerial con la condición de que ni Moragas ni Méndez de Vigo le sustituyeran en el cargo.

Pero no se salió del todo con la suya. Si bien Rajoy le ofreció a Moragas dos ministerios, y ninguno era el de Exteriores, el catalán fue determinante en la elección de Dastis. Es él, y no el cuñado de Rajoy y eurodiputado, Francisco Millán Mon, el que apadrinó al actual ministro, lo que vuelve a dar una idea de su influencia sobre el presidente del Gobierno cuestiones de política exterior.

Toledo y García-Berdoy

Moragas se mantiene como el referente de un grupo que ahora engrosan Jorge Toledo, en la Secretaría de Estado, y Pablo García-Berdoy, embajador representante permanente en la UE.  Toledo es un hombre de Moragas y ya estuvo bajo sus órdenes en la anterior legislatura al dirigir el Departamento de Asuntos Europeos y G20 en el Gabinete del jefe del Ejecutivo.

Son los tres nombres fundamentales de una larga negociación diplomática en el siempre proceloso mundo comunitario, donde no hay que dejar de presentar batalla so pena de perder todas las guerras. Solo así fue posible que el borrador comunitario para el Brexit recogiera en su punto 22 que "después de que Reino Unido deje la Unión, ningún acuerdo entre la UE y Reino Unido podrá ser aplicado en el territorio de Gibraltar sin un acuerdo entre España y Reino Unido", o, lo es lo mismo, consagra el derecho de veto de nuestro país.

Los negociadores españoles culminaron su trabajo durante el congreso del PPE

El reciente congreso del Partido Popular Europeo (PPE), celebrado en Malta los días 29 y 30 de marzo, constituyó el último escenario escogido por los negociadores españoles para ejercer presión sobre los partidos de la numerosa familia de centro-derecha. A su favor también tenían que los conservadores europeos copan la presidencia de las tres grandes instituciones comunitarias. Son el presidente del Consejo Europeo, Donald Tusk; el de la Comisión, Jean Claude-Juncker, y el de la Eurocámara, Antonio Tajani, que debe su cargo al PP. Vaya, que era como jugar en casa frente a un adversario, Reino Unido, que ha decidido abandonar el terreno de juego a mitad del partido

Ha habido además, otros actores que han participado del guión en mayor medida que el propio Dastis. Es el caso del secretario general del PPE, Antonio López-Istúriz, o de Álvaro Renedo, sustituto de Toledo en el gabinete de Moncloa, al lado mismo de Moragas.

Falta de perfil político

De hecho, Dastis enturbió más que facilitó. Sus palabras respecto a que España podría acabar apoyando a una Escocia independiente, justo cuando se estaba celebrando el triunfo gibraltareño, no cayeron nada bien por mucho que se intentara minimizar su impacto. Buen conocedor de los entresijos de la Unión, gran funcionario comunitario, Dastis carece de perfil político, nada que ver con su antecesor. Uno por tanto y otro por tan poco, ejerce de ministro bis precisamente el hombre al que Rajoy negó el Ministerio de Exteriores: Moragas.