IU ha impreso su marca en la agenda de Podemos. Es el balance que hacen unos y otros un año después de que IU y Podemos sellaran la alianza electoral para presentarse juntos a las elecciones del 26-J. A corto plazo, el pacto no dio los resultados previstos y la suma hizo perder votos a la coalición respecto a los comicios del 20-D. Un análisis más pausado deja ver una evolución en las dinámicas de los dos partidos, que desde Vistalegre II han reforzado sus lazos y han llevado su confluencia al terreno discursivo.

En Izquierda Unida se muestran abiertamente satisfechos con la alianza, con la que pasaron de 2 diputados en diciembre de 2015 a 8 representantes en los comicios de junio. Mientras un sector crítico dentro de IU, liderado por Gaspar Llamazares, critica la falta de visibilidad que les ha supuesto la alianza, desde la dirección restan importancia a esta corriente, y aducen a que es "sólo un 4%" del partido. Sí reconocen en cambio que el nombre del grupo confederal, "Unidos Podemos", hace que habitualmente se obvien las siglas del partido histórico. Una pérdida que recuperan en otros aspectos: en el alcance de sus propuestas y en el propio discurso de Podemos.

La presencia de IU en actos públicos ha aumentado después de Vistalegre II

Desde IU hacen hincapié en la proyección que les ha dado pertenecer al tercer grupo más numeroso del Congreso de los Diputados, y señalan que su presencia ha aumentado desde que culminó la Asamblea Ciudadana Estatal de Vistalegre II, el pasado febrero, donde se enfrentaron las tesis de Pablo Iglesias, más partidario de estrechar lazos, y la del que fuera su número dos, Iñigo Errejón, que defendía remarcar la identidad propia. La victoria de Iglesias ha dado oxígeno a los representantes de Izquierda Unida, que ahora ocupan una parte esencial de todos los actos públicos. Desde que finalizó el debate interno del partido morado, los representantes de IU cuentan con más margen de actuación y sus propuestas ganan peso en el grupo parlamentario. "Hay más debate", reseñan.

Sin embargo el terreno donde han ganado más peso es el discursivo. "Hemos hegemonizado el discurso", reseñan fuentes del partido, que advierten que algunas de sus propuestas más significativas han sido recibidas por Podemos como propias. Como ejemplos, la iniciativa que pedía suprimir las misas católicas de la televisión pública o una iniciativa sobre la eutanasia presentada por el grupo. Algunas voces del partido morado también reconocen este viraje y aseguran que desde hace unos meses a esta parte "Podemos ha asumido como propias las tesis de IU".

Tres de los cuatro diputados que debatieron las enmiendas al PGE eran de IU

En IU tienen el convencimiento de que han ganado ese pulso, y un factor determinante ha sido, señalan, la experiencia parlamentaria con la que cuentan. "En ocasiones se ve que, por inexperiencia, no saben cómo proceder, y nos necesitan".  Se vio claramente el pasado martes, durante el debate de las enmiendas a los Presupuestos Generales del Estado, uno de los debates decisivos de la legislatura. Por parte de Unidos Podemos, cuatro diputados defendieron la postura del grupo en el pleno, y tres de ellos eran de IU. Por parte de Podemos, sólo defendió la tesis Alberto Montero Soler, mientras que salieron a la palestra Alberto Garzón, Joan Mena y Yolanda Díaz; tres de los ocho diputados totales de IU.

No es la única muestra. Desde IU se consideran responsables de la estrategia llevada a cabo por Unidos Podemos para sacar adelante la moción de censura, puesto que la iniciativa de mantener reuniones con la sociedad civil partió del partido liderado por Alberto Garzón, defienden fuentes de su partido. Más allá de esta versión, se ha constatado la presencia de representantes de IU en estas reuniones.

Las tensiones del acuerdo

La relación entre IU y Podemos siempre ha estado ligada a la situación interna del partido morado. Unos lazos que se remontan a los mismos orígenes del partido ahora liderado por Iglesias. Alberto Garzón tuvo la opción de comandar Podemos en sus inicios pero rechazó esta posibilidad para quedarse en el partido histórico. Fue en 2014, en la antesala de las elecciones europeas, cuando Pablo Iglesias le tentó por última vez para que fuera el candidato del partido morado a los comicios. El rechazo de Garzón a un partido entonces emergente pesó en el líder de Podemos, que tras el éxito inicial del partido renegó de cualquier pacto con Izquierda Unida.

Los recelos a esta unión procedían también de la situación interna de Podemos: el sector más cercano a Iñigo Errejón recelaba de la unión, que amenazaba con desdibujar la marca del partido morado, entonces recién nacido. Después de algunas reuniones con Garzón, Iglesias dio un portazo al acuerdo con IU, abortando cualquier posibilidad para ir juntos a las elecciones del 20-D. Cuatro meses después de aquello, el líder de Podemos destituyó a Sergio Pascual, mano derecha de Errejón, provocando una crisis interna que distanció al entonces número dos del secretario general, que se alejó de las tesis del que fuera secretario político de Podemos.

Esta coyuntura vino de la mano con otra circunstancia: la suma de los resultados de ambos partidos tenían un 'sorpasso' al PSOE como resultado. El intento de ser el primer partido de oposición llevó a Iglesias a ceder. El líder de Podemos que meses antes se había dirigido a Garzón con cierta hostilidad, llegando a bautizarle como "pitufo gruñón", accedió entonces a unirse en una coalición electoral que, un año después, traspasa la cuestión estratégica y se convierte en una unión que cruza las barreras del terreno discursivo.