Contaba 16 años cuando daba sus primeros pasos en la radio. Siempre relacionado con el mundo de la información, Chema Gil Garre (Cartagena, 1966) se ha movido en las áreas de Tribunales, Seguridad y Defensa, donde ha realizado múltiples investigaciones destacadas, especialmente por asuntos de corrupción. Paralelamente, ha trabajado sobre terrorismo internacional. Desde hace seis años está sumergido en la investigación Nuestros yihadistas, cuyo objetivo es localizar a través de redes sociales a terroristas del Daesh y Al Qaeda vinculados a España, Francia o Marruecos entre otros países de nuestro entorno. Estas investigaciones le llevan en muchos casos a contactar con los terroristas, hablar con ellos para detectar cuadros motivacionales, amenazas para España... algo que le ha acarreado amenazas de miembros del Daesh (Estado Islámico) y sus simpatizantes.

Pregunta.- Chema, ¿por qué te ha apasionado la lucha contra el terrorismo?

Respuesta.- Policías, guardias civiles, militares, agentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) son hombres y mujeres extraordinarios. Puedo decirte que conozco razonablemente bien el trabajo de la lucha antiterrorista y si hay una palabra que identifica a su gente es la pasión. He visto como un mando policial estaba en plena operación capturando una célula terrorista mientras su esposa estaba en el hospital dando a luz. Es la pasión por servir y servir bien la que lleva a unos policías españoles, destinados en la embajada de Londres, a ayudar a la familia de Ignacio Echeverría a vivir esos terribles días, haciéndoles sentir la solidaridad de todos los españoles. Es la pasión por servir la que lleva a la gente del Centro Nacional de Inteligencia a trabajar desde la discreción, sin reconocimientos ni oropeles, para asegurar y garantizar nuestros derechos y libertades. Es la pasión por servir y servir bien la que lleva a nuestros militares a estar presentes en medio mundo trabajando en primera línea contra la expansión del terrorismo internacional. Euprepio, esa es la palabra: pasión. La pregunta sería cómo no podría vivir apasionadamente mi trabajo de investigación y análisis observando la labor de toda esa gente. Cuando alguno de ellos te dice que un análisis, un informe, un trabajo de investigación tuyo ha resultado útil y además ayuda a que exista un cierto conocimiento por parte de la sociedad sobre estas cuestiones tan importantes es suficiente estímulo como para vivir con pasión este trabajo.

P.- El yihadismo global está ya en lo que se define como el tercer período de su evolución desde que Al Qaeda fuese establecida en 1988. La gran novedad de este tercer período no es otra que la irrupción, en junio de 2014, del denominado Estado Islámico (EI). Ambas, al-Qaeda y el EI, rivalizan en la actualidad por liderar el terrorismo pero todo apunta a que en futuro pueda haber una futura cooperación entre ambas organizaciones. ¿Qué diferencia hay entre las dos grandes multinacionales del terrorismo yihadista?

R.- La teleología -es decir el objetivo final- que ambas organizaciones verbalizan es la misma: la consecución de un califato global en el que queden excluidos y se pueda aniquilar a cualquiera que no comparta su bazofia ideológica, empezando por los propios musulmanes y siguiendo por los infieles. Las diferencias las vamos a encontrar más en el ámbito estratégico y táctico y, evidentemente en todo lo que tiene que ver con el liderazgo del terrorismo yihadista que, no lo olvidemos, se conforma en sí mismo como una ideología. El autodenominado Estado Islámico, el Daesh, considera que Al Qaeda se ha desviado hasta de los propios designios del que fuera su seikh, Osama Bin Laden. En cuanto al 'enfrentamiento' entre ambas organizaciones yo diría que éste ha sido menos intenso de lo que se ha transmitido y, en mi opinión, veremos en el futuro como ambos actores se aproximarán mucho más, especialmente cuando dirijan sus ataques en Europa. De hecho ya hemos visto operativos terroristas en suelo europeo cometiendo diferentes acciones que han ejecutado de forma coordinada. El ejemplo paradigmático lo encontramos en enero de 2015 cuando actuaron los hermanos Kouachi contra el semanario Charlie Hebdo y Amedy Coulibaly en el supermercado Kosher. Mientras los primeros estaban vinculados a Al Qaeda, el segundo estaba vinculado al Daesh.

P.- Cada día la amenaza terrorista cuenta con nuevos focos y más complejidad que nunca. Los ciudadanos y los estados occidentales a menudo demuestran que están perdidos frente a este drama. ¿Cómo definirías la respuesta que se ha dado hasta la fecha por parte de Occidente?

R.- El terrorismo yihadista, en su expresión actual, nació a finales de los años 80 del siglo pasado, en las postrimerías de la guerra afgano-soviética y, desde entonces, no ha dejado de crecer, de expandirse, de captar nuevos adeptos en el conjunto del mundo. Contra los diferentes actores del yihadismo hemos dirigido guerras durante años; basta que pensemos en la guerra de Afganistán en 2001 y la guerra espúrea de Irak en 2003. Pese a ese esfuerzo bélico, pese al innegable trabajo policial, esta ideología criminal no ha dejado de crecer y ha captado a jóvenes no sólo para que viajen y se incorporen a un conflicto bélico, sino para que golpeen violentamente, incluso, en los países en los que sus adeptos han nacido o crecido. Todo ello me lleva a concluir que hemos dirigido unas respuesta erráticas y muy parcialmente eficaces. Creo que se han dirigido respuestas demasiado simples para la complejidad que la amenaza nos exigía y aún estamos en ello. No hemos comprendido que esta amenaza necesita respuestas multidimensionales que van más allá de lo militar y lo policial.

Esta guerra la vamos a tener que desplegar también en el mundo de las ideas y sobre eso apenas se ha hecho nada y todo ha sido bastante ineficaz, desgraciadamente. En definitiva, tenemos que dirigir respuestas bélicas donde el terrorismo se exprese bélicamente; respuestas policiales y de inteligencia donde el terrorismo se exprese de manera más asimétrica y tendremos que construir respuestas -que tendrán efectos a medio y largo plazo- en el ámbito de las ideas, la narrativa, la contraideologización, en la educación, a nivel social. Los dirigentes de este terrorismo manejan diferentes escalas de tiempo a las que manejamos en Occidente. Nuestros plazos son cortos, las legislaturas políticas por ejemplo. Ellos siempre han dicho que nosotros tenemos los mejores relojes, pero que el tiempo lo manejaban ellos.

P.- En Occidente ha costado mucho hablar de guerra contra el terrorismo Islámico. ¿Se ha asumido que esta es una guerra y que será muy larga?

R.- Yo nunca hablaría de terrorismo islámico, como no hablaría de terrorismo cristiano porque las milicias cristianas en Centroáfrica cometan atentados; tampoco hablaría de terrorismo budista por más que haya budistas en Myanmar que asesinen en acciones violentas a cientos de musulmanes. Cuando hablamos de terrorismo y le añadimos -sin matices- el nombre de una religión, inconscientemente le entregamos una victoria a los terroristas. El terrorismo yihadista pretende que el mundo mire al Islam, como si en realidad ellos fueran expresión del hecho religioso islámico, cuando no es así. Confundir Islam con terrorismo o musulmanes con terroristas es injusto y -además- es un simplismo que coopera con los propios intereses de los terroristas.

P.- ¿Qué opinas del terrorismo low cost y de la dificultad de luchar contra él?

R.- Están siendo protagonizados por individuos que no vienen de Siria, Irak o países lejanos, han nacido aquí, se han criado aquí. Es más, podemos afirmar que Europa se ha convertido en exportadora de terroristas a lugares de conflicto. Es terrorismo low cost porque se caracterizan por una nula complejidad organizativa pero consiguen un alto impacto, y porque quienes lo ejecutan son individuos que no necesitan recursos para cometer atentados, basta un cuchillo, un automóvil o un camión para matar a decenas de personas. Atacan en el ámbito de lo cotidiano de la gente y saben que, de forma dramáticamente sencilla y económica van a conseguir desestabilizar la sociedad en la que atacan. Son ataques eficaces porque, precisamente por su escasa complejidad, no van dejando rastros de su eventual preparación. Este terrorismo low cost es un gran reto para nuestras fuerzas de seguridad a las que los países tienen que dotar de medios y -sobre todo- de un corpus legislativo potente y eficaz. En España estamos, en este sentido, a la vanguardia y aplicando un modelo que nos permite acciones policiales ultratempranas, consecuencia del pacto antiyihadista; pacto al que incomprensiblemente no se ha unido Podemos en un ejercicio que para mí o es puro cinismo o simple indolencia.

P.- Desde el atentado del 11-M, España no ha sido tocada por nuevos ataques. ¿Cuál es tu opinión sobre el nivel de alerta en nuestro país? ¿Podemos estar tranquilos o estamos en la diana de los terroristas?

R.- Tenemos una legislación muy potente y, sobre todo, tenemos -desgraciadamente- mucha experiencia en cuanto a lucha antiterrorista. Nuestra Policía ha sabido desarrollar trabajos bilaterales e internacionales muy interesantes como todo lo que se está realizando con las fuerzas de seguridad e Inteligencia del reino de Marruecos. No podemos vivir con miedo, pero sí debemos vivir conscientes de la amenaza. Estamos en la diana de los terroristas, somos un objetivo que antes o después será atacado. Hasta ahora se han evitado atentados, se ha detenido decenas de terroristas, pero la seguridad al cien por cien no existe. España, Al-Andalus, es un objetivo muy simbólico y si no han logrado cometer atentados ha sido, sin lugar a dudas, por la eficacia policial. Los españoles deben saber que estamos en buenas manos.

P.- Habrás hablado con musulmanes en España y muchos otros países. ¿Cómo viven esta tragedia? ¿Qué sentimientos despierta en ellos esta ola de atentados yihadistas?

Ponerte en el papel de estos individuos para extraer información útil es un trabajo que te quiebra, te rompe"

R.- Viven con horror cada atentado, cada acción violenta. El terrorismo yihadista pretende, por una parte, secuestrar la fe de 1.600 millones de musulmanes que hay en el mundo (casi un tercio de la humanidad) y, por otra parte, establecer una suerte de guerra internacional absolutamente asimétrica que se manifiesta con dimensiones y parámetros diferentes a las guerras que hemos conocido en la historia. A veces tenemos la tentación de pedirles a los musulmanes casi que pidan disculpas por lo que hacen los yihadistas; eso es injusto. Es como si a un señor de Bilbao, que cada mañana se levanta para trabajar y mantener a su familia le exigiéramos que pidiera disculpas por lo que ha hecho la ETA, sería injusto y absurdo. Se pretende a veces que los propios musulmanes se sientan identificados con el terrorismo que usa el nombre de su religión, cuando ellos viven ese fenómeno como algo que le es ajeno a su fe, a su hecho religioso.

P.- Frente a tanto dolor y muerte, ¿cuál es tu antídoto?

R.- No tengo ningún antídoto. He tenido que hablar con algunos terroristas muy crueles en los últimos años, para analizarlos a través de sus redes sociales. A veces eran días de conversaciones mediante los servicios de mensajería. Desarrollas falsas empatías para mantener activas las conversaciones y en esos momentos tienes que tragarte toda la basura ideológica, ver sus acciones crueles, degollamientos, crucifixiones. Cuando observas al ser humano cosificar a otros seres humanos hasta el extremo de considerar su asesinato como algo bondadoso sientes náuseas y en algún momento escalofríos. Yo soy un hombre de fe, soy cristiano, pero siento un profundo respeto por el Islam y por los musulmanes y cuando ves las vomitivas reivindicaciones de sus atentados en nombre de Dios se te hiela el corazón. Todo esto te hace perder el sueño, llorar, sentir a veces que el alma se vacía de todo lo bueno. Intentar ponerte en el papel de estos individuos el tiempo necesario para extraer información útil sobre sus motivaciones, orígenes, inquietudes, deseos, amenazas... es un trabajo que te quiebra, te rompe, te entristece.

P.- Algunos de esos terroristas a los que has investigado  o que aparecen en tus investigaciones ha pedido en redes sociales tu cabeza...

R.- La segunda vez que me ocurrió fue muy inquietante. El perfil del terrorista en redes captó una imagen mía cuando estaba en el programa Mas Vale Tarde de La Sexta. Hablábamos de un individuo que se hacía llamar Bilal Wahabí que pertenecía a Daesh y estaba vinculado a terroristas relacionados con España. Colgó un mandato para que me degollaran y en las respuestas que luego vi no faltaba quien se ofrecía para cortarme el cuello en una ciudad en la que alguien pensó que yo vivía en esos momentos y a la que sólo fui a dar una conferencia. Estas amenazas inquietan pero no me asustan, no se trata de un acto heroico es el ejercicio racional y consciente de que si dejamos de ejercer nuestros derechos por miedo al terrorismo ya habrían ganado. Yo me siento muy seguro porque nuestras Fuerzas de Seguridad del Estado y la Audiencia Nacional se ocupan de investigar estas situaciones y sólo siento palabras de agradecimiento, de un emocionado y profundo agradecimiento. El miedo no puede atenazarnos, paralizarnos, sino estimularnos para dar la cara, enfrentarnos y escupirles a la cara de los violentos que no son más que basura, una excrecencia de la historia.

P.- ¿Es demasiado tarde para crear una contra narrativa en Occidente que permita evitar este tsunami contagioso que es el odio hacia occidente, la libertad y las democracias?

R.- Nunca es tarde si la dicha es buena, pero cuando abordemos esto hagámoslo de manera eficiente. En esa contra narrativa debemos ser conscientes de que el hecho religioso no sólo no es un problema sino que es un aliado y para elaborar una contranarrativa eficaz. Debemos tomar a los musulmanes como aliados.

P.- ¿Cual es el mapa del terrorismo yihadista en este momento?

Debemos tomar a los musulmanes como aliados"

R.- Mucha gente, incluso responsables políticos, parecen apuntar que acabado con el Daesh en Siria o Irak se habrá acabado con este actor del terrorismo yihadista. Y no es así. Ya veremos cómo se acaba y qué queda en aquel territorio, pero el Daesh se internacionalizó con franquicias locales en Asia, Oriente, África e incluso con grupos afines en Europa. En estos años de máxima exposición mediática del autodenominado Estado Islámico parece que se hubiera obviado a Al Qaeda, como si este actor hubiera desaparecido cuando no sólo no es así sino que ha logrado nuevas franquicias. Este fenómeno actuará con más o menos intensidad pero nos puede acompañar todo el siglo XXI, de momento el siglo empezó marcado por su violencia con el atentado de las Torres Gemelas en el World Trade Center de New York y el Pentágono en 2001 y, desde entonces, ha sido el elemento que ha marcado más intensamente la agenda internacional.

P.- ¿Temes un incremento importante de atentados en occidente debido a esta pérdida de poder de Daesh en Siria?

R.- El terrorismo de etiología yihadista ha incrementado sus acciones exponencialmente en Europa. Entre los atentados de Madrid en 2004 y el de Charlie Hebdo en París en enero de 2015, el yihadismo atentó en Europa a un ritmo de un atentado cada 22 meses, es decir, cada dos años. Desde enero de 2015 hasta los atentados de Londres y el más reciente de París, el terrorismo yihadista ha cometido un atentado con múltiples víctimas cada mes y medio. Estas cifras nos dicen mucho de por donde pretende caminar este fenómeno criminal en relación con Europa.

P.- ¿Cómo nos atacará este terrorismo?

R.- Lo estamos viendo en estos días en Hamburgo y en París. Sujetos que actúan individualmente o integrados en células de escasa complejidad. Atacarán en cualquier lugar. Observo últimamente imputar demasiadas acciones a enfermos mentales por cosas que normalmente no hacen los enfermos mentales. Demasiadas acciones puntuales que en realidad conforman un sumatorio que puede terminar por generar un estallido social para el que la sociedad y los estados no han hecho nada más que introducir los elementos que agravarán las consecuencias del mismo.

P.- Otro riesgo enorme son los retornados. En el caso de Francia, hay 200 excombatientes que desertaron y volvieron al país sobre un total de 600 a 700 que se enrolaron en el Estado Islámico. En un informe reciente, la policía de Alemania ha revelado que sobre 850 personas que salieron del país, unos 275 están de regreso. En Holanda, hay 80 miembros del EI dispuestos a participar en una acción terrorista, según un oficial de inteligencia de ese país, y en Bélgica 117. ¿Qué hacen los países que reciben estos retornados para evitar que puedan actuar?

Al Qaeda no ha desaparecido, ha logrado nuevas franquicias"

R.- En España, tras la reforma legislativa que antes he citado, acudir a zonas de conflicto de este tipo es una conducta tipificada penalmente y podemos actuar, incluso recluyendo en prisión a los sujetos imputados; pero como bien has descrito, en el conjunto de Europa, son centenares de retornados y muchos de ellos vienen ideologizados. Son admirados en ciertos entornos sociales, tienen potencialidad proselitista, o lo que es lo mismo de establecer entorno a ellos núcleos de radicalización y de eventual captación.

Yo creo que ningún país europeo tiene capacidad policial para establecer un meticuloso seguimiento y control de movimientos respecto de todos y cada uno de sus potenciales elementos yihadistas, de ahí que observemos con frecuencia como, tras cada atentado, resulta que los atacantes estaban fichados o habían sido investigados por las fuerzas de seguridad y los servicios de inteligencia. Y, sin embargo, no estaban en prisión. Estamos ante un reto verdaderamente complejo y esto nos exige ser imaginativos, inducir la colaboración ciudadana y establecer dinámicas preventivas frente a la radicalización violenta y en esto tenemos modelos de ciudades que ya están haciendo cosas verdaderamente serias, como Málaga. Es impresionante su trabajo, y espero que los resultados que obtengan sean igualmente ilustrativos para que otros ayuntamientos tomen la iniciativa de trabajar en este sentido.

P.- ¿Qué te esperas del futuro? ¿Cuáles son los siguientes pasos de tu carrera?

R.- Te confieso que hay días que estoy por abandonar todo esto, son muchos años viendo violencia, crueldades; pero me he comprometido de forma ilusionada con el International Security Observatory (ISO), un espacio español para el análisis, la reflexión, la opinión sobre cuestiones de Seguridad y Defensa. Encuentro estimulante, y es lo que me hace mantener el ánimo suficiente, el trabajo de amigos de la Policía, la Guardia Civil, el CNI y los diferentes ejércitos; y la labor extraordinaria de otras personas como Manuel Gazapo Lapayese que fue quien encabezó el Observatorio de Seguridad Internacional, rabiosamente joven y extraordinarimente preparado, y al que no pude decirle que no cuando me invitó a incorporarme. Estoy escribiendo un libro con las experiencias del trabajo realizado hasta ahora sobre el que hay algún interés por parte de una editorial que ha pensado que puede interesarle a la gente.