Sostiene el filósofo alemán Jürgen Habermas que las redes sociales, igual que pueden contribuir a desestabilizar regímenes autoritarios como ocurrió en la primavera árabe, cuando se utilizan para difundir interesadamente información falsa, pueden erosionar los fundamentos de las democracias. Las fake news (noticias falsas), palabra del año según el diccionario Collins y aceptada su versión española (posverdad) por la Real Academia Española, dan forma a una nueva amenaza global. En 2017 saber lo que pasó y lo que no pasó en el mundo resulta tan complejo como necesario.
Las guerras de propaganda o desinformación han existido desde los griegos y los romanos. Decía el historiador Publius Cornelius Tacitus que “la verdad se robustece con la investigación y la dilación; la falsedad, con el apresuramiento y la incertidumbre”. En el siglo XXI, tiempo de pocas certezas, somos víctimas de la urgencia y de la falta de rigor.
El actual auge de las fake news se debe a los avances tecnológicos y a la socialización que propician. Su poder desestabilizador es cada vez mayor. Son “el mayor problema político al que hacen frente los líderes en el mundo”, asegura en The Economist Jim Messina, consultor político de varios presidentes y primeros ministros.
A finales del siglo XIX España fue víctima en la Guerra de Cuba de lo que hoy llamaríamos desinformación. La prensa sensacionalista difundió una versión interesada sobre la explosión del Maine, el acorazado estadounidense varado en el puerto de La Habana, que ponía en el objetivo a España. Así se favoreció el estallido del conflicto, como convenía a Washington, que ya había intentado hacerse con Cuba a golpe de dólar. Entonces era más complicado el acceso a la información, más lenta su difusión y el efecto, más localizado.
Las 'fake news' suelen ser más cortas y con más adjetivos llamativos"
“La fake news son noticias falsas difundidas con intención premeditada. No es un fenómeno nuevo pero cambia con Internet al acelerarse la distribución de la información y socializarse el contenido masivamente. Obedecen a un patrón: suelen ser más cortas, hay más nombres propios y más adjetivos llamativos. Hay instrumentos para detectarlas pero la arquitectura de Internet hace imposible impedir su difusión inicial”, explica Alex Rayón, responsable de Big Data en la Universidad de Deusto.
También destaca Rayón cómo responden a tres objetivos: “El fin puede ser ideológico, por ejemplo, se recurre a ellas para alterar procesos electorales; bien económico, para atraer tráfico a una determinada web y así lograr ingresos publicitarios por audiencia; o bien por pura maldad”.
El diccionario en lengua inglesa Collins ha designado la expresión fake news como palabra del año tras detectar que su uso había aumentado un 365% desde 2016. Se trata, según su acepción, de “información falsa, con frecuencia sensacionalista, distribuida como si fuera una noticia veraz”. En español, la RAE opta por “posverdad” como “distorsión deliberada de una realidad, que manipula creencias y emociones con el fin de influir en la opinión púbica y en actitudes sociales”.
Hay expertos, como los que trabajan en FactDraftNews en EEUU, que recelan del término fake news porque les parece poco concreto y fácil de usar erróneamente, como hace en reiteradas ocasiones el presidente Donald Trump, para quien la expresión se refiere a toda aquella información que no le gusta.
Según Claire Wardle, de FactDraftNews, “se trata de todo el ecosistema completo de información, más que de noticias solamente. Y el concepto 'falso' es demasiado limitado. Sería información errónea (difusión involuntaria de información falsa) y en otras ocasiones desinformación (creación y difusión de información que se sabe que es falsa)”.
De desinformación se nutre la guerra híbrida, concepto acuñado por la OTAN, que hoy está en marcha en todo el mundo. La Estrategia de Seguridad Nacional del gobierno español destaca el riesgo de la guerra híbrida, concebida como “ciberataques, manipulación de información y presión económica con el fin de influir en procesos electorales”.
En 30 países se han desarrollado campañas basadas en falsas narrativas
El último informe de Freedom House apunta a 30 países como foco de campañas basadas en falsas narrativas. Considera probada la intervención rusa en la campaña electoral de EEUU y en otros procesos electorales en Europa, pero destaca cómo en muchos países como Venezuela, Filipinas o Turquía se recurre a ejércitos de “formadores de opinión” para controlar a la propia población.
Estos soldados del teclado son expertos en elaborar fake news que se viralizan a gran velocidad. Hay dos elementos que ayudan a mayor viralización: el sentido del humor y la ira. Combinados son un arma de difusión masiva.
El momento culminante de la desinformación en la historia reciente fueron las elecciones en EEUU, a finales de 2016. Sucedieron fenómenos insólitos como que un joven rumano de 24 años, Ovidiu Dobrota, fundador de una comunidad de Facebook de 350.000 seguidores, difundiera cuatro de las 10 noticias falsas de mayor audiencia.
Dobrota logró suculentos ingresos a través de la plataforma de venta de publicidad de Google. También sacó buen rédito económico un grupo de jóvenes de Veles, Macedonia, donde se registraron más de un centenar de sitios pro Trump.
Yevhen Fedchenko, cofundador de StopFake, creada en marzo de 2014 para comprobar la difusión de desinformación en Ucrania, señala que 2017 ha sido interesante “porque Rusia ha recurrido a las fake news por razones políticas en muchas partes del mundo, desde EEUU, a Francia, Alemania, Cataluña… Son actuaciones que benefician a la agenda política de Rusia. Busca que la unidad del mundo occidental quiebre y quiere echar del juego político a los partidos tradicionales, así como a la UE o la OTAN”.
Nadie parece inmune a la herramienta de desinformación que se puso a prueba en Ucrania"
Fedchenko lamenta que muchos países no hicieran caso de sus advertencias hace tres años. “Creyeron que se trataba de un asunto relacionado exclusivamente con el conflicto entre Rusia y Ucrania, y fue un gran error pensar que no pasaría en otros países… Nadie parece inmune a la herramienta de desinformación que se puso a prueba en Ucrania. El problema es que se origina de forma lenta, con un perfil bajo y es invisible para la mayor parte de la gente, pero una vez puesta en marcha es imparable. Es importante actuar antes de que sea demasiado tarde”.
En 2017 lo más destacado, según Myriam Redondo, periodista y profesora de Redes y Relaciones Internacionales, ha sido “el conocimiento más detallado de los perfiles falsos creados desde la fábrica de trols rusa Internet Research Agency. Facebook y Twitter han dado datos de su actividad perniciosa. No es tan peligrosa como algunos titulares nos quieren hacer creer, pero es curioso saber, por ejemplo, que un viral sobre una musulmana que aparentemente no hacía caso a las víctimas de un atentado en Londres fue impulsado por uno de estos perfiles. Propósito: dividir, polarizar, enfadar”.
Si damos una vuelta al mundo a través de las fake news veremos lo que ha pasado y lo que no ha pasado en este año que ahora concluye:
1. Donald Trump, inventor 'fake'. “Uno de los términos más geniales que me he inventado es fake (falso)”, confesó Trump en el show de Mike Huckabee en octubre pasado. Es cierto que se ha apropiado de la expresión, que llegó a usar en un solo día de septiembre hasta ocho veces, pero no es falso que sea creación suya. Cerca de 200 veces lo ha utilizado en su primer año de Presidencia. Y va a seguir.
Trump califica como fake news, por ejemplo, “toda la conspiración sobre la desinformación rusa” en su campaña. Politifact ha llegado a contar hasta 329 declaraciones públicas del presidente que son parcial o totalmente falsas. Entre ellas, el resumen del año de The Washington Post recuerda cómo Trump equiparó su programa anti inmigración, centrado en los musulmanes, con el de Obama, o sus desmentidos de las declaraciones del ex director de la CIA, Jim Comey, sobre la trama rusa.
En otras ocasiones se dedica a difundir calumnias contra minorías, como su polémico retuit de unos videos anti musulmanes de Jayda Fransen, vicelíder del grupo ultraderechista británico Britain First. La primera ministra británica, Theresa May, le llamó la atención por hacerse eco de “narrativas de odio basadas en calumnias”. Twitter ha bloqueado la cuenta de Fransen.
I never asked Comey to stop investigating Flynn. Just more Fake News covering another Comey lie!
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) December 3, 2017
“Trump hace de las fake news un arma. Difunde medias verdades en sus discursos y redes. Sus fieles se lo creen y las comprobaciones llegan tarde. Es el gran adalid de las fake news, como otros líderes autoritarios como Putin. Son los candidatos populistas los que recurren a estas estrategias”, afirma Luis Tejero, consultor político.
2. La ofensiva de #Macronleaks. En el polo opuesto a Trump se sitúa el presidente francés, Emmanuel Macron, cuya campaña sufrió un ataque furibundo de desinformación cuando apenas faltaban 36 horas para que se celebrara la segunda vuelta de las presidenciales en Francia, el pasado 8 de mayo. Desde la cuenta de Jack Posobiec, un activista pro Trump que ya viralizó noticias sobre la rival demócrata, Hillary Clinton, se difundieron filtraciones de correos electrónicos que habían sido robados a los servidores del partido de Macron.
https://twitter.com/JackPosobiec/status/860567072010620929
En los correos había detalles sobre facturas de consumo de drogas, evasión de impuestos, gastos que no correspondían al partido… Se viralizaron rápido y más tarde se comprobó que se habían manipulado para añadir información. Había rastro de caracteres cirílicos en los metadatos.
El equipo de Macron, a diferencia de los asesores de Clinton, actuó con gran eficacia. “Contrató a expertos de Oxford que utilizaban las mismas palabras clave y las devolvían en positivo. No se podían borrar esas filtraciones pero sí taparlas de esta forma para resituarlas en Google”, señala Rayón.
3. Desaparecidos inventados y muertos que resucitan en los atentados de Manchester, Londres y Barcelona. La viralización de informaciones erróneas es habitual cuando hay ataques terroristas en ciudades occidentales. En Manchester se daba por desaparecida a una niña que en ese momento estaba en el colegio en Melbourne, un youtuber tuvo que poner un vídeo suyo para desmentir su muerte, y también se dijo que la cantante Ariana Grande estaba herida, pero no fue así. Hay quienes buscan seguidores y otros actúan por pura inconsciencia.
En Londres lo más llamativo fueron esas imágenes de una musulmana que aparentemente no hace caso de las víctimas. Incluso llegaron a vincular al senador John McCain, por su supuesto apoyo al Ejército Libre de Siria vinculado a la milicia libia, con uno de los terroristas de Londres, un libio llamado Rachid Redouane. Esta noticia falsa fue una de las más difundidas en el Reino Unido, según informaba vice.com.
En los atentados de Barcelona y Cambrils del pasado 17 de agosto volvieron a propagarse rumores como si fueran noticias, desde que el terrorista se había atrincherado en un bar de las Ramblas hasta que uno de los autores era voluntario independentista, o que había otro ataque en Reus. También hubo desaparecidos fantasma y víctimas que no lo fueron.
Las fuerzas de seguridad han reforzado sus equipos de redes sociales para dar información rápidamente y siempre insisten en no hacerse eco de aquellos datos no confirmados.
4. Cataluña, territorio sin ley para desinformadores. El desafío catalán ha sido un acontecimiento sobre el que los medios en Europa, y en el mundo, han informado con profusión. Al mismo tiempo ha estado en el objetivo de quienes se dedican a la desinformación. El investigador Javier Lesaca ha revelado cómo medios rusos como RT y Sputnik fueron los más influyentes, más que los españoles, en las jornadas previas y también inmediatamente posteriores al referéndum ilegal del 1-O. El 90% de esas cuentas estaban controladas por robots, según su informe.
Los bulos ligados a la jornada de votación del 1-O llevaron incluso a que medios como The Guardian se disculparan públicamente por creerse la versión de los cientos de heridos dada por la Generalitat. También se falsearon imágenes de heridos de otras manifestaciones. La mujer que clamaba haber sido herida en los dedos de la mano tampoco dijo la verdad.
Clara Jiménez y Julio Montes empezaron en Maldita Hemeroteca a desenmascarar estos bulos y ahora lo hacen en Maldita.es. Han llevado la relación pormenorizada de todas las falsedades difundidas sobre el proceso catalán. En vísperas de la votación del 21-D se intentó hacer creer que Indra realizaría el recuento de los votos y que manipularía los datos a contra del independentismo. También se dijo que el gobierno había engrosado el censo.
¡Uuuuuuuy! Ojo a las carteras. ¿Quién controla los resultados? ¿Indra/Gürtel? Ya los conocemos: victoria del PP. https://t.co/CohiX57f6M
— Ramón Cotarelo (@ramoncotarelo) November 7, 2017
En la jornada electoral del 21-D corrió el rumor a primera hora de que el candidato de ERC, Oriol Junqueras, había sido castigado con cinco días de confinamiento por conceder una entrevista a un medio catalán. La relación que realiza maldita.es incluye referencias al desmentido sobre la prohibición de votar con lazos amarillos, al supuesto cierre del instituto Ramón Llull en Alguer, que no es instituto desde 2015, o a los independentistas que se habrían atado a árboles envueltos en bolsas de basura.
5. Relacionan a Rusia con 1.310 casos. La web EUvsDisinfo ha confirmado este año 1.310 casos de noticias falsas, que atribuye a campañas ligadas a Rusia. Desde que se creó este plataforma, en marzo de 2015, han comprobado 3.680 fake news.
Entre lo que no ha pasado este año señala esta web que la canciller Angela Merkel no ha pretendido ocupar Ucrania, ni EEUU está ayudando al autodenominado Estado Islámico en Siria, como se decía en un video, que era realmente un videojuego. Tampoco hay riesgo de guerra civil en Suecia ni el Papa alertó sobre una invasión de inmigrantes.
6. Reino Unido, desde los ecos del Brexit al alcalde musulmán. Los cuatro bulos más viralizados, según los datos de LogicAlly, fueron compartidos 100.000 veces y tienen un millón de visualizaciones.
Son las siguientes, de acuerdo con la recopilación de Vice.com: el alcalde de Londres, a quien se le atribuye también querer imponer la sharia, no fue amonestado por la reina por sus críticas al presidente Trump, como pretendían hacer creer medios afines al presidente de EEUU. Tampoco hay un informe científico que haya exagerado los efectos del cambio climático. La tercera nota trataba sobre los desaparecidos que no lo fueron en el ataque de Manchester, y la cuarta sobre una encuesta que indica que los que rechazaban el Brexit quieren ahora que sea lo más duro posible.
7. Políticos y mafiosos, de funeral. El gobierno de Matteo Renzi quiere castigar con multas de hasta cinco millones de euros a quien propague noticias falsas. Hay indicios que apuntan a la Liga Norte y al Movimiento 5 Estrellas como artífices de bulos, cuyo fin es influir en el resultado electoral de las legislativas de marzo próximo. El caso más llamativo ha sido el de una imagen en la que se vería a la presidenta del Congreso, Laura Boldrini, y a la ministra Maria Elena Boschi, en el funeral de Totó Riina, recientemente fallecido en la cárcel. Ni siquiera hubo tal ceremonia. Todo era fruto de un montaje.
8. Assange como paradigma de la desinformación. Rayón sugiere como metáfora de la desinformación el engaño del que fue víctima Julian Assange, fundador de WikiLeaks, que últimamente ha ayudado a viralizar fake news de forma desaforada. El medio satírico El Mundo Today se burlaba de Assange diciendo que había difundido un tuit con palabras en catalán elegidas al azar para apoyar a los independentistas. Assange no comprobó qué medio era El Mundo Today y lo desmintió como si fuera El Mundo. Sobre el conflicto catalán Assange se ha empleado a fondo en estos meses.
Julian Assange ha empezado a tuitear palabras al azar en catalán para apoyar a los manifestantes. pic.twitter.com/iYbhH4Nedj
— El Mundo Today (@elmundotoday) September 20, 2017
La batalla contra la desinformación requiere la colaboración de Google, Facebook y Twitter. Van estableciendo medidas como indicadores de veracidad según el Trust Project. Facebook acaba de rectificar al ver que no es muy eficaz este método y ahora incluye enlaces verificados. Twitter interviene ciertas cuentas, como la de la ultraderechista británica, cuando hay pruebas de mensajes de odio, por ejemplo. “No hacen todo lo que deberían porque afecta a su cuenta de resultados. Su principal fuente de ingresos es el tráfico y los usuarios”, señala Rayón. The Economist llega a sugerir que cobren al usuario en lugar de depender tanto de la publicidad.
En Europa se están poniendo en marcha investigaciones, como la iniciada en el Parlamento británico, o el panel de expertos que impulsa la Comisión Europea. “Las noticias falsas son un ataque directo a los fundamentos de nuestra democracia”, ha dicho la comisaria de economía digital, Mariya Gabriel.
En España el Partido Popular ha presentado una proposición no de ley para descalificar las noticias falsas. Sin embargo, la idea de que se encargue de determinar la veracidad de las informaciones el Centro de Operaciones de Seguridad del Estado, organismo de nueva creación anunciado por la vicepresidenta, no goza del apoyo de los expertos. “Los gobiernos no son asépticos, son políticos y tendrán sus tendencias a la hora de determinar lo que es verdad y lo que no. Deberían ser expertos en ética, tecnología, y neutrales”, afirma Luis Tejero.
El periodismo del futuro será con verificación (digital y no digital) o no será", afirma Redondo
Según Myriam Redondo, “los gobiernos han de estar vigilantes pero alejarse de posiciones censoras (como decir qué es noticia falsa y ponerle sello) y a la vez impulsar más la educación en la lectura crítica y la verificación digital entre los ciudadanos”. Asimismo, los medios han de trabajar intensamente en ese proceso de verificación. “El periodismo del futuro será con verificación (digital y no digital) o no será”, añade.
Hasta el Papa ha condenado a quienes caigan en los “pecados de la comunicación”, que son a su juicio, "la desinformación, la falta de objetividad, la calumnia sensacionalista, o la difamación”. Todas estas acciones son “pecados graves que dañan el corazón del periodista y hacen sufrir a otros”.
Como decía John Keats hay que buscar “la belleza, porque es verdad, y la verdad, belleza. Es todo lo que sabes sobre la tierra y todo lo que necesitas saber”.
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