Hace semanas que escribió su testamento. Sabe que puede morir, que su cuerpo está herido de muerte por culpa de su resistencia inquebrantable. Defender la libertad, los derechos humanos, puede acabar con él. No le quedan muchas fuerzas para soportar la vida en la celda de una prisión rusa cerca del círculo polar ártico en la que está confinado. Ahora ni su corazón late igual, ni el hígado y el cerebro operan con la misma energía. Los casi cinco meses que prolongó su huelga de hambre -145 días- le han dejado secuelas severas que amenazan con hacerse irreversibles.
Oleg Sentsov (Simferópol, Ucrania, 1976) sabía que podía ocurrir. Pese a ello, está convencido de que merece la pena, que gritos proclamados al mundo desde uno de los lugares más inhóspitos y gélidos del planeta pueden cambiar las cosas. Lo siente por sus hijos, de los que hace cuatro años que le separaron acusado de preparar atentados terroristas contra símbolos rusos. En su entorno ya ha dado instrucciones para que a Alina y a Vlad los cuiden si él no está, si muere. En especial a su hijo, que padece autismo.
Su horizonte vital es tan precario como su pasado reciente. Este director ucraniano, experto jugador de videojuegos -llamó Game a su primera película- y activista contra la represión rusa acumula ya más de medio centenar de meses en prisión. Aún le restan 16 años más de condena. La esperanza le lleva a confiar en que a sus 42 años el cuerpo aguante o que la presión internacional que se ha pronunciado en su apoyo haga ceder a Putin.
A Sentsov ya no le quedan muchas fuerzas tras 145 días de huelga y cuatro años en prisión
A ello se aferra para poder ser él quien explique a Alina y Vlad por qué lo hizo. Por qué se enfrentó a un régimen como el del Kremlin, por qué se negó a retractarse de su activismo y a pedir perdón a quien hoy le tiene encarcelado y podría liberarle, salvar la vida. También por qué le han condenado por “terrorismo” por un tribunal militar en un juicio denunciado sin garantías, según denuncia la comunidad internacional, Amnistía Internacional y numerosos organismos.
¿Preso político o terrorista?
Oleg, el director de cine ucraniano, les contará que en realidad él es un preso político que estábamos encarcelado por su activismo político, por enfrentarse al régimen ruso en contra de la anexión “de facto” de Crimea. También recordará que su liderazgo ha inspirado a otros muchos para plantar cara a Rusia. En esta batalla no está solo, otros 70 presos políticos están encarcelados según recuerda la resistencia ucraniana.
Estos días a sus hijos les podría contar que la lucha de su padre en contra de la anexión por la fuerza de la península de Crimea ha merecido ser reconocida con el ‘Premio Sájarov’ a la libertad de Pensamiento 2018 que concede anualmente el Parlamento Europeo. Oleg también podrá explicarles que desde la mañana de este miércoles, de alguna manera, su historia está ligada a la de otro activista por la libertad y los derechos humanos. Este nació en el corazón de la Rusia que ahora le tiene confinado en la severa y gélida prisión de Labintangui. Se trata de Andrei Sájarov (Moscú 1921).
La historia de Oleg está ligada a la de Sajarov, otro activista que sufrió el exilio
Oleg cuenta historias, dirige películas, es director de cine. Sájarov comenzó fabricando bombas y terminó por oponerse a la carrera armamentística en plena guerra fría. La Rusia a la que Sájarov sirvió durante años como físico nuclear en el desarrollo de la bomba atómica soviética primero y de la bomba de hidrógeno, después poco se parece a la actual.
Un ruso, un ucraniano y una libertad
Quizá su mayor similitud es la amenaza a la libertad. Sájarov la comenzó a padecer cuando tomó conciencia de las consecuencias nefastas que sus investigaciones tenían. Sus remordimientos terminarían por convertirle en un activista firme contra el régimen soviético y la proliferación de armas nucleares y en favor de los derechos humanos. Su lucha le valió el reconocimiento en forma de Premio Nóbel de la Paz en 1975 y la represión que le llevó al exilio seis años más tarde. Murió en 1989.
El reconocimiento que esta mañana Oleg ha recibido, y que en su nombre ha recogido su prima Natalya Kaplan, lleva el nombre de Sájarov. En la lista que desde 2008 conforman el grupo de hombres y mujeres reconocidos las condenas de prisión, la represión y el exilio son una parte de sus vidas. En el grupo de la defensa de los derechos humanos reconocidos por el Parlamento Europeo figuran Nelson Mandela, la activista pakistaní Malala Yousafzai, el disidente cubano, Guillermo Fariñas o los líderes de la disidencia venezolana, Antonio Ledezma y Julio Borges.
Mandela, Malala, Fariñas y Ledezma, precedieron a Sentsov en el 'Premio Sajarov'
Esta mañana, desde su celda, Oleg Sentsov sólo podrá imaginar los aplausos, fantasear con el calor y el apoyo a su lucha. Lo tendrá que hacer en prisión, en la que permanece desde que fue detenido en mayo de 2014, apenas dos meses después de la anexión de Crimea a la Federación Rusa ejecutada en marzo de ese año por las tropas comandadas por Vladimir Putin y que no reconocen ni Ucrania, ni EEUU ni la Unión Europea que la consideran ilegal.
Indulto y perdón
En estos cuatro largos años y medio la presión para su puesta en libertad han sido numerosas. El propio presidente del parlamento Europeo, Antono Tajani, lo reclamó. Se refirió a él como el símbolo de la lucha “por la libertad de los presos políticos” y reclamó al régimen ruso su excarcelación por razones de salud. Ni siquiera la petición de clemencia que Ludmila, la madre de Oleg, solicitó por carta al mismísimo Putin han surtido efecto. Conceder un indulto presidencial requiere una petición previa de perdón y por tanto de reconocimiento de los hechos, algo a lo que Sentsov no está dispuesto.
Putin desoyó la petición de indulto de la madre de Oleg. El activista se niega a pedir perdón
El 11 de mayo de 2014 fue detenido. Hoy cumple una condena de 20 años por haber sido autor, según el tribunal, de delitos de terrorismo. Se le considera responsable de los ataques a la oficina de Rusia Unida y de diversos ataques contra la comunidad rusa en Crimea. También de intentar volar una estatua de Lenin y de un ataque al monumento a los caídos en Sebastopol durante l II Guerra Mundial.
Oleg se había convertido en un activista incómodo para el régimen ruso. Su trayectoria como activista se remonta al movimiento Euromaidan, la revolución que acabó con el régimen de Victor Yanukovich en febrero de 2014 y que Rusia interpretó como un golpe de Estado.
Por ahora, el horizonte de Sentsov no parece alentador. Putin se ratificó recientemente en que en Rusia no existen presos políticos y en que en ningún momento se plantea intercambiar a Oleg por el periodista Kirill Vishinski, detenido en Ucrania acusado de alta traición.
"O apoyamos a Oleg o se quedará para siempre en una cárcel de Siberia"
La prima de Oleg, Natalya Kaplan, denuncia su frágil situación de salud y reclama distintas medidas para forzar a Putin
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