Todas las encuestas coinciden: salvo un vuelco en las próximas dos semanas, Pedro Sánchez repetirá como presidente del Gobierno tras las elecciones generales del 28 de abril. La tendencia ya es estable y los principales sondeos apuntan que el PSOE podrá elegir entre Ciudadanos y los nacionalistas como socios de gobierno, toda vez que con Podemos, de momento, no da la suma.

De confirmarse esto, Sánchez podría hacer historia y convertirse en el presidente de izquierdas con un menor apoyo ideológico en las urnas. Felipe González nunca ganó con menos de un 48,33% de votos progresistas (incluyendo a Izquierda Unida y el resto de formaciones a la izquierda del PSOE), y José Luis Rodríguez Zapatero llegó a Moncloa aupado por un 47,55% de papeletas a opciones de izquierda, en 2004, y repitió apoyado en un 47,64% en 2008.

Ahora, la claridad de la victoria de Sánchez se apoya en una base más reducida. Según las encuestas más recientes, el PSOE llegaría al 28-A con el apoyo del 29,7% del electorado y Podemos, marcas incluidas, hundido hasta el 13,3%. En total, un 43% que representaría uno de los peores resultados de la democracia para la izquierda no nacionalista.

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Pese a obtener la presidencia, el desempeño de la izquierda quedaría sólo por encima de la debacle del año 2011 (35,69%), cuando Mariano Rajoy logró la mayoría absoluta, y del 40,12% logrado en el año 2000, en plena ola aznarista. La izquierda retrocedería respecto a la doble cita electoral de 2015 y 2016, y quedaría a casi 10 puntos del huracán impulsado por Felipe González en 1982, cuando la izquierda sumó el 52,13% de los apoyos.

Exactamente lo contrario sucede en la derecha. Partido Popular, Ciudadanos y Vox sumarían, de celebrarse hoy las elecciones, el 45,7% de los sufragios, sólo tres décimas por debajo de los apoyos que permitieron la investidura de Rajoy en 2016. 20 años antes, Aznar había llegado a Moncloa con sólo el 38,79% de los votos y apoyado por el nacionalismo catalán. Cuatro años más tarde fue reelegido apoyado en un 44,5% de votos conservadores, que a día de hoy serían insuficientes para el dividido espectro del centro-derecha.

En este sentido, la euforia y fortaleza con la que este bloque arrancó la precampaña, y que pretendió plasmar en la manifestación de la Plaza de Colón, ha jugado en su contra. En los últimos tres meses, el Partido Popular ha perdido un 1,8% de intención de voto, que se matiza con la subida de Vox, que crece un 3% desde las andaluzas. La debilidad viene por el lado de Ciudadanos, que salió del 2-D con un apoyo medio del 20,3% y ahora mismo pelea por mantener el 15. Una caída de 5 puntos que se explica, mayoritariamente, con las fugas hacia el PSOE de Pedro Sánchez.

Esta capitalización del voto de centro explica y construye la presumible victoria de Sánchez dentro de dos semanas. Según las encuestas más recientes con estimación de escaños, el PSOE obtendría a día de hoy 128 escaños, por 82 del Partido Popular, 52 de Ciudadanos, 35 de Podemos y 25 de Vox. Su suma con Ciudadanos llegaría ya hasta los 180 asientos en el Congreso, y la coalición con el bloque de la moción de censura sumaría cómodamente en el espectro de los 190.

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El PSOE recupera pulso tras la efervescencia del regreso de Pablo Iglesias, cuyo efecto ya parece diluido. Ni siquiera el escándalo del espionaje parece impulsar a Podemos, que continúa estancado en torno a 35 diputados incluso sumando los hipotéticos escaños de Compromís, que concurre por libre el próximo 28 de abril.

Vox también recupera fuerza, incluso con José Félix Tezanos deslizando la posibilidad de un gran fenómeno de voto oculto, aunque permanece sobre los 25 asientos. Las polémicas, sin embargo, destrozan al PP de Pablo Casado, que pierde siete escaños respecto a los sondeos de la semana anterior y cambia el objetivo de superar los 90 diputados por el de mantener el suelo de 80. Ciudadanos, por su parte, no encuentra tracción y continúa una lenta caída hasta alrededor de 50 diputados, que aun así supondría aumentar en 18 parlamentarios su representación de 2016.