Política

La peligrosa implosión del independentismo, cada vez más dividido

Quim Torra, en el Parlament.

Quim Torra, en el Parlament. EFE

Quim Torra certificó el jueves, en el Parlament de Cataluña, la implosión del independentismo. Por lo menos el independentismo político-partidista. Con su apuesta por un nuevo envite al Estado en forma de referéndum independentista el inquilino del Palau de la Generalitat dejó al descubierto su clamorosa soledad. Es la imagen de la implosión del independentismo, cada vez más dividido políticamente no sólo entre JxCat y ERC, sino también en diferentes corrientes dentro de ambos partidos.

Un escenario que podría ser leído por el PSOE y los partidos constitucionalistas como una muestra de debilidad del movimiento, pero que oculta un riesgo intrínseco al proceso independentista. El de que vuelva a imponerse en las instituciones catalanas la apuesta más alta. El Parlament dejó patente el jueves que Torra está solo, porque sus socios de PDeCat y ERC no quieren volver a incurrir en los riesgos penales asumidos en 2017. Pero entonces, Carles Puigdemont, Oriol Junqueras y Carme Forcadell fueron profusamente advertidos por los letrados del Parlament o el Consell de Garantíes Estatutaries -el constitucional catalán-. Y acabó imponiéndose el sector más radical, empujado por los tuits de Gabriel Rufián, los llantos de Marta Rovira y los aspavientos de Jordi Turull.

Este jueves, ni sus socios de ERC ni su propio grupo parlamentario conocían la propuesta, que ni siquiera la CUP defendió. Mientras, la oposición en bloque pedía su dimisión por "irresponsable" en palabras de Cs, o por tener "un discurso delirante" según los comunes. Roger Torrent, recién advertido por el Tribunal Constitucional, dejó claro que no asumiría las consecuencias de una nueva resolución sobre la autodeterminación. Una simple inhabilitación, para un hombre joven y con aspiraciones políticas por completar como él, es suficiente para echar mano del freno.

El envite del president no respondía, sin embargo, a una súbita enajenación política de Torra, asegura su equipo, sino a la incapacidad manifiesta de ERC y JxCat de tejer los consensos suficientes para presentar una propuesta unitaria de respuesta a la sentencia del procés. Durante un año Torra se ha reunido con todos los sindicatos, las patronales y entidades de toda índole, más allá de ANC y Ómnium, para orquestar una respuesta unitaria a la sentencia que nunca ha llegado. Y ese fracaso se evidenció en toda su dimensión en el Pleno del Parlament.

"Valoraremos" su propuesta, le respondió el republicano Sergi Sabrià, que insistió en que "no es momento de poner fechas" sino de ampliar la base de apoyos del movimiento independentista. La cuestión es hasta qué punto será capaz Esquerra de aguantar el freno a la cabeza del separatismo, mientras la calle se incendia y Torra propone nuevos envites.

ERC y la violencia en las calles

Los republicanos han convertido estos días la actuación de los Mossos d'Esquadra y de Miquel Buch en blanco de sus críticas. Una estrategia electoral a corto que implica enormes riesgos a medio plazo. Las aceradas críticas de Rufián, o Joan Tardà, a la actuación policial como argumento para pedir elecciones anticipadas muestran cual es el auténtico objetivo de ERC.

Pero también dejan al descubierto la fragilidad de ese giro a la moderación de ERC. Gabriel Rufián, Pere Aragonés, y ayer Roger Torrent han cuestionado la actuación de los Mossos d'Esquadra en esta última semana. Las tres voces más autorizadas hoy por hoy en Esquerra. Muestra de una dirección que tendrá dificultades para resistir el embate público, y las críticas, si Torra consuma su amenaza, y pone un referéndum unilateral sobre la mesa para señalar que no se hace por culpa de Esquerra.

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