Los días de Quim Torra al frente del gobierno de la Generalitat están contados si el Tribunal Superior de Justicia atiende a la petición de la Fiscalía y condena al presidente catalán por un delito de desobediencia. La condena supondría la inhabilitación de Torra para cargo público, lo que obligaría al actual inquilino del Palau de la Generalitat a abandonar el cargo. Pero su sustitución, dada la fragilidad de la mayoría independentista en el Parlament, parece más que improbable sin pasar por unas nuevas elecciones autonómicas. Un escenario que pone en jaque la mayoría de JxCat y en el Parlament y, por tanto, el poder del partido de Carles Puigdemont al frente de la Generalitat.

La sentencia debe hacerse pública en las próximas semanas, aunque lo más probable es que Torra la recurra ante el Tribunal Supremo. Es el paso imprescindible para acudir después a la justicia europea, el objetivo final señalado ayer tanto por el president como por su abogado, Gonzalo Boye. Pero una vez ratificada por el TS será sentencia firme y obligará a la sustitución de Torra.

El bloque independentista podría intentar la investidura de un nuevo candidato de JxCat, pero necesita contar para ello con el apoyo de la CUP, puesto que Junts y ERC solo suman 66 de los 135 diputados del Parlament. Y el partido antisistema ya ha dejado claro que no piensa seguir sosteniendo al gobierno catalán. No lo hará con la tramitación de los presupuestos que proyecta Pere Aragonés, y tampoco en una eventual investidura. Las divergencias de estrategia se han hecho insuperables para la CUP a raíz de las protestas y las actuaciones policiales correspondientes.

En este contexto, la repetición electoral parece ineludible, dado que los comunes tampoco investirán a un presidente neoconvergente. El partido de Ada Colau podría estar dispuesto a aprobar los presupuestos a cambio de apoyo a las cuentas en el Ayuntamiento de Barcelona, pero no a investir a un president de JxCat. Sobre todo, porque sus acuerdos son con ERC, y el partido de Oriol Junqueras también ansía esa convocatoria electoral

Resultados del 10N

Los resultados de las elecciones generales del 10N en Cataluña fueron en cierta manera un jarro de agua fría para los republicanos. Esperaban en estas generales dar la puntilla a JxCat y lo cierto es que el partido de Carles Puigdemont se recuperó pese a que el ex president no encabezaba la candidatura, mientras ERC cedía dos diputados en favor de la CUP.

Pero aún así, Esquerra suma más votos que JxCat y la CUP juntos en la cuenta global del 10N. Y ese resultado responde a la primera convocatoria sin tener a Oriol Junqueras como cabeza de lista y por tanto como reclamo electoral, tal como había sucedido en todas las elecciones anteriores. Tras el golpe inicial, los republicanos concluyen que han aprobado con victoria el primer examen a sus nuevos liderazgos, Gabriel Rufián en vez de Joan Tardà o Junqueras.

Esquerra ansía hacerse definitivamente con las riendas de la Generalitat y deshacerse de sus socios desde 2015 para ensayar una nueva alianza con los comunes en la que los republicanos lleven por fin la voz cantante. A eso respondían las reiteradas apelaciones a un adelanto electoral que sus líderes lanzaron durante la pasada primavera y verano. Hasta que con la imputación de Quim Torra llegaron a la conclusión de que la Justicia, y la falta de pericia del president, les blindarían la ocasión sin tener que forzarla.

JxCat, sin candidato

En el caso de JxCat, por contra, las elecciones son una prueba a evitar si o si para los fieles de Carles Puigdemont, conscientes de la falta de relevo entre sus filas. Puigdemont está pendiente de la decisión del Tribunal de Justicia de la Unión Europea sobre la inmunidad de Oriol Junqueras para reclamar de nuevo su admisión como eurodiputado. Y en caso de ganar esa batalla judicial en Europa es altamente improbable que renuncie a esa nueva plataforma para encabezar unas elecciones que sólo servirían para perder esa inmunidad europea.

En la recámara está la opción de Artur Mas, que en febrero cumplirá su propia condena de inhabilitación por la organización del 9N. Pero el ex president de CiU supone un regreso al pasado que no comparte la nueva cúpula de JxCat aupada entorno al liderazgo de Puigdemont. Los casos de corrupción de CDC juegan también en su contra. Pero contaría, por contra, con el apoyo de los sectores más moderados del PDeCat que sueñan con recuperar el mando del espacio posconvergente.