La ex secretaria general del PP, María Dolores de Cospedal, aboga por el sacerdocio femenino al tiempo que critica que esta cuestión se trate como un asunto "menor, pintoresco y exagerado" provocado por un reflejo "claramente machista". La dirigente popular, que también fue ministra de Defensa y presidenta de la Comunidad de Castilla-La Mancha, ha hecho estas consideraciones en su artículo semanal de uno de los últimos números de la revista Yo dona, bajo el inequívoco título "Mujeres sacerdotes, ya es hora".

Reprocha Cospedal que cuando se habla de "crisis de vocaciones" no se abra de verdad el debate respecto a que la misma se puede resolver "permitiendo la ordenación de mujeres sacerdotes", impedimento que es, a su juicio, un "disparate monumental y una injusticia manifiesta que por su reflejo claramente machista provoca el rechazo de tantas mujeres jóvenes a los postulados de una Iglesia que, como de muchas ellas, es la mía", afirma.

Es más, antes de abrirse a esta posibilidad, la jerarquía eclesiástica prefiere sondear la opción de ordenar a hombres casados, al menos para zonas remotas donde hay falta de sacerdotes. Esto es, romper la regla del celibato, "que no es un dogma de la Iglesia", puntualiza la ex ministra,

Hace referencia al reciente Sínodo de la Amazonía, celebrado en el Vaticano en septiembre, donde sí se habló de la posibilidad de ampliar "los espacios para una presencia femenina más incisiva en la Iglesia", entre ellos, en diaconado femenino -el primer nivel sacerdotal- que permitiría a las mujeres celebrar bautismos y matrimonios. Si bien el Papa Francisco se comprometió a estudiarlo, de las 35 mujeres que participaron en ese Sínodo, "ninguna tuvo derecho a votar", recuerda Cospedal.

La que fuera también presidenta de los populares castellano-manchegos, -que tras abandonar la política se reincorporó a la Abogacía del Estado en la Sala de lo Contencioso y de lo Militar del Supremo-, tampoco ahorra en críticas contra el celibato de los sacerdotes. Lo cierto es que a Cospedal no le han faltado a lo largo de su carrera política encontronazos con la Iglesia tanto por su condición de divorciada como, en su momento, de madre soltera.

Cree que se trata de una "injusticia manifiesta" que provoca el rechazo de muchas mujeres a la Iglesia

Argumenta sobre el fin celibato cómo muchos piensan que los sacerdotes podrían ejercer mejor sus funciones y se evitarían muchos casos de "ruptura" de la regla, "aceptados de forma completamente hipócrita" como "el hijo del cura o la prima lejana que cuida a los hijos de cura", apostilla. Pero no sólo, porque hay quien defiende que sin la exigencia del celibato "desaparecerían perversiones que con demasiada asiduidad se han dado en los sacerdotes de nuestra Iglesia con relación a sus fieles". Y sin citar de forma explícita la pederastia recuerda, "el comportamiento más abominable por la situación de poder e influencia psicológica y moral sobre el agredido".

En fin, un artículo muy incómodo para la jerarquía eclesiástica de quien fue la mano derecha de Mariano Rajoy en el Partido Popular durante diez años.