"Coletas, cabrón, coge el azadón", gritaban parte de los agricultores concentrados en Madrid este miércoles en referencia al vicepresidente Pablo Iglesias. Algunos de esos manifestantes se abrazaban con Santiago Abascal y le agradecían su presencia en la protesta contra la situación límite que vive el campo español, harto de los precios bajos en origen y preocupado, también, por la subida del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) que afecta especialmente a este sector. Al mismo tiempo, otros tantos abucheaban al presidente de Vox y le reprochaban su capitalización po lítica del movimiento. Abascal y el resto de representantes del partido acabaron abandonando la manifestación entre escenas de cierta tensión.

Hay de todo en el campo. No es un catálogo de jornaleros marxistas ni un atajo de latifundistas y explotadores. Según el Instituto Nacional de Estadística, el sector agrícola empleaba en España a 793.000 personas en el cuarto trimestre de 2019. En el último barómetro del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), un 5,9% de los españoles mayores de edad se identificaban como "agricultores y trabajadores cualificados agropecuarios, forestales y pesqueros". Una categoría algo más amplia, pero que sigue siendo la más precisa para acercarse al perfil ideológico de este grupo.

Un perfil heterogéneo. Como el resto de España, los agricultores y ganaderos son mayoritariamente de centro. En una escala del 1 (izquierda) al 10 (derecha), casi el 40% se ubica en el 4, el 5 y el 6, aunque la división que hace el CIS abarca a otros sectores, como el de los pescadores, que puede escorar los datos.

Los extremos son anecdóticos entre el colectivo. Aunque hay más personas que se ubican en la extrema izquierda (3,47%) que en la extrema derecha (1,75%), el peso del centro-derecha es ligeramente mayoritario. Se da una circunstancia curiosa: hay más trabajadores agrícolas, ganaderos y pesqueros que se ubican en el 8 ideológico que en el 7. Eso rompe una tendencia habitual en este tipo de gráficas, que suelen definirse como un triángulo casi perfecto.

Los datos traslucen que hay un peso conservador relevante entre el colectivo, pero ni extremo ni novedoso. Las campañas rurales del Partido Popular han sido un clásico durante décadas que ahora intenta sustituir Vox. La irrupción de la formación de Santiago Abascal, en las autonómicas andaluzas del 2 de diciembre de 2018, se explicó de hecho por el calado de su mensaje en las zonas rurales de la comunidad, aunque su mensaje no era entonces tan agrícola como tradicional, con la caza y la tauromaquia como pilares de campaña.

El nuevo debate sobre los precios agrícolas, la cadena de intermediarios, los productos extranjeros y el rol de los supermercados en la crisis del campo ha vuelto a resaltar este perfil en Vox. En los disturbios de Don Benito que situaron al tema en la agenda mediática, una de las personas que acompañaba a los manifestantes era Víctor Sánchez del Real, diputado extremeño del partido en el Congreso de los Diputados.

Eso, junto a las imágenes de algunos agricultores abrazándose a los agentes de la Policía Nacional tras finalizar las cargas, puso en alerta a la izquierda. Hasta el punto de que el secretario general de UGT, Pepe Álvarez, respondió a Guillermo Fernández Vara para responder a las críticas veladas del presidente extremeño a la subida del SMI: "No se deje llevar por las grandes declaraciones de la derecha terrateniente y carca, que intenta mantener una situación en el campo de sumisión, y que piensen en la mayoría de los ciudadanos de Extremadura, que ya viven situaciones de miseria salarial".

La intervención del secretario general de UGT terminó de situar el escenario ideológico en el que se ha venido disputando el 'partido' desde entonces. Una batalla que ha dejado paradojas: mientras Podemos centra sus ataques en los intermediarios y en las maniobras agresivas de las grandes superficies, Vox coincide con Más País, el partido de Iñigo Errejón, en la necesidad de proteger a los trabajadores españoles de los productos procedentes de países con costes y estándares de producción mucho menores a los de la Unión Europea.

La paradoja mayor, no obstante, es que todas esas reivindicaciones están presentes en las reclamaciones de los agricultores españoles, pese a la tangana política que contrapone argumentos compatibles.

Lo que convive en las quejas del campo se transforma en argumentos irreconciliables en la arena política, traducidos después en crispación entre los propios manifestantes. Del "coletas, cabrón" a los abucheos al líder de Vox en un espacio de 100 metros, mientras el propio presidente del partido se quejaba de que Jesús Anchuelo, portavoz de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) -sindicato vinculado a UGT-, le hubiera invitado a irse de la manifestación. "Ese es siempre igual, no te preocupes, a ese ya le conocemos", tranquilizaba a Abascal otro agricultor. En el campo hay de todo.