Durante el casting de Superestar, la actriz Ingrid García-Jonsson (Suecia, 1989) hizo primero una prueba como la cantante Tamara, la de No cambié. Recibió un clip de televisión que tenía que copiar –Superestar reproduce extrañamente momentos icónicos del espacio de medianoche Crónicas marcianas– y una canción que interpretar. Ya cantó ella en Explota, explota (2020), simpática película tributo a Raffaella Carrà. Para la segunda prueba, a la intérprete se le ofreció otro papel, el de Marimar. Pero en Superestar, libérrima biografía a cargo de Nacho Vigalondo, nada es lo que parece. Quienes hayan visto ya los seis episodios sabrán de qué –no– va la cosa.
Tampoco es la primera vez –y he aquí el mayor destripe de Superestar– que a la intérprete le toca hacer varios papeles en un mismo proyecto. En Ana de día (2018), la protagonista se topa con otra versión de ella. Su doble. Es una película extraña, inclasificable. Lo mismo se puede decir de Superestar.
"El personaje de Marimar es muy conmovedor. Es una mujer que, por cuidar a su madre y por amor hacia ella, ha decidido renunciar a lo que más desea en el mundo, que es ser cantante. Y una vez que su madre muere, ella no tiene nada que hacer en la vida. O sea, se queda completamente sola y vacía, y en ese momento se le presenta la oportunidad de vivir la vida que siempre quiso tener", explica García-Jonsson en conversación por videollamada con El Independiente.
Porque en el sexto y último capítulo de Superestar, Marimar descubre en la casa de su madre, recién fallecida, un agujero negro que le transporta a otra habitación, a otra realidad; a la de Tamara, a la nuestra. Vigalondo despliega entonces una historia de ciencia ficción, de suplantación de identidades. Marimar finge ser Yurena y viceversa. Mientras una disfruta del anonimato –es feliz trabajando como cajera de un supermercado–, la otra quiere lanzar un nuevo álbum e irse de gira ante la sorpresa de su mánager y más allegados.
"Una vez que cruza ese umbral y llega a este nuevo mundo, está desatada. Ha llegado al mismo punto al que llega Yurena en su vida, pero sin haber pasado por todo su sufrimiento. No ha tenido que pelear nada. Se lo han dado todo regalado. A todos nos gustaría que nos tocaran 20 millones de la noche a la mañana sin ni siquiera comprar el boleto", explica la actriz.
Ingrid García-Jonsson conoció a la verdadera Yurena, pero tomó distancia por puro pragmatismo: "Tampoco iba a tener el tiempo suficiente para llegar a conocerla al 100%. Ella estaba superentregada y es muy cariñosa y luminosa. Esta serie [Superestar] es muy alocada y tiene muchos elementos de comedia. No había que preocuparse tanto por la realidad. Había que construir un imaginario que nos hiciera ver a Yurena/Tamara, y que esa base nos permitiera volar hacia lo fantástico". Ese 'volar', en Superestar, es literal cuando, durante los últimos compases de la miniserie, la protagonista despega del gran escenario donde está actuando. Si alguien quiere conocer a la cantante –recomienda la actriz– que vea el documental de Netflix Sigo siendo la misma o que "quede con ella para tomar un café".
García-Jonsson se deshace en elogios hacia su alter ego y muestra su sorpresa por el 'OK' por parte de todos los implicados: "Supongo que es gente que sabe muy bien cómo funciona el show business. Hay muchas cosas que no podemos controlar y por qué preocuparnos. A veces es mejor dejar a la gente hacer su trabajo y que las cosas salgan como tienen que salir".
La actriz, que saltó a la fama gracias a la cruda película Hermosa juventud en 2014, recurrió al imitador y humorista Raúl Pérez para cantar como canta Tamara. A través de él dio con un coach de canto: "Me ayudó, sobre todo, a identificar qué rango musical tiene ella y dónde coloca la voz a la hora de cantar". No encontró mucho material suyo en Spotify, pero sí en YouTube, donde están subidos los discos de Tamara. "Superestar no está disponible y es una pena porque es un discazo, tiene 'temones'", comenta.
Tras algún intento de trabajar a las órdenes de Nacho Vigalondo y Javier Calvo y Javier Ambrossi, a Ingrid García-Jonsson le llegó la oportunidad de matar a dos pájaros de un tiro. "Los proyectos de Los Javis tienen mucho corazón y hacen mucho, sobre todo, por el colectivo [LGBTIQ+], pero también por las personas simplemente diferentes", reivindica.
Su escena más difícil como Tamara en Superestar fue la del vídeo íntimo con Arlequín, al que interpreta Julián Villagrán. "Me dio un brote de gastroenteritis y tenía que parar para vomitar", recuerda. La más emotiva –rememora– transcurre en el cuarto episodio, sobre Paco Porras (Carlos Areces). Tamara ya no puede seguir utilizando su nombre artístico. "Es el punto más bajo del personaje. Esa escena me dejó agotada y, la verdad, me marcó mucho. Me dio mucho miedo sentir que te pueden quitar todo, hasta el nombre, y no poder controlar nada".
"Los proyectos tienen que tener riesgo y no pueden agradar a todo el mundo", sentencia Ingrid García-Jonsson.
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