Un adjetivo le bastaba a Carlos Pumares, su señoría, para sentenciar una película, un actor o un director de cine. De mu mala a obra maestra. Entretenida, espantosa, magistral, aburrida de narices…  "Yo decía que una película era fea y aburrida, cosa que ningún crítico decía". Pumares detestaba a Robert De Niro, la tortilla de patata con cebolla y la cursilería. Se deshacía en halagos hacia George Lazenby como el segundo mejor James Bond (el primero, Sean Connery). Ensalzaba a Mariano Ozores y familia, pues, según él, eran los reyes de la taquilla sin necesidad de subvenciones. Estaba Pumares en contra de sufragar el cine español con el dinero de los contribuyentes y así lo hacía saber cada vez que se le presentaba la oportunidad. Otro contar era su reivindicación de los trabajadores del cine español, como Florian Rey y Reyes Abades.

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No se andaba con remilgos el crítico de cine más gruñón de este nuestro país antes del advenimiento de otro Carlos: Boyero. Nos quedamos con el original, aunque en ambos casos parezca que el personaje se comiera a la persona (Boyero está vivo). Ir a contracorriente era el sello de Pumares, fallecido en 2023 a los 80 años, al que algunos recordarán por su Polvo de estrellas (1982-92) en Antena 3 Radio. Aquel espacio de madrugada, improvisado relevo de Hora de lobos con Jimmy Giménez-Arnau, al que echaron, se emitía tras Supergarcía en la hora cero (la misa, o sea, el fútbol) y versaba, en principio, sobre el séptimo arte.

Pumares era del Atlético de Madrid y fue, junto a Balbín y Garci, el maestro del cine. Se llevaba bien con Garci (he aquí la prueba), aunque jugara a ignorarle. Durante las llamadas telefónicas que recibía de sus oyentes cada noche, a los que siempre contestaba de la misma manera ("Sí, buenas noches, ¿dígame?"), el presentador de Polvo de estrellas explicaba, enfadado, tecnicismos como la diferencia entre secuencia, escena y plano. Pumares, madrileño de adopción (nació en Portugalete, aunque toda su familia fuera asturiana) y físico de formación, era prescriptor, pero también divulgador. De niño había escrito para el periódico del colegio. Tuvo mujer e hijo: Carmen Gloria y Carlos (junior).

Fue Manuel Martín Ferrand, maestro de periodistas, quien fichó a Carlos Pumares como crítico de cine, primero para una revista y después para Hora 15 (1977-79), magacín cultural para las tardes de TVE-1. Pumares había conocido a Martín Ferrand a través de la mujer del segundo, la también periodista Rosalía González de Haro Soler. De allí saltó a La clave (1976-85), en UHF (La 2), con José Luis Balbín. La Transición fue televisada y televisiva. Pumares era el asesor cinematográfico de aquel espacio de debate cuyo punto de partida era una película.

Y de allí saltó a Antena 3 Radio, todavía en pañales, para presentar un programa de cine cuyo chiste recurrente fue el monolito de 2001: Odisea en el espacio. "Kubrick era un pesao". Su título, a bote pronto, hacía referencia a la canción Stardust de Nat King Cole. "Muy buenas noches, soy Carlos Pumares, esto es Polvo de estrellas" / "Todas las noches llega a su casa Polvo de estrellas y todas las noches está con ustedes Carlos Pumares". Formó parte del reparto original de una radio, en onda media, que todavía no llegaba a todos los hogares españoles: José María García, Gomaespuma, José Luis Balbín, Cruz y Raya, Mayra Gómez Kemp, Jesús Hermida… "¡Antena 3, la radio bien hecha!"

A Pumares le dijeron: "Tú, detrás de García termine a la hora que termine". Y así fue: "Una vez hice un programa de 6 minutos. Sólo tenía hasta las 2.00 y García se alargó". Pero Polvo de estrellas llegó a durar hasta las cuatro de la mañana. Años después, en Onda cero, antigua Cadena Rato, Pumares se hizo con toda la madrugada del fin de semana. De 0.00 a 8.00 horas. Al César lo que es del César: García dio un empujón a Pumares. "Sólo me sentaba mal una cosa de García, [que dijera] 'Es muy tarde. Ustedes estarán cansados y tendrán que dormir'. ¡Que yo tengo ahora 3 horas de programa!". García despertó también la ira de otros compañeros como Luis del Olmo y Encarna Sánchez.

Pumares tenía una máxima: no perder el respeto al micrófono. "La gente, por la mañana, oye la radio. Por la noche, la escucha". Se cabreó cuando el EGM (Estudio General de Medios) no registró la audiencia de Polvo de estrellas al aglutinar toda la programación de la madrugada. Y abroncaba a sus escuchantes por hacerles preguntas que días antes le habían hecho otros. Incluso se vengó de uno, dando su número de teléfono, tras haberle insultado. "Me odian y me aman".

No había cosa que le gustase más a Pumares que hacer radio. "A mí me dan a elegir, por el mismo dinero, radio o televisión, y hago radio". Sin embargo, Onda Cero le despidió estando él en Venecia con motivo del festival de cine. Y de allí saltó a las Crónicas marcianas de Xavier Sardá y Tele5. Fue, indudablemente, el pico de popularidad de Pumares, que trasladó su pericia y –mal– genio como crítico de cine a la televisión. Pumares ya había enseñado la patita en Moros y cristianos, debate de Tele5 que presentó en primera instancia Sardá. Por allí pasó la playa mayor: el padre Apeles, Ramoncín, Lucía Etxebarría, Aramís Fuster, Mariano Mariano…

A Pumares le llamó Sardá para ofrecerle una silla en Crónicas marcianas, pero no sabía a qué iba. Tampoco le preocupaba, pues él era un espectador más del late night de Tele5 y de otros espacios del momento como Tómbola. Pumares no entendía a aquellos que echaban pestes sobre el programa de corazón, pero sabía al dedillo lo que había dicho Jesús Mariñas la noche anterior. Defendió tiempo después Aquí hay tomate. Consumía todo tipo de televisión: Arguiñano, Saber y ganar, los documentales de La 2…

En Crónicas marcianas, además de hacer muy buenas migas con Xavier Deltell y Carlos Latre, Pumares tiró de los clásicos: que si el monolito de 2001, que si la tortilla de patatas con cebolla, que si Renfe… Pasó Pumares de criticar el cine a criticar a Maite Zaldívar o Raquel Bollo, a las que, junto a los concursantes de Gran Hermano, metía en el saco de 'cutres'. Él prefería al padre Apeles o al conde Lequio. De algún modo, Pumares fue también crítico de televisión, pues siempre fue consciente del magnetismo del medio: "La televisión proporciona dinero" / "3 meses sin salir en televisión y nadie se acuerda de ti" / "La televisión te quema inmediatamente".

Fue Pumares un adelantado a la época, incluso en su radiografía de las salas de cine ("Es muy duro cuando tienes todo en casa"), aunque afirmaba no entender Internet. Tras la cancelación de Polvo de estrellas, se abrió un blog en el portal Terral llamado El monolito de Pumares. Mandaba a La razón sus crónicas a bolígrafo. No era esnobismo, defendía, sino impotencia. Cada crítica de cine de Pumares era, a su manera, una lección de vida: "Más de 100 años de cine nos ha enseñado que al malo hay que matarlo bien".

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