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La UNESCO decidió hace cinco años establecer un día internacional para reconocer el papel que mujeres y niñas desempeñan en la ciencia y la tecnología en el mundo actual. Menos del 30 % de los investigadores científicos de todo el mundo son mujeres y, en buena medida, se debe a que siguen encontrando dificultades y obstáculos para progresar en este campo. Para contribuir a dar mayor visibilidad al papel de las mujeres en la ciencia y alimentar las aspiraciones de niñas y jóvenes en este sector, CaixaForum Madrid ha organizado la jornada coloquio “Ciencia con nombre de mujer, en la que participan distintas profesionales del ámbito científico, como la bióloga Isabel Dorado-Liñán y la arqueóloga Helena Domínguez, con las que hemos tenido la oportunidad de hablar.

Pregunta.- ¿Cómo de necesarias veis iniciativas como esta jornada, destinada a visibilizar el papel de la mujer en la ciencia? 

Isabel: Son imprescindibles, porque son un primer paso para aumentar esa visibilidad y animar a las niñas a dedicarse a la carrera científica. Se trata de promover un cambio en edades más tempranas para que vaya evolucionando el statu quo que existe actualmente en la investigación.

Helena: También es una manera de abrirnos al público, porque a veces los científicos tendemos a cerrarnos un poco en las publicaciones y en nuestro trabajo, y no existe esa proyección hacia la sociedad y menos, incluso, hacia públicos como el de las niñas o las jóvenes que están en sus últimos años de instituto.

P.- ¿Podéis describir un poco vuestra área de trabajo?

Isabel: Me dedico a la ecología forestal y trabajo en la adaptación de bosques al cambio climático. Las ayudas que recibí de ”la Caixa” me permiten estar trabajando en la modelización de bosques bajo diferentes escenarios de cambio climático, para saber realmente qué probabilidades hay de que unas especies sobrevivan y otras no, y qué actuaciones se pueden llevar a cabo para preservar la cobertura forestal, que al final es muy importante en la lucha contra el cambio climático.

Helena: Mi campo es totalmente diferente. Yo me dedico a la historia antigua y la arqueología. Investigo el contacto entre Oriente y Occidente en el mundo antiguo, concretamente entre Persia y Grecia en la época clásica y, de hecho, gracias a una beca de posgrado de ”la Caixa” en Estados Unidos estuve en contacto con colecciones arqueológicas que provienen de esas zonas, para intentar aclarar un poco más qué ocurría en ese momento histórico. También trabajo en cuestiones relativas al patrimonio histórico: como docente en el ámbito del turismo y la historia antigua, y como arqueóloga en arqueología de prevención y urgencia.

P.- ¿En algún momento os planteasteis que el hecho de ser mujeres podía suponer un problema para alcanzar vuestro sueño?

Isabel: Cuando decidí dedicarme a la ecología forestal ya me di cuenta de que el papel de la mujer no era fácil, porque es un mundo dominado fundamentalmente por ingenieros de montes, que son casi todos hombres. Requiere mucho trabajo de campo, que es duro. En las campañas de campo, al principio me desplazaban, no me dejaban hacer el trabajo físico, y durante bastantes años ha sido así. Conforme una va avanzando en la carrera investigadora, ya puede luchar para cambiar eso; pero los roles de género aún perduran. 

Helena: A mí me ha ocurrido algo parecido en el trabajo de campo como arqueóloga, y me di cuenta de lo mismo que tú: algunos roles siguen estando muy marcados. 

P.- Entonces, ¿habéis llegado a sentir algún tipo de prejuicio o trato diferente por el hecho de ser mujeres?

Isabel: Pues desafortunadamente, sí, en diversas ocasiones. Creo que todas las mujeres que se han dedicado a la carrera investigadora, por lo menos hasta la fecha, han sufrido algún tipo de reticencia en momentos concretos a lo largo de su vida. Uno de los problemas fundamentales al que nos enfrentamos es el de la invisibilidad: tú estás ahí, tienes un currículum muy bueno, todo el mundo te dice que eres muy buena, pero cuando sale una oportunidad, el perfil que les viene a la cabeza suele ser el de un hombre. Y la verdad es que si mencionas las palabras “eminencia científica”, a la mayoría de la gente la imagen que les viene a la cabeza es la de un hombre. 

Helena: Yo lo he visto también en algunos congresos: la forma en la que algunos compañeros se dirigen a ti, con cierta condescendencia... Y está tan normalizado que muchas veces no te das cuenta de algunas cosas hasta que luego las piensas. Ser mujer y joven es todavía un hándicap.

P.- Si pudierais pedir un deseo para mejorar vuestro sector, ¿cuál sería?

Helena: Que la Administración Pública deje de recortar en la apertura de plazas de investigación.

Isabel: Estabilidad, lo tengo clarísimo. Llevo 15 años investigando y es difícil llegar a una estabilidad profesional que te permita sentirte tranquila por fin con tu trabajo.

P.- ¿Qué consejo daríais a las niñas que quieran dedicarse a la ciencia?

La investigación es un estilo de vida y hay que guiarse por la vocación a la hora de elegir el futuro profesional.

Isabel: Hace poco hablé con una investigadora que ha tenido que luchar mucho para estar donde está, y me dijo que no debo confiar ciegamente en que alguien vaya a promover o a impulsar mi carrera científica, sino que tengo que desarrollar mis propios recursos y apoyarme en ellos. Y ese es el consejo que yo también daría a cualquier persona que quiera dedicarse a la investigación científica.

Helena: En mi caso, a cualquier niña con inquietudes científicas le diría lo mismo que me dijeron en casa: que estudie lo que realmente quiera, porque muchas veces la gente escoge una carrera pensando si le va a reportar más o menos beneficio económico, pero eso es un error, debemos guiarnos por lo que de verdad nos gusta. 

P.- Así que, si unas niñas os escuchan, se acercan y os dicen que sois una inspiración para ellas y que quieren dedicarse a lo que vosotras hacéis, ¿las animaríais?

Isabel: Totalmente. Lo que pasa es que les tiene que gustar mucho, tiene que ser algo muy vocacional, porque la investigación no es un trabajo, es un estilo de vida. Tú vives por y para eso. Tu cabeza nunca para, siempre estás pensando en eso. Si realmente es algo que les entusiasma, yo las animo, porque realmente te aporta mucha satisfacción personal. Y quizá les daría unos cuantos consejos para no cometer los mismos errores que yo cometí. 

Helena: Yo también las animaría, sobre todo si dicen que se quieren dedicar a las ciencias sociales y las humanidades, que parece menos llamativo. Aunque es verdad que es muy vocacional, creo que si encuentras un poco tu sitio, es muy gratificante.

Isabel: Yo no lo cambiaría por nada.

Con la colaboración de
Obra Social La Caixa