Qatar ya lo tiene. El estado del Golfo Pérsico ha exhibido su músculo económico y ha conseguido atraer la atención de todo el mundo durante al menos un mes. La organización del Mundial 2022 ha sido un éxito que cerrará con un enfrentamiento para la historia: Argentina-Francia, o lo que es lo mismo, Messi-Mbappé, las dos estrellas que más brillan en la constelación del Paris Saint Germain (PSG), el club propiedad de Qatar Sports Investmets (Qsi), filial del fondo soberano de Qatar que dirige el propio emir Tamim bin Hamad Al Zani.

El proceso de apertura de Qatar al resto del globo viene de lejos. Desde la elección del país como sede para la Copa Mundial de Fútbol hace ahora 12 años, Qatar ha puesto a disposición del evento toda su maquinaria, industrial y financiera.

Qatar ha invertido 200.000 millones de dólares en la construcción del Mundial, el más caro de la historia sin lugar a dudas. Sí, construcción, porque para la realización del torneo se han levantado ocho estadios, un aeropuerto, autovías y una línea de metro en Doha, la capital. Parte de ello bajo el paraguas de Qatar National Vision 2030, un plan de desarrollo lanzado en octubre de 2008 por la Secretaría General de Planificación del Desarrollo del Estado de Qatar con esta máxima: "Convertir Qatar en una sociedad avanzada capaz de sostener su desarrollo y proveer un alto nivel de vida a su pueblo".

Una evidencia de la ambición de Qatar con el Mundial es Lusail, estadio de la gran final, cuya edificación ha ido en paralelo con la creación de una urbe, Ciudad Lusail, para la que Qatar espera una población de unos 250.000 habitantes.

La expendedora de billetes qataríes ha destinado buena parte de sus esfuerzos en el PSG y la jugada ha salido bien, ya que el equipo es el brazo de poder de Qatar en occidente. Desde que Qsi se hizo con el club parisino en 2011 hasta que el PSG rozó la gloria europea con una final de Champions League en 2020, Qatar había invertido más de 1.300 millones de euros en fichajes.

A esta cifra hay que añadirle los megacontratos de Messi y Mbappé. Según Le Parisien el francés renovó por 630 millones de euros brutos en tres temporadas, mientras que el argentino se aseguró 110 millones de euros por cada uno de los tres años firmados. Pese a que la Champions sigue en el punto de mira de Qatar, la función publicitaria del PSG y la demostración de fortaleza del país culminará con el Messi-Mbappé que definirá el Mundial 2022.

Messi, Mbappé y el triunfo de Qatar

El cartel soñado por Qatar para su final. Uno de sus dos niños bonitos, Messi o Mbappé, dominará el mundo del fútbol durante al menos cuatro años y asociará de forma permanente su leyenda a Qatar. El césped de Lusail dará a Messi su codiciadísimo Mundial o encumbrará a Mbappé como bicampeón con 23 años, algo sólo al alcance de Pelé.

"El domingo voy con Francia. Es mi segundo país y soy dueño de un club francés, pero en Argentina está Messi, que disputa su último Mundial y Mbappé ha llegado a dos finales consecutivas. Si pudiera les daba el trofeo a los dos", ha afirmado Nasser Al-Khelaïfi, presidente del PSG y de Qsi en declaraciones a RMC durante la previa de la final. Conclusión: Qatar ya ha ganado.

La locomotora qatarí no ha llegado a su destino. El Mundial de Fútbol de 2022 se ha distinguido como la gran meta en la útlima década, pero no la única. El plan de desarrollo se sustenta en cuatro pilares centrales: económico, social, humano y ambiental, siempre con el mantra de "somos un país pequeño, pero con mucho poder" y con el deporte como eje. El foco del deporte internacional apunta a Qatar, por el fútbol, el motor (F1 y MotoGP), el tenis (ATP ExxonMobile Open y WTA Total Open), el atletismo ( IAAF Diamond League), la natación (Copa del Mundo) o el llamativo caso del pádel, donde se ha creado el Premier Padel Tour, el nuevo circuito alternativo al World Padel Tour. El esparate qatarí reluce hoy más que nunca con sus dos piezas franquicia, Messi y Mbappé, los dos líderes de las selecciones que paralizarán el mundo.