Ocurrió en un bar de esos con TV de fondo. La charla comienza hablando de la publicidad (claro) pero acaba con historias que prometo que no defraudarán al lector. Frente a mí, Eduardo Medrano, historiador que dio con sus huesos y su mente preclara en una buena agencia de medios. Dedica su tiempo libre a crear textos llenos de curiosidades de todos los tiempos y los manda de forma desinteresada en una lista de correo.

Pregunta: ¿Cómo era aquello de que no era de buenas personas trabajar en publicidad?

Respuesta: Es el título de un libro. “No le digas a mi madre que trabajo en publicidad. Ella piensa que soy pianista en un burdel”. Es de Jacques Séguéla, que acabó siendo presidente de una de las agencias más importantes del sector. Sinceramente, amigo, es una profesión infame.

P: Algo bueno tendremos. La bondad se esconde donde menos lo esperas. Mira.

En ese momento, frente a nosotros, en la pantalla plana apoyada en una repisa al lado del decodificador del fútbol, aparecieron las imágenes de Gabriel Ferrán y Paula Sánchez, los diplomáticos españoles en Kabul que se quedan, a pesar del peligro, para coordinar la lógica estampida.

Schindler, quieras o no, sacaba cierto partido económico de los que libraba de la muerte. Los españoles, no.

Eduardo Medrano, historiador

R: Bueno, en toda la Historia hemos sido siempre muy buena gente, y se sabe en el mundo. Se ha dado mucho bombo a Schindler, el de la lista, pero tenemos muchos y hasta mejores ejemplos de bondad personificada. Pero no, preferimos pasear la leyenda negra de Alatriste. Además, Schindler, quieras o no, sacaba cierto partido económico de los que libraba de la muerte. Los españoles, no.

P: ¿Por ejemplo?

R: Eduardo Propper de Callejón era el Primer Secretario de la embajada española en París y salvó a miles de judíos en la ocupación. Hizo visados contra las directivas textuales del Ministerio. Más de 30.000 visados. El cuñadísimo Serrano Suñer le destituyó inmediatamente en cuanto se enteró. Otro ejemplo, José Ruiz Santaella y su mujer Carmen Schrader. Se jugaron la vida para salvar a tres personas. Resulta que fueron enviados a Alemania en 1942, él como agregado en la Embajada de España en Berlín. Escondieron en su casa a varios miembros de una de las pocas familias judías que sobrevivió al Holocausto. Hay muchos nombres más.

P: ¿Siempre en la Alemania nazi?

R: Bueno, hay un caso interesante que ocurrió en Grecia. Sebastián de Romero era cónsul general en Atenas. Sacó de un campo de concentración a 365 personas, y salvó de una muerte segura a 235 sefardíes que luego fueron liberados por los americanos. Estamos hablando de funcionarios destinados en zonas ocupadas por los nazis, desoyendo instrucciones y a la Gestapo, que hay que echarle narices. Se podría hacer una película de cada uno de ellos, y hay muchos casos más. Ángel Sanz Briz es el más conocido. Le llamaron “el ángel” de Budapest. Este Embajador en Hungría salvó la vida de unos cinco mil judíos húngaros durante el Holocausto. Les daba pasaportes españoles alegando orígen sefardí y acogiéndose a una Ley de la época de Primo de Rivera. Hecha la Ley, buscó la trampa.

P: Seguro que hay casos en otras épocas…

R: Se habla mucho ahora de la enfermera Isabel Zendal, por el hospital de Madrid. Y aunque se han hecho libros, documentales y películas con su vida, no es tan de dominio público que evitó la muerte de miles de personas en el mundo gracias a “La Real Expedición Filantrópica de la vacuna contra la viruela” de 1803 hasta 1813. Había que distribuir esa vacuna por el mundo y a los españoles, tan generosos nosotros, se nos ocurrió meter en un barco a 22 de nuestros niños para que se fueran contagiando y así llegara “vivo” el virus a todas nuestras colonias en el mundo. Zendal era la encargada de cuidarlos, y hasta se dice que un hijo suyo, Benito, de 7 años, estaba entre los cobayas.

P: Y, claro, ahora en Afganistán estamos viendo ese espíritu solidario en nuestra gente.

R: Que no es nuevo, ni es solamente a nivel diplomático. Los soldados, policías y todo el personal se implican. Hay una historia preciosa, la del Teniente Monterde y su tropa en Bosnia, en 1993. Se jugó la vida evitando la muerte segura de 171 civiles y soldados croatas heridos, que huían porque estaban siendo perseguidos por los milicianos musulmanes que ya habían matado a todos los hombres de un pueblo, Radesine. Fueron rodeados y les amenazaron diciendo “o nos entregáis a esa gente o en dos minutos empezamos a disparar”. La respuesta del Teniente fue “de aquí no se mueve ni Dios”. Y lo curioso es que acabaron por dejarles en paz, al ver la seguridad del español. Sí, salió en varios medios, pero no parece que nadie vaya a hacer una película o una serie sobre lo que pasó aquel día. Bueno, hasta se pensó que era un bulo porque se hizo hace poco una cadena de mensajes por whatsapp.

P: Imagino que se aclararía, ¿no?

R: Tuvieron que ser los que se dedican a combatir las “fake news” los que encontraron los artículos de prensa y referencias oficiales al tema. Para que veas cuánto valoramos a nuestros héroes. Los de carne y hueso, no los de Marvel. Lo que estamos haciendo en Kabul es algo que está en nuestro ADN de Quijote.

P: Dar publicidad a la bondad… ¿nos redimirá, Eduardo?

R: Olvídate. No tenemos remedio.