A la reina Sofía, la reina emérita, últimamente la veíamos poco y casi nunca en actos oficiales de gran calado. Todo eran salidas familiares, como en la boda en Atenas de su sobrino el príncipe Felipe con la millonaria Nina Fohr, o acompañada de su inseparable hermana, la princesa Irene. Todo lo más eran salidas a conciertos, a presidir patronatos, ir a actos de pequeño formato de defensa del medio ambiente (la vimos hace poco en el zoo de Madrid para dar la bienvenida a dos osos panda) o a cualesquiera que le enviase la Casa Real porque no quería ir nadie más, como misas religiosas o la reciente visita al Cristo de Medinaceli.

Casa Real parece que quiere mantenerla en un segundísimo y discretísimo segundo plano para que nadie asocie a Felipe VI con la antigua generación en la Zarzuela. La consigna parece haber sido borrón y cuenta nueva, lo que implica no decir nada sobre el emérito alegando que ya no es el jefe del Estado, y obligando a la emérita a resignarse a una agenda de tercera regional, vacía de contenido. Las malas lenguas --y no tan malas-- apuntan a que Letizia, además, sigue sin poder ver ni en pintura con sus suegros, lo que la habría llevado a establecer una presencia pública de su antecesora mínima, escasa, prácticamente nula. No hay duda de que Sofía, que a sus 83 años mantiene una salud y energías envidiables, sigue siendo la más popular de la familia --aquellos aplausos espontáneos en el Teatro Real lo atestiguan-- y que, allá donde va, genera una sombra demasiado alargada sobre Letizia, algo que a ésta no le debe hacer ninguna gracia.

Ausencia en la misa homenaje al duque de Edimburgo

Sofía parece estar condenada a no salir de casa y, si lo hace, a circunscribirse a actos familiares. Sorprendió --y mucho-- no verla en la misa de homenaje al duque de Edimburgo que se celebró el martes en Londres. No sólo ambos eran buenos amigos, sino que eran primos, miembros ambos de nacimiento de la familia real de Grecia. Además, seguro que a Lilibet, como ella aún llama a la reina Isabel II de Inglaterra, le habría hecho gracia verla.

Algunos se han apresurado a decir que la reina Sofía no iba a Londres porque tenía esta semana un viaje de estado a Nueva York y que iba a partir el miércoles a primera hora, con lo que un viaje a Londres el día de antes no era lo más recomendable. Se podría haber contestado que Sofía tiene parientes de sobra en Londres que la podrían haber acogido una noche --o ir a un hotel, ya puestos-- y que hay vuelos directos entre el aeropuerto de Heathrow y el JFK de Nueva York, pero nadie ha querido abundar más en el tema.

Un primer acto centrado en la cultura

Lo interesante es que el miércoles al mediodía (hora de Estados Unidos), Sofía aterrizaba en Nueva York muy sonriente para hacer un viaje de Estado que, aunque escueto (tan sólo dos días), le ha permitido lucirse un poco. Hacía tres años que no participaba en un viaje oficial y la emérita se ha llenado los días con varios actos y reencuentros con amigos queridos.

El primero de los actos fue el miércoles por la tarde (hora de Nueva York) en Roosevelt House. Se trataba de la presentación por primera vez en América del Diccionario Biográfico electrónico de la Real Academia de la Historia, una herramienta electrónica excepcionalmente buena en donde se recogen biografías pormenorizadas --y realizadas por verdaderos especialistas-- de más de 5.000 personajes de la historia de España. Dicho así, puede sonar a poco, pero es una hazaña tremenda. "Nunca antes se había logrado", apuntó durante el acto Jaime Olmedo, su director técnico. Lo que no sólo significa que en España no existía nada semejante, sino que en otros países tampoco. Ni siquiera la Enciclopedia Británica te ofrece un Catálogo de Biografías tan pormenorizado y actualizado. Tampoco los franceses, tan acostumbrados a presumir de personajes de su pasado, lo tienen.

El diccionario lo realizó la Real Academia de la Historia y en su presentación en Estados Unidos contó con la colaboración de la AECID, la agencia española de Cooperación, y el Spanish Institute Queen Sophia, un instituto cuyo objetivo es promover la lengua y la cultura española en países hispanohablantes y cuya presidenta de honor es la reina Sofía. En el acto estuvo presente Carmen Iglesias, condesa de Gisbert, directora de la Real Academia de la Historia y antigua preceptora del entonces príncipe Felipe de Asturias, a quien instruyó en Historia Española, Europea y de las Monarquías. Iglesias es una persona de una educación extraordinaria y exquisita y siempre se ha llevado muy bien con la Casa Real, por lo que a la reina Sofía le debió hacer ilusión estar con ella.

Aunque era un acto académico, sobrio y bastante anodino, la reina Sofía apareció radiante, consciente seguramente que las cámaras iban a estar escudriñando cada uno de sus movimientos. Llevaba un elegante traje chaqueta en forma de smoking con pantalón de raso negro y americana de terciopelo morado oscuro con solapas negras de raso. Lo acompañaba de un fular en tonos rojos, un collar de perlas de varias vueltas y un broche de oro.

El plato fuerte: la gala de Spanish Institute

El plato fuerte, no obstante se celebró ayer por la noche, cuando Sofía acudió a la gala del Spanish Institute para entregar los "Premios Sophia a la Excelencia", una cita que históricamente a premiado a personas e instituciones que han contribuido a mejorar el conocimiento y el aprecio internacional de España y el mundo hispano, sobre todo en Estados Unidos.

Antiguamente los premios se denominaban "Medallas de Oro", pero desde el 2018 se renovó el galardón con un nuevo nombre. Los premiados de este años son tres: el chef español José Andrés, el empresario mexicano Carlos Slim y la historiadora española Carmen Iglesias.

A la gala no faltaron personalidades como la diseñadora venezolana Carolina Herrera (elegantísima, como siempre). La reina Sofía también estuvo muy apropiada, con un abrigo de brocado en granate y dorado que ya le habíamos visto en la inauguración del Teatro Real en septiembre. En el transcurso de la gala, Sofía dio un breve discurso en inglés (que, por cierto, estaba muy bien escrito).