Con Sylvester Stallone se fue de compras por Fort Lauderdale. A Madonna le vendió por 25.000 dólares una de sus obras. Ricky Martin, que tenía cuadros suyos colgados en su casa, le enviaba su Rolls Royce con chófer para recogerle. Pero el que más le impresionó fue Al Pacino, al que conoció en una fiesta en Miami en 1999. Fue, según dice, por la sencillez que le transmitió: "Si no lo has vivido es muy difícil de entender. En la fiesta tenía a 20 personas a su alrededor entre los que le ofrecían guiones y sus asesores. Parecía una multinacional. Los artistas tenemos el ego súper desarrollado, pero él tenía capacidad para anularlo, no le influía. Ha sido uno de los dos personajes que me he llevado de este mundanal ruido. El otro fue Marcello Mastroianni".

El 60% de las obras de arte que hay en los museos son falsas

oswald Aulèstia

El que habla es Oswald Aulèstia. Lo hace por teléfono, desde Barcelona y acompañado por su exmujer, Neus Casablanca. Y aunque no hay manera de comprobarlo, a buen seguro que lleva puesta su habitual indumentaria: unas gafas de sol grises, circulares y polarizadas y una gorra negra con letras blancas donde se puede leer la frase "Todo es un fraude". Con una vitalidad impropia de alguien de 77 años, Oswald tiene ganas de hablar de todo lo que ha vivido y ha aprendido. Por eso ha decidido escribir junto con Neus su  "biografía novelada", El Falsificador, donde cuenta una vida de excesos y aventuras que tiene mucho de todo lo que le encanta al público: sexo, drogas y dinero.

Pero el relato se les ha quedado muy corto. Por eso, mientras ambos preparan ya su segundo libro, Oswald ha grabado también una serie sobre su vida, que se ha emitido en TV3 y llegará en abril a TVE, y un documental que está nominado a los Premios Goya. Aunque, según dice, es imposible que gane el premio: "Los Goya también son política, y no se lo van a dar a El Falsificador. Seguramente acabarán dándoselo a alguna historia que hable sobre abusos sexuales o algo así".

Entre las orgías, la cocaína, los billetes y las fiestas con famosos es inevitable preguntarse si la historia de este pintor barcelonés que ganó millones de euros imitando a algunos de los grandes genios de la historia del arte puede ser falsa. O, al menos, si hay algunas cosas que estén exageradas. Si se lo preguntas a los dos autores comienzan a discutir entre sí. Hay disparidad de opiniones. "Todo es real a excepción de algunos nombres. Incluso las localizaciones", asegura Neus en primer lugar, antes de ser interrumpida por Oswald, que dice que no está de acuerdo. "Real no hay nada. Los recuerdos no son reales, forman parte del pasado y están en la mente. Y este cabrón modifica muchas cosas. Pero mentiras no hay", afirma el pintor. 

Una vida de película

La historia de Oswald comienza en 1946 en Barcelona, donde nace y vive durante toda su infancia, pero transcurre a caballo entre Italia, España y Estados Unidos. De su padre, el artista Salvador Aulèstia, aprendió a ser "un pirata y un vividor" durante el tiempo que trabajaron juntos, hasta que se largó con una mujer dejándole tirado. En ese momento el joven Oswald decidió apostar por su propia carrera artística, que completó con la falsificación de obras de arte de su propio padre, en primer lugar, y de otros artistas después.

Un trabajo que desarrolló con éxito durante décadas, y que le llevó a ser investigado por el FBI, la Policía Nacional, los Mossos d’Esquadra y los Carabinieri, y posteriormente encarcelado durante nueve meses en una prisión estatal de Chicago. Aunque asegura que fue de manera injusta: "He cometido infracciones en mi vida, pero tener que pagar por una que no he cometido es la hostia". Sin embargo, explica que aquella experiencia le ayudó a comprenderse mejor y a valorar la vida. Para cuando quedó en libertad, ya era una persona completamente nueva.

La pregunta que sobrevuela es cómo puede ser que alguien tan perseguido cumpliera una condena tan minúscula. La respuesta la da el propio Oswald: "He pintado obras que no eran mías. Pero nunca las vendía, eso lo hacían otros. ¿Cuántas denuncias he tenido en Italia, España o EEUU? Absolutamente ninguna. Si los americanos tuvieran una sola prueba o un solo testigo ahora mismo no estaría hablando contigo. Estaría en prisión, porque me pedían 22 años de cárcel cuando llegué. No soy un ejemplo, solo he intentado pasármelo lo mejor posible. Pero no he engañado nunca a nadie. Solo me he aprovechado de las circunstancias de la vida".

A la pregunta de cuál ha sido su cuadro más caro se limita a responder que "está en algún museo y vale millones", pero no quiere decir a nombre de qué artista está firmado porque "la gente merece gran respeto". "Pero te lo puedes imaginar. Picasso, Miró… A ese nivel estoy hablando. Pero vamos, a partir de hoy cuando vayas a un museo tienes que pensar que el 60% de las obras que hay allí son falsas. Bueno, falsa no me gusta como palabra. Te diría atribuida", comenta el artista catalán.

Pero no todos los pintores se pueden imitar. Para Oswald, los cuadros de la Edad Media y el Renacimiento tienen una dificultad enorme por un "factor técnico", como los pigmentos o las telas que se empleaban. "Pero en general las obras desde 1900 hasta ahora son muy fáciles de falsificar, aunque hay algunos que son más difíciles técnicamente. Por eso yo no hablo de fácil o difícil, sino del factor tiempo. Hay obras que tardas cuatro o cinco minutos en reproducir y otras un mes. Un Miró, un Klein o un Tàpies son fáciles. En una mañana te hago 20 Tàpies", resume el artista. ¿Y un Picasso, que tiene un estilo inconfundible? Oswald se ríe. "Fácil", masculla, antes de añadir que lo más importante no es ser capaz de reproducirlos, sino darle a la obra "aquello que hace confundir al perito".

Salto a la fama

En el libro Oswald lamenta el trato que ha recibido su obra del público español, que la valoraba mucho menos que el italiano, y se queja de que las autoridades nacionales tampoco le protegieron cuando comenzó a tener problemas legales. Pero eso ha cambiado desde que su historia se hizo pública. "Ha sido un fenómeno para mí desproporcionado. La gente me para por la calle porque se siente identificado con este personaje que he creado. O que han creado. Son maravillosos". Las numerosas entrevistas que ha concedido últimamente y las constantes llamadas que recibe durante la conversación son buena prueba de ello. "Si es que no para", comenta Neus. 

Un Miró, un Klein o un Tàpies son fáciles de imitar. En una mañana te hago 20

Oswald Aulèstia

La fama también ha tenido otro efecto. Ahora sus obras, las que llevan su firma, se han revalorizado enormemente. Cuenta que cuando salió de la cárcel un 'Oswald' en papel costaba 250 euros. Hoy valen 5.000. Y los que están hechas sobre tela, mucho más. "Ahora que gozo de popularidad las cifras que muevo son importantes. Y es triste reconocer que todo esto se debe a El Falsificador. Nunca lo hubiera pensado. El próximo mes hago cuatro exposiciones en Barcelona. ¡Cómo es posible que un pintor vivo haga eso! Es literalmente imposible. Todo este éxito y popularidad no se hubiera producido si no hubiera sido por el libro".

Según cuenta, dejó de hacer cuadros de otros artistas cuando se casó con una mujer a la que no le gustaba la vida que llevaba. No sabe la fecha exacta, pero calcula que fue entre 2006 y 2008. En ese momento decidió plantarse y comunicar a sus clientes que ya no copiaría más cuadros.  Aún así, hoy en día mucha gente le sigue pidiendo obras de otros autores. "Yo digo que sí y luego les pongo precio. Se desmayan al oírlo. Pero les digo, '¿Qué pasa, no queréis una obra del falsificador más grande de la historia? Pues tendréis que pagar lo que yo diga'", concluye Oswald entre risas.