En un mundo saturado de estímulos digitales, donde la ansiedad y el estrés son nuestros compañeros cotidianos, Ignacio Mateos ha ideado un método que invita a detenerse, observar y reconectar con uno mismo: la meditación a través del arte. Un método que ha plasmado en su Meditarte (Planeta) que es el resultado de años de investigación y práctica, y en el que propone una alternativa sencilla y poderosa para alcanzar la calma y el autoconocimiento en la era de la hiperconexión.
No llegó a la meditación a través del arte por casualidad. “Desde mi infancia he tenido dos pasiones: el arte y la meditación”, explica a El Independiente. Creció en una casa repleta de libros, donde el arte era parte del paisaje cotidiano. Las visitas a museos y el contacto con obras maestras educaron su sensibilidad desde pequeño. Su formación profesional lo llevó a estudiar Bellas Artes y a obtener una beca en el Sotheby’s Institute de Nueva York, donde se sumergió en el mercado y la historia del arte a nivel internacional. A la meditación también por su entorno: “En mi familia había personas que meditaban y eso me despertó la curiosidad”, recuerda.
Uno de los grandes retos de nuestro tiempo es el consumo compulsivo de imágenes a través de las pantallas. “Vivimos en una generación casi atacada por los dispositivos móviles”, advierte Mateos. “El consumo de imágenes es brutal, la meditación con arte es higiene visual; prioriza la calidad sobre la cantidad”. Su propuesta es detenerse y profundizar en una imagen en lugar de pasar de una a otra en un interminable ‘scroll’.
Meditación contemplativa
A diferencia de las técnicas de meditación más conocidas, como el mindfulness, que suelen centrarse en la concentración interna (la respiración, un mantra, las sensaciones corporales), la propuesta de Mateos es de naturaleza contemplativa. “En lugar de ir hacia el interior, absorbemos los estímulos estéticos del exterior”, explica.
Esta metodología no requiere estar en un museo ni tener conocimientos previos de arte. Puede practicarse en cualquier lugar: ante una reproducción, una fotografía, una obra impresa, o incluso una imagen digital en el móvil. “He hecho sesiones de meditación contemplativa con paisajes, admirando una puesta de sol, o incluso con objetos cotidianos”, apunta.
Los beneficios que Mateos atribuye a la meditación contemplativa con arte son los mismos que se atribuyen a la meditación tradicional: reducción del estrés, prevención de la ansiedad y la depresión, mejora de la concentración y el bienestar general. “La meditación ayuda a reducir los niveles de cortisol, la hormona del estrés, y a liberar dopamina, lo que nos hace sentir más felices y en paz”, señala. “Meditar a través de una obra de arte resulta más sencillo y accesible que centrarse en la respiración o en un mantra. La obra de arte actúa como un ancla visual, facilitando el proceso para quienes encuentran difícil la meditación tradicional”, añade.
Aunque la propuesta de Mateos es novedosa en España, en museos de Nueva York y Washington ya se realizan actividades de meditación y yoga entre obras de arte. “En el MoMA y en el Smithsonian, por ejemplo, se organizan talleres de meditación y yoga en las salas de exposición”, comenta. El autor espera que esta metodología se extienda y llegue a más personas, también gracias al apoyo de figuras influyentes como la cantante Amaia Montero, quien ha respaldado el libro desde sus inicios
El proyecto de Mateos comenzó en 2017 en Nueva York como una organización para divulgar la meditación a través del arte. “En ese momento, el concepto era prácticamente desconocido en los departamentos de educación de los museos”, relata. En Nueva York profundizó en la práctica de la meditación, aprendiendo técnicas de la mano de Samu Sunim, fundador del templo budista Zen de la ciudad. En ese crisol de culturas y estímulos, Mateos percibió que el estado de concentración profunda que alcanzaba ante ciertas obras de arte era muy similar al de la meditación tradicional. Así nació la semilla de lo que hoy es Meditarte.
Con el tiempo, Mateos trasladó su actividad a España, donde continuó con el desarrollo y difusión del método. “El libro es la piedra angular de todo mi trabajo de divulgación”, afirma. En él, condensa una década de experiencia y aprendizaje, estructurando la metodología de la meditación contemplativa con obras de arte de manera pedagógica y visual.
Arte para meditar
No todas las obras de arte son adecuadas para este tipo de meditación. “He hecho una selección muy cuidada de las siete obras que incluye el libro, como si fuera una exposición”, detalla. La elección abarca desde grabados japoneses hasta pinturas impresionistas de Monet y Van Gogh, pasando por una taza de té del período Moyama japonés. “Son piezas que transportan a un estado de relajación y serenidad; no tendría sentido meditar con una obra como El grito de Munch, que expresa angustia y desasosiego”, aclara.
El objetivo es ofrecer una metodología actualizada, válida para cualquier persona que quiera meditar en pleno siglo XXI, independientemente de su edad o experiencia previa. “El libro juega a entremezclar culturas y épocas, mostrando los puntos en común entre diferentes tradiciones artísticas y meditativas”, indica.
Meditarte no es solo un libro, sino una invitación a detenerse y mirar el mundo con otros ojos. “El arte tiene el poder de ordenar y dar paz a nuestras mentes”, afirma Mateos. Al practicar la meditación contemplativa, el lector descubre no sólo los beneficios de la calma y el bienestar, sino también el placer de la curiosidad y el aprendizaje. “En cuanto te guste una obra de Monet, seguramente tendrás curiosidad por Van Gogh, y así sucesivamente. Es un viaje de descubrimiento personal y artístico”, concluye.
Una forma de ver el arte
Mateos está convencido de que la meditación contemplativa transforma la experiencia artística. “Vas a conectar mejor con el artista y con la expresión que ha plasmado en la obra. Detrás de cada artista hay un gran meditador, alguien que ha reflexionado profundamente antes de elegir la imagen que nos presenta”, reflexiona. La práctica de la meditación a través del arte permite descubrir una nueva dimensión en las obras, una conexión más íntima y significativa.
Practicar la meditación contemplativa en un museo o galería es posible y recomendable. “El Prado es impresionante, aunque suele estar muy lleno. Las galerías de arte son espacios maravillosos y menos concurridos, ideales para este tipo de práctica”, sugiere. Además, cualquiera puede imprimir una imagen que le guste y meditar con ella en casa. “El libro da herramientas para que cada persona encuentre su mejor forma de meditar”, afirma.
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