Alberto Olmos (Segovia, 1975) es el escritor que dedica una columna a vapulear a la revista de crítica literaria por excelencia en España. Es el columnista, que pertenece a la sección de Cultura, que escribe sobre cómo todas las secciones de Cultura son un fraude. También, el entrevistado que reitera en varias ocasiones que la entrevista que le estás haciendo no vale para nada y que si está aquí es porque tiene que estar. Olmos dice constantemente lo que piensa sin importarle demasiado a quién tiene enfrente o quién le está leyendo, sólo pensando si la idea que le ronda la cabeza es digna de contar.

En septiembre publicó Vidas baratas, elogio de lo cutre (HarperCollins Ibérica), su duodécimo libro, y hace pocas semanas una biografía de Jan Morris (Vidas Térmicas). En el primero se adentra hasta la obsesión en qué es cutre y analiza el término en distintos ámbitos sociales. El segundo indaga en la historia de un hombre que fió su vida a la suerte para poder vivirla de verdad.

Pregunta.- ¿Por qué lo cutre?

Respuesta.- No creo que sea muy sexy comercialmente decir que esto es un encargo. El editor de HarperCollins me pidió un ensayo, tras leer mis columnas, y me acordé que yo tenía un artículo diciendo exactamente eso: "falta un ensayo sobre lo cutre".

En mis años en Usera pensé en cómo se vivía sin dar importancia a nada estético y además vengo de una familia segoviana bastante austera... Me parece fascinante ir a casa y que esté mi cama de cuando tenía 10 años porque si no se desploma mis padres no la van a cambiar. Ese mundo de lo que se puede entender como cutre, visto positivamente como una forma de anticonsumo y de tener arraigo, me parecía que era curioso para tratar el tema.

Es mi primer ensayo y una vez que me puse con ello, además teniendo una serie de plazos, fue una experiencia rara. Por un lado fue guay porque sabes que el libro va a salir, que te han pagado un adelanto y que tienes fecha de publicación; pero al mismo tiempo estás un poco acojonado.

Empecé analizando lo que supone la palabra cutre y una de las cosas que más me iluminó fue "lo cutre y la política". Me acordé de Pablo Iglesias y su primer piso y de ahí pasé a Sálvame, a la literatura, al cine hecho con cuatro duros... Pensé que lo cutre tocaba muchos palos y me vine arriba y lo parcelé por temáticas.

En los 80 lo cutre era sinónimo de artístico, creativo, guay y en los 90, con los JJOO de Barcelona y con el deseo de ser europeos, se convirtió en un insulto

Además, me inventé una teoría que me parece curiosa. En los 80 lo cutre era sinónimo de artístico, creativo, guay y en los 90, con los JJOO de Barcelona y con el deseo de ser europeos, se convirtió en un insulto. Los corruptos tipo Roldán eran cutres, eran cutres los toros, el fútbol... teníamos que ser europeos y no cutres, al contrario que en los 80 que cutre era tener la capacidad de hacer música, por ejemplo, con cuatro cosas, con lo mínimo. Ahora, lo cutre hasta se reivindica en la publicidad.

Me faltó un capítulo por hacer y es el de los youtubers. Por ejemplo, Ibai Llanos. Ibai Llanos es dios, está en su puta casa, en pijama, habla a una webcam y convoca a mucha gente y compite con las teles. Lo cutre, al final, transmite autenticidad, buen rollo, transmite un "soy como tú" y eso, al final, vende.

P.- ¿Vende porque la mayoría de los españoles somos cutres?

R.- Bueno, depende, por ejemplo, en el Madrid de fuera de la M-30 estamos los cutres pero dentro todo es pijo. Aunque también es cutre el que teniendo pasta se compra lo malo. Si tú vas a casa de Cristiano Ronaldo y te saca un vino de 5 euros pues es que es muy cutre.

Pero ser cutre es estar muy cerca de ser guay. Porque, ¿qué es lo guay? Por ejemplo, el Richelieu. Entonces yo soy tan guay que te cito en el Richelieu, un bar de barrio super desconocido y cutrísimo que lleva sin reformar 20 años y soy el que más mola por ir a un bar de viejos. También tienes que tener un estatus para hacerlo guay.

Un caso clarísimo es el de C. Tangana, que a mi me encanta, que hace guay lo que él quiera. Si decide que mañana mola ir con kimono por la calle pues ya está de moda todo lo japonés.

P.- Has escrito 12 libros, has colaborado en otros 20 y dices que ha sido el columnismo, donde te mueves sólo desde hace unos años, el que mejor te ha tratado

R.- Llevo desde los 23 años publicando muchos libros y me considero un fracasado total porque nunca he vendido demasiados. Hay un momento en el que tienes que reconocer que si te entrevistan, por ejemplo, en El Independiente, pues la gente cree que vendes libros pero no y eso es tristísimo. Esta entrevista no me vale para nada, vengo porque me siento obligado y no tengo nada que hacer pero gracias a ella venderé cero libros.

Sentía que el columnismo me daba muchas satisfacciones, tenía algo que decir y de repente la gente me leía, y eso se puede medir con unos datos inapelables

El articulismo es distinto. Desde que entré en El Confidencial como columnista tengo una sensación mucho más gratificante que como autor. Pone la guinda el famoso premio (recibió el Premio Gistau en 2020). Sentía que el columnismo me daba muchas satisfacciones, tenía algo que decir y de repente la gente me leía, y eso se puede medir con unos datos inapelables. Y claro, cuando me dan el Premio Gistau, pues se convierte en una historia preciosa.

P.- ¿Y la crítica literaria?

R.- La gente cree que tú escribes un buen libro y que te van a decir: "¡Oh, qué buen libro!" y qué va, la gente mira hacia otro lado, no tiene ni que leerte, ni reconocértelo, por eso creo que mi labor como prescriptor literario es bastante chula porque tengo una curiosidad que otros críticos no tienen. La mayoría reseñan a sus amigos, a quien hay que reseñar, a quien es famoso. Yo leo los libros y los reseño sin que me importe el autor, la editorial o lo que sea y creo que eso hace de mi un crítico literario cojonudo.

P.- Te llaman columnista provocador.

R.- Pero es que a mi no me pagan para decir: "la lluvia moja", "el cambio climático es malo", "el machismo mata". A lo mejor en un lance concreto social que implica el machismo tienes que decir: "Pues mira aquí no estáis acertando, no es correcto".

A mi no me pagan para decir: "la lluvia moja", "el cambio climático es malo", "el machismo mata"

Hay un momento dado que en El Confidencial decidimos que me abra a más cosas que escribir libros. En fútbol hay una cosa que se llama "buscar el espacio", entonces si todo el mundo está diciendo que el cambio climático nosequé y tu te pones en la posición contraria hay un vértigo que yo siento como columnista que es "tengo que hablar de esto". Y lo hago. Es la sensación de que esta idea que tengo no me suena que la gente la haya dicho y hay una obligación moral de decirla. ¿Sabes que te van a poner a parir? Pues es que a veces lo hacen y no has tenido ninguna idea buena.

P.- Bueno, pero a parir en Twitter ponen siempre, o por decirlo o por decir lo contrario

R.- Cuando era escritor, más full time, tenía dos blogs y en los comentarios, que llegaban a ser 100, me insultan muchísimo y lo leía todo y pasaba unos días muy deprimido. Decidí no leer nada de lo que me decían.

No leo nada en relación con mis artículos ni las contestaciones a mis tuits. Tengo la suerte de haber construido este muro

Ahora, no leo nada en relación con mis artículos ni las contestaciones a mis tuits. Tengo la suerte de haber construido este muro y a veces me pasa que alguien me copia o me pantallea algo de lo que me dicen y eso es muy ambiguo porque no sabes si toma el lugar de esa persona y piensa lo mismo. No me parece una buena idea.

P.- ¿De ahí tu artículo criticando el escaparatismo y amiguismo de las secciones de Cultura?

R.- Si yo fuera jefe de una sección de Cultura haría todo tipo de entrevistas y ahora funcionan como este es de los nuestros y este no. Ahora me sitúan como columnista de derechas, facha, conservador y en este sentido me ha ayudado mucho Víctor Lenore (jefe de Cultura de Voz Populi) con su actitud de "me la pela". Yo no puedo estar todo el día diciéndote: "No, no, si yo voté a Podemos en tal año". Por eso no te tienes que preocupar por lo que la gente diga de ti porque luego pasa el tiempo y lo que dices se vuelve totalmente razonable.

P.- Ese "este es de los nuestros y este no" se aplica también a la hora de leer.

Desde el punto de vista de lucha de clases diría: "Un pijo gilipollas, no lo leáis, vamos a hundirle", pero no, porque está muy bien

R.- Vivo en Carabanchel y viví muchos años en Usera. Yo nunca he visto ropa de marca en mi casa y mis padres no tienen ningún conocimiento de lo que es recomendable consumir o lucir y con esa tesitura llevo ya muchos años. Entonces llego a los diarios de Ignacio Peyró y dice: "Mis hermanas han decidido ir a los apartamentos de Marbella"; y no me molesta, conceptualmente me puede repugnar pero él escribe tan bien, tiene tanto talento que esos diarios me han parecido maravillosos y no tengo ningún problema en decir que el libro está de puta madre.

Desde el punto de vista de lucha de clases diría: "Un pijo gilipollas, no lo leáis, vamos a hundirle". Pero no, porque está muy bien. Como Arcadi Espada, que es inteligentísimo aunque diga burradas, tiene frases sobre la vida, la psicología de las personas... muy finas. Juan Manuel de Prada es interesantísimo aunque no me encante como escribe y su visión católica, que es llamativa, hay que protegerla.

P.- ¿Crees que nos hemos polarizado en los últimos años o esto viene de largo?

R.- Es que eso de todo es político pues como que no. ¿Lo personal es político? Pues eso es muy peligroso.

Un día yo estaba con mi novia en un restaurante de la sierra al que habíamos ido bastantes veces sin ningún problema y, en un momento dado, el camarero nos puso los platos en la mesa con una pulsera de Vox en la muñeca y mi novia se espantó hasta el punto de que no hemos vuelto. Me pareció muy sintomático, porque ahora si descubres que tu panadero de toda la vida vota a un partido demasiado alejado de lo que tu votas ya consideras que no tienes que comprarle el pan. Consideras que si el dueño es muy rojo o muy facha pues el negocio no tiene que sobrevivir. Creo que eso antes no pasaba. Incluso teníamos amigos de distintas ideologías y no pasaba nada, éramos más tolerantes.

Consideras que si el dueño es muy rojo o muy facha pues el negocio no tiene que sobrevivir. Creo que eso antes no pasaba

Yo ya no me atrevo a definirme políticamente, voy partido a partido, con cada tema tengo una idea, la verdad, porque no puedes pensar lo mismo de todo. Por ejemplo, es incomprensible que construyas un hospital y este mal. Este empecinamiento de machacar el Zendal es un error de la hostia y la gente normal que no está en el día a día solo sabe que Ayuso ha construido un hospital y la insultan.

P.- Has criticado mucho el informe del ministerio de Cultura que dice que 7 de cada 10 españoles leen asiduamente

R.- Manuel Vicent dedicaba cada año un artículo contra los toros pues yo todos los años cuando salga el informe falso de cuántos españoles leen pues diré que es mentira. Si nos interesa lo que ha vendido Ana Iris Simón, no ha vendido nada, ¿50.000 ejemplares? Es decir, de 50 millones, 50 mil... ¿El libro más vendido solo lo lee un 1% de la gente que lee? El resto que está, ¿leyendo a Rilke?

Pero claro, ha salido tanto en prensa que pensamos que lo ha leído todo el mundo y no es así. Creo que muchas editoriales publican autores pensando en cómo los venderán luego a los medios, cómo encajará en un titular y claro, sales entrevistado y te crees la leche y que vendes y no.

P.- Tu último libro es sobre Jan Morris, una biografía sobre la vida de este periodista de guerra que cambió de sexo en una clínica ilegal de Marruecos.

R.- Este libro también es un encargo. El año pasado publiqué dos libros y este año otros dos, y la verdad que para nada. Aquí me pidieron una biografía y yo soy muy fanático, podría haberla hecho de mucha gente y me parecía tan difícil de elegir. Acababa de leer La masa enfurecida y había dos páginas sobre Jan Morris, un tío que se va a Marruecos en los 80 a una clínica ilegal y se cambio de sexo a lo loco.

Entonces me compré sus libros y lo investigué y me fascinó que eligiera la suerte. Y como el tema trans está muy de moda, y aunque estoy solidarizado pero me cuesta interesarme y no tengo muy claro lo de la ley, pues quería aproximarme al trans y me meto a ver como es la operación, tener noción del asunto, meterte dentro del tema. Era un tío que había subido al Everest, que había estado en guerras, tenía cinco hijos y se hace trans, creo que es muy importante contarlo.