Se puso su abrigo, llenó sus bolsillos de piedras y se sumergió en las aguas del río Ouse, al sureste de Inglaterra. No era la primera vez que lo intentaba, a los 22 años se había tirado por la ventana, y a los 31 había tomado psicofármacos; pero sí iba a ser la última. Porque Adeline Virginia Stephen (Kensington, 1882 - Lewes, 1941), su verdadero nombre, no podía más, y aquella mañana de primavera, las voces que un día la inspiraron se hicieron con ella: «Estoy segura de que me vuelvo loca de nuevo. Creo que no puedo pasar por otra de esas espantosas temporadas. Esta vez no voy a recuperarme. No puedo luchar más. Sé que estoy destrozando tu vida», escribió.

Apodada 'la cabra', Virginia Woolf nació en Londres un 25 de enero, hace 140 años. Criada en un ambiente familiar culto y liberal, fue la tercera de cuatro hermanos y tres hermanastros, hijos del primer matrimonio de su madre, de los que, según reflejó en una de sus novelas autobiográficas, Apuntes del pasado, tuvo que soportar abusos sexuales: «Una vez, cuando yo era muy pequeña, Gerald Duckworth me puso encima de una repisa (que se reflejaba en un espejo), y mientras estaba sentada allí comenzó a explorar mi cuerpo. Puedo recordar la sensación de su mano bajo mis ropas; descendiendo con firmeza y con seguridad más y más abajo. Recuerdo cuánto esperaba que se detuviera, y como me puse tensa y empecé a retorcerme cuando su mano se aproximaba a mis partes íntimas. Pero no se detuvo. Su mano exploró también mis partes privadas. Recuerdo mi resentimiento, mi desagrado».

Su vida, estuvo desde entonces, y tras la temprana muerte de su madre, la de una de sus hermanas y, más tarde, la de su padre, marcada por la desigualdad y por las constantes depresiones y episodios emocionalmente inestables que la condujeron a la locura y horror.

A su juventud, Virginia y tres de sus hermanos se trasladaron a Bloomsbury, en la zona oeste de Londres. El municipio londinense era por entonces centro de reunión para un grupo elitista de intelectuales británicos, y por su casa pasaron figuras de la talla del economista John Maynard Keynes o los filósofos Bertrand Russell y Ludwig Wittgenstein. Símbolo de rebelión, exponente del movimiento feminista y de la literatura moderna, Virginia Woolf comenzó a cosechar sus éxitos y dar vuelo a ideas tan liberales como progresistas, que más tarde plasmó en su escritura. Tanto es así, que sus afirmaciones en favor de la diversidad sexual, por ejemplo, calaron entonces y han conseguido hacerlo hasta nuestros días: «Sería una lástima terrible que las mujeres escribieran como los hombres, o vivieran como los hombres, o se parecieran físicamente a los hombres, porque dos sexos son ya pocos, dada la vastedad y variedad del mundo; ¿Cómo nos las arreglaríamos, pues, con uno solo? ¿No debería la educación buscar y fortalecer más bien las diferencias que no los puntos de semejanza?».

Virginia Woolf en 1927 en Monk’s House, Sussex, con su perra Pinka.

En 1912 Virginia se casó con Leonard Woolf, economista y miembro también del grupo, con quien fundó en 1917 la célebre editorial Hogarth Press, que editó su propia obra y la de otros relevantes escritores, como Katherine Mansfield, T.S Eliot o Sigmund Freud. Virginia fue una mujer de gran talento destrozada por el silencio, y defensora del libertinaje, amante de la promiscua Vita Sackville-West, una escritora con la que mantuvo una relación amorosa, y confesa homosexual. 140 años después, Virginia Woolf es considerada como una de las escritoras referentes del modernismo vanguardista del siglo XX y del movimiento feminista.

Los imprescindibles de Woolf

Tormentos, reflexiones, pasiones, amor e igualdad. La mujer que renovó la novela moderna y dio las claves del feminismo actual puso su obra al servicio de la libertad en todos sus paisajes, dejando un legado literario imprescindible repleto de ensayos, cuentos, correspondencias y novelas. Entre sus obras más famosas se incluyen las novelas La señora Dalloway (1925), Al faro (1927), Orlando: una biografía (1928), Las olas (1931), o el breve ensayo Una habitación propia (1929), un texto feminista cuyo argumento gira en torno a un espacio literal y ficticio de aquellas escritoras que se encuentran dentro de una tradición literaria dominada por hombres.

'Fin de viaje', 1915

Fin de viaje es la primera obra publicada por la autora británica. Tardó ocho años en escribirla pero vertió en sus páginas las preocupaciones propias y de su entorno social que la aquejaron durante años. La novela ha sido considerada por muchos como un manifiesto de la escritora por romper con los moldes narrativos heredados de la novelística inglesa anterior, en especial la subordinación de personajes y acciones al argumento general de la novela, así como las descripciones de ambientes y personajes tradicionales.

Al faro', 1927

Considerada el punto más alto de la stream of consciousness woolfiana, To the Lighthouse, título original de la obra, es la quinta publicada de Virginia Woolf. La trama gira alrededor de la familia Ramsay y sus reflexiones y tensiones tras una visita a un faro. Aunque tiene poco diálogo porque se basa principalmente en pensamientos y en observaciones, es una novela «homenaje a la vida y a la muerte, a la mujer, al arte, a la belleza y a la contemplación del paso del tiempo. No importan los nombres ni los lugares, no importan las fechas».

'Mrs. Dalloway', 1925

Publicada el 14 de mayo de 1925, Mrs. Dalloway detalla un día en la vida de Clarissa Dalloway, en la Inglaterra posterior a la Primera Guerra Mundial. La novela, de 272 es una respuesta al Ulises de James Joyce, el texto admirado como una de las grandes novelas del siglo XX por la manera en que salta de tiempo y trata el feminismo y sentimientos aparejados entre la protagonista y Septimus Warren Smith.

'Orlando', 1928

Orlando es la obra de mayor éxito de Virginia Woolf en vida y una sátira del género biográfico basada en la vida de Vita Sackville-West, una aristócrata y escritora con la que la autora tuvo una relación amorosa a finales de los años veinte. En 300 páginas Woolf da respuesta a todas sus preguntas sobre las diferencias entre hombres y mujeres en distintos períodos históricos: desde el período isabelino, pasando por el victoriano y hasta llegar a la época moderna en los albores del siglo XX.