Hay muchas formas de estudiar el desarrollo del ser humano a lo largo de su historia. Normalmente se suelen analizar los grandes eventos sociales y políticos que han definido el proceso evolutivo, también es posible diseccionar y explicar las ideas que han impactado directamente en los grandes cambios de paradigma. Sin embargo, Richard Firth-Godbehere, historiador, filósofo y lingüista, lleva años profundizando en el terreno de las emociones en busca de un prisma alternativo que explique la evolución emocional del ser humano a lo largo de los siglos.
Las emociones son la forma en la que utilizamos la suma de nuestras experiencias para comprender cómo nos sentimos en determinadas circunstancias concretas"
Richard Firth-Godbhere
En Homo Emoticus: La historia de la Humanidad contada a través de las emociones (Salamandra), Firth-Godbehere analiza desde una visión eminentemente holística, la influencia de las emociones y sus distintas interpretaciones históricas hasta lo que son hoy en día, atreviéndose a pronosticar algunas de sus principales implicaciones futuras.
El terreno en el que se adentra el escritor se antoja algo confuso desde el momento en el que se trata de definir la propia palabra, ya que, tal y como explica el autor, se trata de un concepto moderno que funciona como "cajas" en las que la gente ha decidido meter sus sentimientos, para catalogarlos mejor. Por lo tanto, la premisa de la que parte Firth-Godbehere es la de que las emociones no existen como tales, pues dependen directamente de la decisión que tomemos a la hora de agruparlos en sus respectivas "cajas", atendiendo a cuestiones circunstanciales, culturales, históricas, geográficas e incluso individuales.
Tratándose de un concepto tan voluble y abstracto, ¿cómo es posible apoyarse en las emociones para construir una historia de la humanidad? Su autor defiende que hay muchas formas diferentes de hacerlo. "Una de ellas es la de descubrir cómo la gente explicaba el hecho de experimentar tales sentimientos". El historiador pone como ejemplo la categorización de Platón en la República o Timeo, aunque también admite atender a cuestiones más cotidianas o triviales, como es el caso de la expresión fie (asco) en los textos de Shakespeare, descubierta gracias al contexto. "También es útil buscar en cualquier lugar donde se pueda escribir y expresar sentimientos, como puede ser en inscripciones en tumbas, imágenes o pinturas".
El placer como motor evolutivo de las emociones
Para realizar este recorrido, Firth-Godbehere destaca un motor común sobre el que se cimentan la capacidad emotiva del hombre. "Todos los humanos parecen sentir placer y sufrimiento, es tan simple como eso, ese es el verdadero motor.
Buscar el placer no es lo mismo que buscar la felicidad"
Nos gusta sentir cosas placenteras y no nos gusta sentir cosas desagradables, cuando encontramos algo que nos hace sentir bien, lo queremos, lo deseamos. Cuando algo nos hace sentir mal, huimos de ello." Sin embargo, afirma el experto en emociones, "buscar el placer no es lo mismo que buscar la felicidad".
Y ese motor hacia lo agradable nos ha traído hasta aquí, una época que Firth-Godbehere se atreve a definir como "especialmente rica emocionalmente". "Estamos así desde hace mucho tiempo, diría que desde los 80 con la desintegración de la URSS, pasando por el 11-S, o los distintos conflictos bélicos en el resto del mundo, la pandemia,… hemos tenido unos años muy emocionantes que recuerdan al siglo XVII, cuando también ocurrieron muchas cosas: la modernidad, las guerras, las cazas de brujas... un verdadero cóctel de emociones, por eso que creo que esto se va a recordar de una manera similar. El autor de Homo Emoticus incide en el papel de los medios comunicación, la transmisión de ideas por internet y cómo ha contribuido a que las emociones de las personas se hayan vuelto "un poco locas", con tendencia hacia los extremos.
La homogeneización en el lenguaje emocional
Si existe algo que define la actualidad en el ámbito emocional, eso es la homogeneización de su lenguaje. El hecho de que cada vez estamos más unidos culturalmente ha provocado que nuestra forma de sentir se haya equiparado considerablemente. Uno de los ejemplos que utiliza el experto es el de los emojis y cómo ha sustituido este a la expresión oral a la hora de identificar emociones.
Putin pensó que nadie le iba a decir nada, que nadie apoyaría a Ucrania"
Según explica Firth-Godbehere, esta evolución expresiva ha incidido directamente en acontecimientos como la guerra de Ucrania. "Una de las bazas con las que jugaba de Putin era la de pillarnos desmembrados por el Brexit, Trump, etc. Pensó que nadie le iba a decir nada, que nadie apoyaría a Ucrania, pero resulta que todos nos hemos unido por ellos, como si Ucrania fuera parte de nosotros y no de ellos. En las emociones -continúa- hay mucho de nosotros y ellos, aquí se ha visto, hay países que no se llevaban bien y ahora de repente sí, porque han encontrado algo en común y sin duda ha provocado un cambio importante".
El reverso que resulta de esta intensificación emocional a nivel global puede ser también un incentivo para aquellos que pretenden manipular la opinión pública para intereses personales.
Firth-Godbehere no tiene ninguna duda de que esta homogeneización nos vuelve más vulnerables a la manipulación, incluso añade el matiz de que cuanto más mayores, más vulnerables. "Hay estudios que demuestran que las personas de 14, 15 y 16 años son muy buenas detectando mentiras, noticias falsas y manipulaciones, pero a medida que crecemos se nos da peor detectar todo eso. Por lo tanto es verdad que ahora mismo, ya que los que votamos somos más mayores, estamos más expuestos. Por suerte las nuevas generación han nacido en la era de internet se desenvuelven muy bien en él y lo entienden. Soy optimista porque son ellos los que votarán y no será tan fácil manipular sus emociones en el futuro.
La Inteligencia Artificial, ayuda y lastre en el desarrollo emocional
Precisamente, una de las claves en la forma de entender las emociones en el futuro, será la Inteligencia Artificial. La duda está en si esta será una herramienta que facilitará un mejor análisis de nuestras emociones o si va a provocar mayor confusión y dificultad a la hora de identificar la forma en la que somos capaces de sentir.
La Inteligencia Artificial está muy anticuada, funciona con preceptos científicos arcaicos"
"Depende de cómo lo hagamos de bien a la hora de desarrollar las emociones artificiales, si conseguimos programar máquinas de tal manera que nos ayuden a descubrir cómo funcionan nuestras emociones, cómo afecta a nuestra mente aquello que siente nuestro cuerpo". El autor de Homo Emoticus indica que el problema es que "la Inteligencia Artificial está muy anticuada, funciona con preceptos científicos arcaicos, puede funcionar lo suficiente como para que pensemos que genera emociones, que realmente hemos acertado y ahí está lo preocupante".
Firth-Godbehere entiende que aquello de que tenemos las seis emociones básicas de Ekman facilita las cosas a la hora programar, "pero en el momento que te das cuenta de que cada cultura tiene sus propias emociones y que hay mil entre ellas, es necesaria una readaptación en función de los países, las regiones e incluso de las individuales de cada uno".
Si hay que imaginar un futuro utópico en el que las máquinas aprendan a sentir, el historiador no se muestra muy optimista con respecto a lo que la Inteligencia Artificial puede enseñarnos sobre las emociones, "de momento lo único que podemos aprender es precisamente como no funcionan las emociones".
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