En el verano de 2001 el realizador vasco Julio Medem estrenaba Lucía y el sexo, película protagonizada por Paz Vega y Tristán Ulloa que integraba en su trama numerosas escenas de alto contenido erótico. El título del presente artículo, aunque centrado en un mundo, un tiempo y unos personajes muy diferentes, juega con el de la cinta de Medem. En efecto, hablar de Cleopatra en la actualidad a través de sus recreaciones en el cine, la literatura, el cómic o las series de televisión, entre otros, evoca igualmente sexo, en una tradición que remonta no obstante a mucho tiempo atrás, a la propia época de esta reina egipcia. Este será nuestro punto de partida.
En la segunda mitad del siglo I a. C., Cleopatra VII, reina egipcia de la dinastía macedonia de los Ptolomeos, intenta mantener la integridad de su territorio ante el creciente poder de los ejércitos romanos en el Mediterráneo. Con este fin, Cleopatra VII estableció una serie de alianzas con el poder de Roma, principalmente encauzadas a través de sus relaciones amorosas con César, primero, y con Marco Antonio, después. Esto ayudó al mantenimiento de una relativa paz y prosperidad en el reino del Nilo.
El relato de los vencedores
Sin embargo, la historia no podía acabar bien. Cleopatra VII y Marco Antonio encuentran muy pronto la oposición de Octavio, que se erige en este momento como auténtico depositario de la tradición romana y de su grandeza frente al helenismo representado por la pareja de Alejandría. Ambos perdieron la vida tras la célebre batalla de Accio en el año 31 a. C., con la que Octavio, ahora designado Augusto, asume el poder en solitario en Roma y se convierte en emperador.
El poeta latino Propercio la describe como “reina prostituta de la incestuosa Canopo”
Las fuentes antiguas al servicio del bando vencedor (de Augusto) elaboraron y difundieron, a partir de este momento, un retrato de Cleopatra que redunda en su maldad, su codicia y su ambición, pero, sobre todo, en su carácter seductor y en su promiscuidad sexual. De este modo, el poeta latino Propercio la describe como “reina prostituta de la incestuosa Canopo”.
No más elogiosa resulta la opinión de Lucano en el s. I d. C. en su obra Farsalia, en la que afirma: “(Cleopatra) posee Egipto, pero es la prostituta de Roma”, en clara alusión al intento de esta de afianzar la posición de Egipto frente a la todopoderosa Roma mediante sus artes amatorias. Incluso en el s. IV d. C. Sexto Aurelio Víctor dice de ella: “fue una mujer tan lasciva que a menudo se prostituyó, al tiempo que tan bella que muchos hombres pagaban por pasar una noche con ella al precio de su vida”.
Otros muchos autores del mundo antiguo incidieron en esta imagen negativa de la reina ptolemaica, como fue el caso de Horacio, Virgilio o Plutarco, que no obstante alabaron otras cualidades de la reina, como su habilidad política, su inteligencia o su capacidad para hablar diferentes lenguas.
Una herencia que se perpetua
El recuerdo de Cleopatra VII en los periodos posteriores no se extinguió, y buena muestra de ella fueron los poetas italianos de la Edad Media. En el s. XIV, Giovanni Boccaccio, autor del célebre Decameron, afirmaba en su obra Acerca de las mujeres ilustres que la fama de la reina Cleopatra no se fundamentaba precisamente en su nobleza ni en su belleza sin igual, sino en “su avaricia, lujuria, disolución, crueldad y desorden”. Esta imagen de la reina se completa en esta misma obra con su explícita descripción como “ramera de los reyes orientales, deseosa de oro y de joyas”. No es casualidad que, en virtud de estos “defectos”, Cleopatra fuese incluida en La Divina Comedia de Dante en el segundo anillo del infierno, destinado a aquellos individuos condenados por lujuria.
Cleopatra fue incluida en La Divina Comedia de Dante en el segundo anillo del infierno, destinado a aquellos individuos condenados por lujuria
Esta tradición se mantuvo igualmente en la época moderna. En su obra Antonio y Cleopatra de 1607, William Shakespeare alude a la voracidad sexual de Cleopatra. También este es un elemento fundamental del retrato de la reina, posteriormente, en las Noches egipcias de Alexander Pushkin de 1835, y como no, de las primeras encarnaciones de Cleopatra en el séptimo arte, interpretada por actrices como Thea Bara (1917), Claudette Colbert (1934) o Elizabeth Taylor (1963).
Si atendemos de nuevo a nuestro presente, o al menos a los últimos 50 años, cabe preguntarnos si Cleopatra VII, de la que nuestro conocimiento histórico es cada vez más completo, sigue siendo, en cambio, recreada en la cultura popular en los términos hasta ahora descritos.
A este respecto, citaremos ejemplos tomados de diferentes obras contemporáneas. En primer lugar, en la película Última noche en el Soho (2021), Sandie, interpretada por Anya Taylor-Joy, acude a Londres para desarrollar una carrera artística. Ante la falta de oportunidades, la joven acabará, sin embargo, inmersa en el mundo de la noche y de la prostitución. De esta película resulta llamativo constatar que, en el local en el que Sandie ofrece sus servicios sexuales a una variada clientela masculina, una bailarina exótica y prostituta se hace llamar precisamente Cleopatra. E
l segundo ejemplo está tomado del cómic Crononautas (2016) de Mark Millar. En esta obra, los protagonistas realizan viajes en el tiempo encontrando y conociendo a diferentes personajes del pasado. En su visita al Antiguo Egipto, y como no podía ser de otra manera, uno de ellos dice haber tenido sexo con Cleopatra. En tercer lugar, el célebre videojuego Assassin’s Creed Origins presenta a una Cleopatra que retoma explícitamente algunas de los testimonios de los autores clásicos anteriormente señalados, incidiendo en las ansías de poder de la reina, que consigue sus viles propósitos mediante sus ofrecimientos sexuales a César. Hasta aquí, como vemos, ninguna novedad.
Dominio absoluto en el porno
Un ejemplo incluso más explícito de la faceta sexual de Cleopatra en la cultura popular contemporánea proviene del cine erótico y pornográfico. Dentro de este género, destaca la multitud de títulos de películas que incluyen el nombre “Cleopatra”: The Notorious Cleopatra (1970), Cleopatra’s Bondage Revenge (1980), Cleopatra 2: The Lengend of Eros (2004) o Cleopatra Sadistica (2010), por no citar más que algunos ejemplos.
Hagamos un ejercicio práctico. La página web The Ancient Egypt Film Site ofrece un listado no exhaustivo de películas del cine erótico y porno inspirado en el Antiguo Egipto desde 1969 a 2012. En esta lista se registran 44 títulos, de los cuales 14 mencionan a Cleopatra en su título y otras 6 incluyen a la reina como principal protagonista (sin nombrarla explícitamente en el título). Este incompleto muestreo puede optimizarse con la aportación de la base de datos (aún en construcción) del proyecto Egypopcult, que yo mismo dirijo en la Universidade de Lisboa.
Según esta herramienta, en los últimos 23 años contamos con 20 películas que tienen a Cleopatra como personaje principal de un total, por el momento, de 34 películas consignadas. Si, a continuación, establecemos los porcentajes de estas informaciones de manera conjunta, Cleopatra está presente, por tanto, en más de la mitad de las películas del cine egiptizante de este género. El dato habla por sí solo.
Podríamos aún multiplicar los testimonios de esta tendencia a la sexualización de Cleopatra. Un último ejemplo de nuestro breve artículo se encuentra en el cómic español Erogys 4: Laura (1975) de Guillermo Bestard. En él, se recrean de forma cómica los acontecimientos finales de la vida de Cleopatra, principalmente su romance con Marco Antonio. En el cómic, la reina es una exuberante joven de grandes pechos que asiste al ir y venir de los romanos en su palacio de Alejandría atraídos por su belleza y sus insinuantes palabras. Una vez más, poco ha cambiado desde los primeros testimonios de Propercio o de Lucano.
La cultura popular difunde la “leyenda negra” de Cleopatra VII que no ahorra calificativos en lo referente a su perversión sexual y su promiscuidad
Femme fatale
En definitiva, los productos audiovisuales y literarios recientes señalados se inscriben, como vemos, en una larga tradición que remonta a la Antigüedad y que difundió una “leyenda negra” de Cleopatra VII que no ahorra calificativos en lo referente a su perversión sexual y su promiscuidad. Se trata, en cualquier caso, de la visión de Cleopatra VII elaborada en primera instancia por sus detractores y mantenida a lo largo de los siglos.
Como resultado de ello, en la actualidad, Cleopatra VII (histórica) se oculta, a menudo, tras su personaje (ficticio), y es esta Cleopatra (esta vez sin “VII”) la que resulta más reconocible para las audiencias actuales, que ven en ella el perfecto arquetipo de la femme fatale, mujer ambiciosa y manipuladora que consigue sus objetivos sirviéndose para ello de su sexualidad.
Es por todo ello por lo que el título de la película de Julio Medem en el comienzo de este artículo guarda una indudable relación con Cleopatra. Como Lucía, también Cleopatra aparece siempre acompañada del sexo en la cultura popular.
Abraham I. Fernández Pichel es profesor universitario e investigador en Egiptología del Centro de História de la Faculdade de Letras de la Universidade de Lisboa. Dirige el Proyecto Egypopcult.
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