"No volveré a tocarte / No te veré morir". Con estos versos da comienzo Antonio Muñoz Molina su nueva novela. Son de la poeta Idea Vilariño, son las palabras que le dedicó a Juan Carlos Onetti en un largo poema cuando la relación entre los dos se terminó. Al autor de Úbeda siempre le han estremecido. "Es el reconocimiento de una despedida mucho antes de la despedida", ha asegurado esta mañana en Madrid durante la rueda de prensa en la que ha presentado No te veré morir (Seix Barral).

Así Muñoz Molina vuelve a la ficción después de sus diarios pandémicos, en los que "no había lugar para la imaginación". Lo hace con la historia de un reencuentro de dos personas que se quisieron tanto que tras 50 años separados por el océano Atlántico y por vidas distintas se vuelven a buscar en Madrid.

Él se fue huyendo de un trauma familiar fortísimo a Estados Unidos, en busca de ese sueño americano. Allí, viniendo de una España aún en blanco y negro se encontró a finales de los sesenta con el movimiento hippy, con la libertad sexual, con la vida a todo color. También con dimensiones distintas, con una naturaleza desbordante y un capitalismo que en aquella época era solo cosa de los yanquis. Allí pasó medio siglo y lo vivió soñando con una mujer que se había quedado en Madrid.

En apenas 240 páginas, Muñoz Molina nos cuenta el reencuentro y nos habla de un amor maduro y apasionado. De una belleza que tendemos a apreciar fuera de la vejez y que aquí resplandece en una mujer de 80 años. En una vida dedicada a echar de menos. Como ha comentado su editora, Elena Ramírez, en la rueda de prensa: "Si la publicación de un libro suyo es siempre una buena noticia, este es el que contiene las páginas más bellas que ha escrito nunca".

Un tono poético

Quizá no sólo por el fondo sino también por la forma. Esta novela es un libro concentrado, melódico y como él explica "tiene un tono muy relacionado con la poesía". "Estaba escribiendo la novela y me puse a leer más poesía de la que leo habitualmente, poetas que tienen eso que es tan difícil y necesario que es la mezcla de concentración y de caudal", asegura sobre cómo fue el proceso de escritura. "Fue rápido y luego una larga época de sosiego, terminé de escribirla hace un año y no tenía seguridad en ella pero se la di a la editora y a mi mujer, Elvira, y me dieron seguridad", añade.

"La vejez como herramienta de trabajo literario es como tener un piso muy alto, puedes ver más que los demás si tienes curiosidad"

ANTONIO MUÑOZ MOLINA

Aunque se desarrolla en 2017 en Madrid, es una historia tiene conexiones hasta con la Guerra Civil. "En mis novelas el paso del tiempo ha sido siempre importante, pero ahora quizás más. Cuando ese paso del tiempo lo vives tú personalmente, cuando puedes abarcar un tiempo histórico, lo ves de otra manera. Todos podemos imaginar que pasan 50 años pero otra cosa es vivirlos. La vejez como herramienta de trabajo literario es como tener un piso muy alto, puedes ver más que los demás si tienes curiosidad", asegura.

También que son la edad y ese paso del tiempo lo que te cambia el concepto de la belleza y la pasión. De que se pierden al envejecer, que se secan y arrugan. "Lo asociamos a la juventud pero te vas dando cuenta de que la pasión y la belleza pueden durar mucho más. Para mí, como observador, el tiempo agranda la belleza. Ves cómo los años, en vez de estropear, han dado profundidad y carácter", asegura sobre el amor de sus protagonistas. Y añade que para él era muy importante contar que "la pasión dura mucho tiempo y que la belleza gana brillo con la edad". "La protagonista tiene 80 años y he tenido presentes a muchas mujeres que conozco y que en esa edad su belleza resplandece. En su mirada está la inteligencia, la experiencia y también la pasión y por eso es deslumbrante", sentencia.

"La presión por una masculinidad marcada por la brutalidad fue un pilar de nuestra educación"

ANTONIO MUÑOZ-MOLINA

Al ser preguntado por cómo quizás nuestro pasado nos está afectando en el presente, Muñoz Molina asegura que "los problemas que tenemos ahora no tienen que ver con nuestro pasado". "Las amenazas son contemporáneas, el modelo económico, la política visceral, el trumpismo.... Es verdad que del pasado podemos tener la incapacidad de una parte de la derecha, también de la izquierda pero sobre todo de la derecha, para reconocer que el franquismo fue una dictadura sanguinaria", contesta.

Y continúa hablando cuando le mencionan "el falso feminismo". "Mi generación ha visto cómo ha cambiado la sociedad. Acordaos de la situación de las mujeres y el machismo hace unos años. Esos comportamientos ahora son difíciles de imaginar. También he vivido en la obligación de que los hombres fueran fuerza física, te tenía que gustar el deporte. La presión por una masculinidad marcada por la brutalidad fue un pilar de nuestra educación. Pero este señor (Rubiales) ha nacido en democracia, no ha sido educado así", comenta.