El Museo Nacional del Prado ha descolgado sus cuadros y les ha dado la vuelta. No todos, pero casi un centenar de ellos para que podamos mirar por detrás y descubrir la "cara oculta de las obras de arte" y todo lo que esconden. Con ellos, y otra decena de obras que han traído de grandes instituciones, han presentado Reversos, una exposición que se inaugura este 7 de noviembre y que se podrá visitar hasta el próximo 3 de marzo, donde muestran 105 obras donde lo importante es su soporte.

La idea fue del artista Miguel Ángel Blanco que hace diez años llamó al actual director del Prado, Miguel Falomir, para hablarle de su interés por los reversos de las obras y proponer elaborar un proyecto. "Él vio que el asunto tenía un gran interés y me abrió las puertas del museo. Ha sido un largo camino de investigación y tres semanas de trabajo de montaje", explica en la rueda de prensa y añade que cree que se trata de "una exposición muy abierta y libre donde el visitante puede girar entre los cuadros".

Además, es la primera vez que las paredes del Prado se pintan de negro. Las salas A y B del edificio de Jerónimos se han teñido para simular "una atmósfera de caverna y para que nada distraiga al visitante". "Queremos que el espectador asuma un rol activo y que las obras se relacionen, hemos conseguido conexiones inesperadas", asegura.

Salas del Prado oscurecidas.

También obras que nunca habían estado aquí. Del Autorretrato como pintor, de Van Gogh, que llega desde Ámsterdam y convierte la muestra en histórica al ser la primera vez que un cuadro del artista holandés entra en el Prado, hasta Artista en su estudio, de Rembrandt, del Fine Arts de Boston. "Este cuadro nunca se había prestado para una exposición colectiva, solo para monográficas, pero Falomir acudió a Boston y ha conseguido que pueda estar aquí junto con otras como La máscara vacía, de Magritte; Assemblage y graffiti, de Tàpies, y a la gran mayoría de los cuadros de la muestra que pertenecen a la colección del Prado", asegura el comisario.

"La labor de investigación que se ha hecho de los fondos del museo ha sido intensa. Muchas de las obras de la exposición son nuestras y muchas no se habían mostrado nunca", remarca Falomir. También que Reversos "trata un tema que no está circunscrito a un momento dado. La exposición se mueve del siglo XV al siglo XXI y es alucinante ver la naturalidad con la que se escribe el arte contemporáneo en este discurso. También observar cómo Velázquez y Rembrandt están pensando prácticamente lo mismo y cómo ese tema de la trasera acaba convirtiéndose en un subgénero artístico", añade.

Confiscación de los enseres de la galería de un marchante. Atribuido a François Bunel
Confiscación de los enseres de la galería de un marchante. Atribuido a François Bunel
 Interior con el caballete del pintor. Vilhelm Hammershøi
Interior con el caballete del pintor. Vilhelm Hammershøi
Joven copiando un cuadro. Wallerant Vaillant
Joven copiando un cuadro. Wallerant Vaillant
Verso (Las meninas). Vik Muniz
Verso (Las meninas). Vik Muniz

"Se trata de un asunto meta-artístico que demuestra la gran significación que para los artistas podía llegar a tener la cara escondida de las obras, en las que hay notas, inscripciones, dibujos..."

En el que caben desde los grandes artistas del museo a otros contemporáneos como Sophie Calle, Vik Muniz y el propio comisario, que ha aportado tres libros-caja de la Biblioteca del Bosque. "Aquí no hay ni jerarquías ni orden cronológico, he partido de la contemplación de Las Meninas para enseñar las traseras que resultan de interés por una razón u otra. La mayoría no se había visto dada la vuelta, se prohíbe que te acerques a la obra y suelen estar vetadas. Las traseras sólo pueden examinarlas los que se dedican a esto, así que es la primera vez que las obras se podrán observar desde esta perspectiva", explica sobre la muestra que ha dividido en diez capítulos, iniciados con Velázquez detrás de su lienzo. "Aquí se reúne una sección sobre representaciones de reversos de cuadros en los talleres de los pintores. Estos, a menudo, se autorretratan tras uno de ellos pero, incluso cuando no aparecen asociados tan directamente al trabajo del artista, tienen una presencia muy destacada en ese entorno, como objetos de especial significación en sus estudios", asegura la institución.

Luego, usando a Magritte, hablan de los trampantojos que aparecen en los reversos de las pinturas. "Se trata de un asunto meta-artístico que demuestra la gran significación que para los artistas podía llegar a tener la cara escondida de las obras, en las que se hay notas, inscripciones, dibujos...", explica y de ahí se traslada al bastidor como cruz, que permite agarrarlo cuando va a moverse de lugar y donde podemos encontrar el que soportó el Guernica en su viaje a San Francisco. "Hemos traído parte del bastidor original que lo encontró una conservadora, es quizás el más castigado de la historia: un auténtico Ecce Homo", asegura el comisario.

Al fondo, la armadura de Carlos V.
Al fondo, la armadura de Carlos V.

Luego pasamos a las obras que pueden considerarse "bifaces", es decir, que tienen entidad artística por los dos lados, como el caso de Monja arrodillada (1731), de Martin Van Meytens; y de ahí a las que en su reverso el artista quiso identificar los temas, los personales o comentar la obra. Y llegamos a una de las joyas de la muestra. En Ornamentos y fantasmas podemos encontrar el interior de la armadura de Carlos V, que data del siglo XVI y es de bronce fundido. "Parece que sale del infierno", matiza Blanco sobre la única escultura de Reversos.

"Las traseras descubren el método y la personalidad del artista. Es una manera de espiar lo que hay detrás de las obras, un privilegio destinado a conservadores, artistas y transportistas”, sentencia el comisario.