La plataforma Netflix acaba de estrenar una docuserie sobre la vida del militar y conquistador Alejandro Magno en la que durante seis capítulos narra desde su exilio hasta la muerte de Darío III, rey de los persas.

Alejandro Magno, la creación de un dios cuenta con media docena de expertos que aportan luz sobre la historia de uno de los personajes más significativos de la Antigüedad pero la dramatización de los hechos y la velocidad de la trama dejan mucho por contar y una representación pobre sobre su personalidad.

Falta contexto y sobra teatro. Porque tan importante es cómo se formó como quién fue para entender el porqué de su ambición y su éxito. Para comprender cómo consiguió ser Alejandro Magno.

Su historia es la de lo que hoy llamaríamos un niño prodigio que destacó desde muy pequeño por su inteligencia y capacidad de sociabilización. Tanto que con treces años ya se le permitía negociar con los persas porque tenía mejor mano que su padre, Filipo II, rey de Macedonia.

Este decidió darle los mejores profesores para potenciar sus habilidades e incluso le llegó a decir que Macedonia se le quedaba pequeño. De Leónidas a Lisímaco hasta llegar a Aristóteles, que fue quién más tiempo estuvo con él, entre todos se encargaron de enseñarle no sólo a luchar sino filosofía, ciencia, literatura y ética.

Gracias a ellos, sobre todo a los dos últimos, generó un entusiasmo feroz por la lectura y por un personaje en particular: Aquiles, al que intentó alcanzar en todas sus batallas y por el que tuvo la ambición desmedida que hoy conocemos y que le hizo llevar el título de Grande detrás de su nombre.

También a tener una confianza en sí mismo desbordante, algo que aparece cuando empieza esta docuserie: en el exilio de Alejandro. Tal y como cuentan, su padre decidió casarse con otra mujer, Cleopatra, quitándole el título de primera mujer a Olimpia, la madre de Alejandro.

Durante la boda de ambos, el hermano de ella pidió un heredero al trono. Ambos eran macedonios, no como la madre de Alejandro que provenía de Epiro convirtiendo a este en algo similar a un bastardo si nacía un niño de esa nueva unión.

Eso provocó una discusión entre Alejandro y el nuevo cuñado de su padre que acabó con el primero burlándose del segundo y también del rey. Tras aquella discusión, Filipo II lo mandó exiliarse junto a su madre y sus grandes amigos para evitar una posible rebelión.

Así estuvo algo más de un año, hasta que su padre decidió perdonarle y llamarle a la corte justo a tiempo para ver como uno de sus generales le asesinaba. Con él había vuelto Olimpia así que todos vieron en aquel magnicidio la mano de una mujer despechada y preocupada por el futuro de su hijo.

Alejandro asumió el poder inmediatamente e hizo matar a todo aquel que supusiera una amenaza para su reinado aunque en la serie aseguran que él pidió que no se acabase a nadie para evitar que nadie pusiese en duda la legitimidad de su reinado.

"Tuvo que ganar varias batallas antes de acudir a Atenas para conseguir el respeto y el título de hegemón, gobernante de toda Grecia"

Y aunque se cuenta cómo tuvo que afianzar la confianza de los macedonios y también del resto de griegos se hace muy por encima y sin mencionar las revueltas que se llevaron a cabo para impedirlo.

Tuvo que ganar varias batallas antes de acudir a Atenas para conseguir el respeto y el título de hegemón, gobernante de toda Grecia, a través de lo había denominado en la época de su padre como Liga de Corinto y donde se encontraban todas las ciudades excepto Esparta. Ya fortalecido y con un enemigo común a batir, decidió ir a por los persas.

Al frente de ellos se encontraba Darío III, un hombre joven como Alejandro y que había subido al poder con pocos meses de diferencia. En aquel momento Persia tenía en Babilonia el centro del poder de una tierra que iba desde Egipto hasta Pakistán y un ejército profesional que multiplicaba en número al de los griegos.

Pese a estas dificultades, Alejandro le doblegó en todas sus enfrentamientos asumiendo el poder de los territorios de Asia Menor que o se sometían por temor o lo recibían como su libertador.

Conquista de Egipto

Fue al final de una de esas batallas, la de Isos, cuando secuestró a la mujer del emperador persa y a toda su familia. Darío III intentó negociar muchas veces con Alejandro pero las respuestas del macedonio siempre fueron en tono irónico y jamás se planteó aceptar ninguno de sus ofrecimientos. En vez de eso, continuó con sus conquistas para llegar a la joya de la corona: Egipto.

Tal y como relatan en la serie, Egipto proveía de grano y oro a todo el Imperio persa y llevaba ya décadas sintiéndose aplastada por sus gobernantes. Pero para Alejandro era mucho más que un buen negocio, era la cuna de la cultura, del conocimiento y allí fue recibido como salvador y libertador de un pueblo que se consideraba oprimido y explotado.

Incluso como el hijo del dios Amón, el equivalente al dios Zeus griego, por lo que no tardó en ser nombrado faraón, un poder inimaginable para alguien que hasta hace ni tres años era sólo príncipe de un pequeño país griego.

"Llegó al oráculo de Siwa tras una larga travesía por el desierto del Sahara y allí se reafirmó espiritualmente como hijo de Amón y faraón de Egipto"

Algunos meses más tarde, después de recorrer el delta del Nilo, vio en su extremo occidental el lugar perfecto para crear la ciudad perfecta.

Llevó a ingenieros y arquitectos y con harina dibujó el trazado de lo que se convertiría en Alejandría.

Vislumbró templos, calzadas, murallas, palacios y una biblioteca. Vio en aquel lugar la cuna económica y cultural de su imperio y del resto del mundo.

Tras aquella "revelación", que en la serie parece más un capricho del momento que una estrategia meditada y estudiada, acudió al oráculo de Siwa. Llegó después de una larga travesía por el desierto del Sahara y allí se reafirmó espiritualmente como hijo de Amón y faraón de Egipto. También empezó a considerarse invencible.

Pero la idea de la divinidad ya le venía a Alejandro de antes. Según algunos historiadores de la época, su madre le aseguró que era hijo de Zeus y no de Filipo y que había sido concebido a través de un rayo sobre su vientre. Él era muy creyente y se encargó de reflejar esa divinidad que tan bien le venía para sus conquistas y su fama.

El dios Alejandro

Una fama que aumentó considerablemente poco tiempo después. Aunque en la serie su estancia en Egipto y su situación en Macedonia parecen solo ensombrecidas por las preocupaciones de varios generales, hubo revueltas en algunos de los territorios y no fue fácil mantener la unidad. Pero al cabo de un año consiguió controlar la situación y volvió a montarse en su caballo para luchar contra Darío III por el resto de Persia.

Fue entonces cuando se llevó acabó la batalla más importante de Alejandro y una de las que más cola ha traído a los expertos e historiadores que siguen sin encontrar la explicación a su victoria. Hablamos de la batalla de Gaugamela, en la que el ejército de Alejandro se enfrentó a uno cinco veces mayor y mucho más descansado que el suyo. Darío III había preparado el terreno para que le fuese propicio para la batalla, había nivelado la llanura entre las montañas y el río y estaba más fuerte que nunca.

"Alejandro era un gran estratega militar y su victoria fue absoluta, según los escritos de aquella época hubo 100.000 bajas persas y solo 5.000 macedonias"

Pero Alejandro era un gran estratega militar y su victoria fue absoluta, según los escritos de aquella época hubo 100.000 bajas persas y solo 5.000 macedonias. Pero se le quedó algo pendiente, apresar a Darío.

El rey persa huyó del campo de batalla cuando vio que la derrota era inevitable y Alejandro dedicó los siguientes meses a buscarlo para poder asumir el otro legítimamente. También entró en Babilonia, la gran capital del imperio, y una vez que Darío cayó, aunque no en manos de Alejandro, asumió el poder completo y comenzó a hacer matrimonios mixtos para mezclar ambas culturas. Hasta organizó una boda multitudinaria entre griegos y persas y él llegó a casarse con la hija del antiguo emperador.

Lo que cuenta Netflix sobre Alejandro Magno

La serie de Netflix acaba con la muerte de Darío y tampoco narra más amores que el que tuvo con su amigo Hefestión, aunque Alejandro se casó varias veces y dejó un heredero a su trono. Alejandro IV nació cuando su padre ya había muerto en Babilonia y era el hijo de Roxana, princesa de Bactria, con la que se había casado, según los historiadores, bastante enamorado. Además de la ya mencionada hija de Darío III.

Aunque su hijo no lo tuvo fácil. Alejandro Magno murió de unas fiebres a los 33 años en Babilonia, algunos dicen que le envenenaron, y sus generales comenzaron a repartirse su imperio. Un imperio que él dejó a la mitad ya que quería continuar con sus conquistas hacia el este.

El misterio de la tumba de Alejandro Magno

Una de las incógnitas que sí que aparecen en Alejandro Magno, la creación de un dios es la de su tumba. El lugar donde fue enterrado se desconoce con exactitud aunque sí que saben que lo hizo en Alejandría. Un terreno complicado actualmente ya que parte de aquella ciudad que él creó acabó bajo el agua y el resto bajo las civilizaciones de católicos y musulmanes que llegaron después.

Creen que podría estar cerca del edificio principal y que no sería una tumba al uso sino un panteón gigante. Aunque la arqueología moderna ha dedicado décadas a encontrarla tampoco saben si dentro estarán sus restos o si estos fueron cambiados de sitio.