Empiezan cuando la Primera Guerra Mundial estaba llamando a la puerta. Cuando vuelve a hablar con Felice, escribe El proceso, se entera de que tiene tuberculosis y se libera. Continúan mientras Europa se desangra y él madura a pasos agigantados hablando muchísimo con sus amigos, cambiando de novias, cuidando de su hermana y preocupado por su obra. Terminan cuando ya está perdidamente enamorado de Milena Pollack y sólo tiene tinta para ella.
Galaxia Gutenberg presenta Franz Kafka. Cartas 1914-1920, donde a través de más de 500 misivas muestran lo más íntimo del escritor checo de origen judío. Se trata del segundo tomo de su correspondencia, que llega seis años después del primero donde aparecían las cartas entre 1910 y 1914, y en el que han trabajado exhaustivamente para que el lector conozca de una manera más sencilla y completa cómo vivió y cómo sintió el autor del que tanto hablamos y tan poco sabemos.
En una edición que desde la editorial califican de excelente, y que presentan unos días antes de que se celebren los 100 años de su muerte, aparece todo lo que se ha podido recuperar de ese espacio de tiempo y con 150 cartas que nunca antes se habían podido leer en castellano. "Se trata de un periodo decisivo en la vida del escritor, buena parte del cual transcurre bajo el impacto de la Primera Guerra Mundial. Además, recoge también todas las cartas dirigidas a él que se conservan y se ofrece al lector equipado con un cuidado y servicial conjunto de herramientas (prólogo, notas, cronología, noticias de los corresponsales, índices) que esclarecen la lectura", explican desde Galaxia Gutenberg sobre una publicación que enseña muchas de las caras desconocidas del escritor.
"Algunas cartas son circunstanciales pero muchas son muy importantes y muestran varias facetas de Kafka que no son muy habituales. Por una lado, está la ternura, la tutela que ejerce sobre su hermana... También el Kafka seductor, guapo, alto, atractivo, que no era un tipo tenebroso sino encantador y con mucho éxito con las mujeres. Además, se puede leer la complicidad intelectual con otros escritores y amigos", explica Ignacio Echevarría, que ha participado en su edición, en una rueda de prensa donde habla del alto valor literario de esta correspondencia.
"En un momento dado, dice: 'Yo soy literatura'. Una idea que se aprecia en estas páginas. Siempre se tienen dudas sobre si la correspondencia se puede equiparar a la obra de un escritor pero en este caso no hay ninguna", asegura. Y Carlos Fortea, que se ha encargado de la traducción, añade que Kafka las escribió con "una elaboración muy pensada". "Aquí no está la espontaneidad de alguien que escribe a su novia a las dos de la mañana y no se fija demasiado. Él tenía la sensación de que su vida estaba en el papel", afirma.
Ambos coinciden en que uno de los aspectos más importantes de esta correspondencia es que muestra cómo evolucionó a nivel personal. "Empieza cuando él tiene 30 años y acaba cuando tiene 36, se puede ver cómo madura en este tiempo", explica Echevarría. Porque aquí se empieza con un Kafka que había dejado a su prometida, Felice Bauer, pero que vuelve a caer en ella al poco tiempo. Al empleado modélico en el Instituto de Seguros de Accidentes de Trabajo. Al hombre al que le pesa tener que formar una familia, ser padre, seguir una serie de convencionalismos. Y se acaba con alguien casi opuesto, cuya transformación empieza cuando le diagnostican tuberculosis y cambia sus prioridades.
Porque tras varios años escribiendo a Felice Baur, tras haberla dejado ya a principios de 1914, deja de hacerlo sin mucho miedo a los reproches y provocando el quiebro final. Así se explica ante ella el 7 de septiembre de 1917, en una de las últimas cartas que le envía. "El motivo de mi silencio era que dos días después de mi última carta, es decir, hace exactamente cuatro semanas, en mitad de la noche, alrededor de las cinco de la mañana, tuve una hemorragia pulmonar. Bastante fuerte, estuvo brotándome de la garganta diez minutos o más, ya pensaba que no iba a parar (...) El resultado es que tengo tuberculosis en los dos ápex pulmonares", le dijo y le informó de que se iba de Praga durante un periodo largo de tiempo. "Voy al campo a pasar al menos tres meses, a partir de la semana que viene, a la casa de Ottla en Zürau". No le da muchas más explicaciones y sólo le envía una carta más en la que le habla de dos Franz que luchan entre ellos. Tras esas líneas del 17 de septiembre, ya no vuelven a hablar.
"Para él es como una liberación, deja a Felice y se va con su hermana Ottla a su granja, a 50 kilómetros al norte de Praga y allí vive feliz"
IGNACIO ECHEVARRÍA
"Para él es como una liberación, deja a Felice y se va con su hermana Ottla a su granja, a 50 kilómetros al norte de Praga y allí vive feliz. Sin Felice, sin trabajo, haciendo labores en el campo. Viviendo como siempre había deseado. Pero es verdad que no escribe ni un solo relato aunque desarrolla una gran correspondencia con sus amigos, que aparece en este libro", explica Echevarría sobre las cartas que le envió a Kurt Wolff, a Felix Weltsch o Max Brod.
También que el cambio no fue sólo sentimental. Cuando volvió a Praga, al trabajo, siguió destacando por encima de los demás pero comenzó a escabullirse sin reparo a distintos sanatorios para poder escribir y vivir de otra manera. Hay varios ejemplos de cartas en las que pide unos días más de descanso, una de ellas del 3 de febrero de 1919, la que envía en checo a su oficina. "Excelentísimo comité de administración: El permiso que el señor inspector jefe tuvo la bondad de concederme toca a su fin. En conjunto, mi estado de salud ha mejorado con el aire fresco, pero las principales manifestaciones de mi enfermedad perduran. (...) Por eso, ruego humildemente tengan la bondad de prorrogar el permiso", les pide y así lo repite en varias ocasiones.
"Estamos acostumbrados a ese tipo siniestro pero era alguien divertido, con mucho sentido del humor. Era un ligón"
CARLOS FORTEA
Durante estos años no sólo le dio tiempo a escribir y descansar sino también a enamorarse, a desenamorarse y a crecer "moral y espiritualmente". "Es muy interesante ver sus distintas máscaras en esta correspondencia. Nada tiene que ver cómo escribe a Felice, a su hermana o a su madre que a sus amigos o editores, me he encontrado con todas sus personalidades", dice el traductor. También que se ve a un Kafka que no habíamos visto hasta ahora. "Estamos acostumbrados a ese tipo siniestro, pero es que lo hemos visto en imágenes de cuando estaba enfermo, pero era alguien divertido, con mucho sentido del humor. Un ligón, la verdad, porque tenía novias en todos los sanatorios a los que iba y solo las dejaba cuando tenía a otra", añade.
Las últimas cartas llevan casi todas el mismo nombre, el de Milena, y muestran, tal y como aseguran tanto Fortea como Echevarría, cómo nada tenía que ver cómo hablaba a Felice y cómo hablaba con ella. "Aquí también se ve su evolución, quizás porque aunque no tenemos muchas de las contestaciones de Milena vemos una tensión tremenda ante alguien que le plantaba cara", aseguran.
Y se ve, al coger el último mes y medio de la correspondencia que recoge este volumen, que le dedicó casi todo su tiempo. Del 1 de junio de 1920 al 18 de julio de ese mismo año le escribe más de 50 cartas de las 66 que envía durante aquellos días. "Este es el primer tramo de su correspondencia con ella, él era así, le escribía hasta varias cartas al día, no paraba", aseguran sobre unas misivas que aunque ansiosas siempre están cuidadísimas. "No hemos encontrado ni un tachón en ellas, no hay correcciones y tiene mucha calidad literaria. Por eso consideramos que en un autor que escribió tan poco estás son esenciales en su obra", sentencian.
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