Impresiona en persona. Uno se pregunta cómo es posible que un ser tan enorme quepa en un cuerpo inesperadamente menudo. El garbo que se da, sea a la edad que sea, y la eterna sonrisa que llevamos más de medio siglo viendo en las pantallas, ayudan a crear la sensación de grandeza que uno tiene al presentar como me tocó a mí, y nada menos que en el escenario del Liceo barcelonés, al hombre que hoy cumple 80 años.

Como si tal cosa. Los cumple y punto, porque él lo vale. Y lo hace con un vigor y una pasión que desafían el paso del tiempo. Esa es la palabra, desafío. El muchacho no se conformaba con ser niño prodigio en el Madrid de la postguerra, con el cargo de Ruiseñor de Linares. Tenía que ir más allá, por supuesto. Bueno, tenía armas. En concreto, la mejor voz infantil de Europa, según el Festival de Salzburgo, en Austria. No se le da mal viajar por el mundo.

El destino puso una P y una H en el nombre de su discográfica: Philips. Y eso llamó la atención del joven cantante hasta el punto de incorporarlo al nombre artístico que aparecería durante seis décadas envuelto en luces en los carteles de los teatros más prestigiosos de España… y del mundo.

Sí, un mundo que le reconoce todo su poderío. Lo demuestran su estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood y el éxito internacional en países como Japón, con lo lejos que está y lo raro que se nos hizo escucharle cuando se puso el andaluz a cantar en el idioma nipón. Y con pasión.

En el diario francés Le Figaro se pudo leer “Raphael, el último superviviente de la canción melódica española”, la revista alemana Der Spiegel le dedicó un reportaje bajo el título “Raphael, el eterno joven de la música española”, The Guardian le hizo una entrevista en la que habla de su nuevo disco, “Raphael 6.0”, y la CNN lo define como “una leyenda viva de la música hispana”. Eso es de lo último que se ha dicho de él en el mundo.

No gana cualquiera en dos ocasiones el Premio de Honor de la Música, y consigue el reconocimiento unánime de toda la industria de la música, y sobre todo de sus artistas. Han querido, y conseguido, cantar con él desde Rocío Jurado hasta Pablo López.

Una vez, una andaluza de pura cepa me trató de explicar, sin suerte, un concepto: el “arte” de cada persona. Definirlo es como embotellar el aire. Absurdo. El que es artista, lo es por definición. Tanto es así en este caso que no se limita a la música. Pasó por sus ojos una obra del pintor renacentista Rafael Sanzio, y casi faltó que se llamara como él. No pudo evitar comprar una de sus obras. En persona, resulta más menudo de lo esperado porque la cámara le quiere. Raphael ha participado en más de 15 películas hasta Mi gran noche, de Álex de la Iglesia.

En realidad, la primera vez que pudimos ver al linarense cantar el tema que da título a la película de 2015, fue en Digan lo que digan, de Mario Camús.

Esto forma parte de nuestro sustrato cultural, sin duda. Eso, y su colección de más de 200 relojes. Nunca llega tarde. El tiempo pasa, pero trata mejor a unos que a otros. A él, el tiempo también le quiere.

El ruiseñor va a celebrar su 80 cumpleaños preparando los conciertos de su gira Victoria. Ahí está, como cualquier muchacho que lo está petando. Con “bolos” programados desde el verano hasta diciembre (que se prepare el tamborilero) y con su nuevo disco Raphael 6.0, en el que rinde homenaje a grandes autores de la música. Se subirá al escenario siendo octogenario, como hicieron otros grandes como Tony Bennett, Charles Aznavour, Paul McCartney, Barbra Streisand y también Chavela Vargas.

Dice que sigue sintiéndose "más vivo que nunca" y no tiene planes de retirarse. Y le creo.