No estoy seguro de sentirla como una buena noticia. Me alegro por Sony Music, y por los discos y giras que están por venir, que seguro que nos devuelven a un Alejandro Sanz creativo y de grandes éxitos, pero no puedo evitar una sensación agridulce en todo esto.

Hace justo un año lo veíamos de gira por España y convirtiendo aquellos latidos de corazón en NFT. Siempre recordaré sus inicios, y me dejo llenar de emoción cuando recuerdo nuestras largas conversaciones en sus primeros pasos como artista. Y él lo es, completo y tremendo, capaz de llegar hasta el último rincón de la América que habla español llenando estadios… para que luego su único pago sea el recuerdo de una noche fantástica. Me explicaré.

El mundo de la música tiene en el dinero un difícil compañero de viaje. Tan necesario es, que el máximo poseedor de todo el honor y la gloria que hubiera, que sin duda es el intérprete, pasa a ser objeto de compraventa en forma de cláusula. Su necesidad, sobre todo cuando empieza, le convierte en vulnerable. Y aquí aparece una figura que llega luminosa y se vuelve oscura con el tiempo: la de los adelantos. El prestamismo más usurero, que es lo que es, se pone en marcha con su maquinaria para atar a los creadores con largas cadenas de las que ellos son poco conscientes cuando el hambre aprieta y hay que pagar los teclados. Por supuesto que es lícito, legal y hasta ético en su esencia, pero el resultado, al más puro estilo hipotecario, es que durante años y añosl que se hacen eternos, todo el beneficio del arte se esfuma en el aire para el que pone su alma en cada canción.

Necesidad es debilidad. Y los más grandes no carecen de la primera y sufren la segunda. Cuando estás en el centro de todo, todos hablan. Y no es muy diferente la vida de una superestrella mundial de la de cualquiera de nosotros cuando recibimos un mal consejo, o nos dejamos llevar por el amor propio en vez de ser cerebrales. Eso lo suelen ser los que ganan a nuestra costa. La extraordinaria inteligencia del señor Alejandro Sánchez Pizarro es emocional, vital, pura. Si no está de acuerdo con algo, arremete. Aunque pierda más de cinco millones de euros en ello, como sabe Rosa Lagarrigue. Y casi son nueve. Por ahí llega ya una buena dosis de debilidad.

La historia de la música española de lo que llevamos de siglo ha tenido una constante: Alejandro Sanz, número uno. Lleva décadas en la cumbre. Hasta ese olimpo reservado para los inmortales llegan seres de todos los planetas del Universo con sus pelajes, sus encantos y sus brillos. Y por más que uno sea inteligente, jamás es posible saber lo que esconde el pensamiento recóndito del otro tras una larga mirada, una noche en vela, o unas inversiones millonarias. Cada uno en su escala, no somos pocos los que podemos dar fe de este fenómeno indemostrable. Nunca se sabe. No se puede saber antes de saber que es tarde.

Puedo imaginar la venta 'a lo Shakira' de los derechos de nuestras canciones (porque son ya de todos) ocupando las portadas dentro de poco

El primer golpe suele venir en forma de apunte en un balance de cuentas. Ahí el arte, el vino y las risas se tornan oscuras y duras. En ese momento el intérprete se da cuenta de que su repertorio no cuenta demasiado en la difícil jam session que ocurre en el despacho del director de la entidad bancaria. Ahí no cuenta que seas el mejor. Poderoso caballero es don dinero.

Íñigo Zabala, el que fuera uno de los valedores de su carrera y que ahora estará junto a él, seguro que quiere lo mejor para el hombre del eterno corazón partío. Imagino que analizó cuidadosamente las opciones que, debido al estado de la marea musical, son muy pocas. Sony andaba detrás del genio desde hace ya unos años. Warner ya lo tuvo, y Universal no habrá cuadrado cuentas con su catálogo actual, dejándole marchar de un contrato firmado en otro momento de la industria. Puedo llegar a suponer que el cortoplacismo se ha impuesto. Pájaro en mano. Esto está en el mundo de mis suposiciones. También puedo imaginar la venta a lo Shakira de los derechos de nuestras canciones (porque son ya de todos) ocupando las portadas, dentro de poco tiempo. Pero, repito, son especulaciones.

Los que queremos bien al artista solamente esperamos que el equipo de su nueva compañía sepa dar a nuestro Alejandro lo que merece, y a sus seguidores un artista renovado que rompa moldes de nuevo. Sobre todo teniendo en cuenta que ya no se venden discos, y que tras un concierto suyo, las canciones que venderán serán las de siempre, las de su catálogo anterior. Urge que se pongan todos las pilas y recarguen baterías de esos latidos que hicieron temblar al mundo musical.

Siento tanto cariño por ese ser lleno de música y magia, que me es imposible contar todo lo que me consta sobre este cambio de acordes que ha sacudido la industria musical en español. He de cumplir con mi deber, pero también mi discreción forma parte de la ecuación. No sería justo, y ya están otros listos para eso.