María Rozalén inauguró los conciertos del 10º aniversario de Cómplices de Vibra Mahou, que posibilita encuentros sobre los escenarios de las salas. Los cómplices de la artista fueron los integrantes del grupo Shinova y juntos interpretaron La puerta violeta de la pacense o una versión de Pájaros de barro de Manolo García que dejó al público afónico.

A estos les seguirán Viva Suecia y Candela Gómez en el teatro Barceló (7 de noviembre), Carolina Durante y Amaral en teatro Eslava (14 de noviembre) y, por último, Juici Bae y Albany en Uñas Chung Lee (23 de noviembre). En el caso de Rozalén, compartir escenario no es algo anecdótico en su carrera: defensora de entender la música como algo colectivo y para compartir, cuenta con una larga ristra de colaboraciones en la que figuran nombres como Rodrigo Cuevas, Huecco, Pasión Vega, Tanxugueiras o Sílvia Pérez Cruz.

Además de ser la voz de películas como La boda de rosa, por la que se llevó el Goya a Mejor Canción Original en 2021; o de la pandemia con su emotiva Aves enjauladas; la cantante aprovecha para cantar sobre problemas sociales o presumir del folclore manchego siempre que la vida se lo permite.

María Rozalén y Gabriel de la Rosa comparten escenario en La Riviera | Vibra Mahou

Unos minutos antes de su concierto y al final de un largo pasillo en La Riviera con cuadros de grupos como Band of Horses, la artista habló con El Independiente. Y no lo hizo sola, sino bajo la atenta mirada de la mejor compañía: la de su madre Angelita, desplazada a Madrid para asistir al concierto de su hija; y la de Beatriz Romero, intérprete de lengua de signos que hace que el de María sea uno de los pocos espectáculos accesibles para las personas sordas.

P.- ¿Por qué cambió la psicología por la música?

R.- Yo iba a ser psicóloga y por eso estudié psicología. No entraba en mis planes ser cantante ni dedicarme a esto. Lo que sí que tenía claro en cuanto empecé a hacer canciones a los 14 años era que, aunque lo hiciese para mis cuatro colegas, yo sentía que que a mí eso me salvaba. Quizá el punto de inflexión mudarme a Madrid a estudiar musicoterapia. Me sentaba muy bien cantar a solas, pero también escribir y cantar canciones de otros. Pensaba que eso lo iba a hacer toda mi vida y ahora es otra otra historia, porque se ha convertido en mi trabajo. Tengo un equipo muy grande, que es el de siempre… y deseo vivir de esto toda la vida.

P.- La música ha pasado a ser su medio de vida. ¿Le sigue sirviendo como desahogo?

R.- Sin duda. Las canciones que hago principalmente son para mí. Ahora el disco que estoy terminando es un desahogo todo el rato. Os voy a contar lo que he vivido estos tres o cuatro años en los que apenas he sacado canciones mías.

P.- Recientemente publicó su versión de Inevitable de Shakira, pero es una canción que siempre ha estado en su repertorio.

R.- Es la canción con la que yo abría mis primeros conciertos. Al principio, yo tenía dos o tres canciones y eran bastante malas. Así que tiraba de versiones como esa, tan pronto cantaba Silvio Rodríguez, Aute, Reincidentes, Fito o Platero, Amaral, Shakira... y cuando me ofrecieron grabarla por el 25 aniversario del disco Dónde están los ladrones como un guiño desde la discográfica, ni me lo pensé.

P.- ¿Qué podremos encontrar en su próximo disco?

R.- La verdad es que, del disco que estamos haciendo, cada canción es de su padre y de su madre. Hay ritmos latinos, de repente electrónica, hay cosas folclóricas, sinfónicas… es un lío, pero la temática es muy vital. Hay mucho amor y mucho duelo, que es lo que más he vivido en este tiempo. [La artista perdió a su padre, Cristóbal, a principios de 2022]

P.- Colabora con todo tipo de artistas y mezcla géneros musicales sin complejos. ¿Hay alguna línea roja para Rozalén?

R.- No, para mí la música es un juego, sobre todo cuando estoy con la banda. Somos todos melómanos y mi playlist es de locos, desde Lola Flores a Soziedad Alkoholika. Además, como disfruto tocando y cantanto, lo que quiero es seguir aprendiendo, curioseando y meterme en problemas. Seguro que me equivoco y me equivocaré, pero la música es tan rica y ofrece tantas herramientas…

"Como humanos que somos, no entiendo que permitamos ciertas barbaridades"

P.- ¿Qué es lo que más escucha ahora?

R.- El último disco de Rodrigo Cuevas, por ejemplo. Esta mañana me he escuchado el de María Peláe, que también es mi amiga y es más flamenquito. Reputa de Zahara... me pongo también grupos muy heavys o rockeros, según me levante. Agradezco mucho las listas de novedades y descubrimientos de las plataformas, me llevo muchas sorpresas.

P.-Estuvo en octubre en un campamento de refugiados saharauis en Tinduf, Argelia.

R.- Sí, y fue bastante frustrante. Inevitablemente lo relacionas con lo que está pasando en Gaza. Desde que empecé con Bea, cantamos por el pueblo saharaui y en los campamentos hemos estado dos veces ya. Allí hacemos unos talleres con mujeres que son brutales. Y ya es una es una cuestión personal, porque allí todo el que ha ido sabe que lo acogen como uno más, que te lo dan absolutamente todo. Te das cuenta de lo que es vivir en un territorio que no es el tuyo con gente que ha sufrido el éxodo, el maltrato, la humillación, la ocupación… que encima es olvidado varias veces por nuestro país, entonces se siente mucha impotencia. Allí recibimos la noticia de lo que empezó a pasar en Gaza y es mucho más desquiciante. Están mejorando las condiciones en los campamentos. Eso por un lado te alegra, porque esa gente se merece vivir mucho mejor de lo que vive, pero por otro lado significa que las cosas no están yendo bien y que parece ser que se tienen que quedar allí, todo esto me parece macabro. Como humanos que se supone que somos, no entiendo cómo permitimos ciertas barbaridades.

P.- No es la única causa social con la que se posiciona. ¿Cree que es deber de los artistas utilizar su altavoz para cambiar las cosas?

R.- No lo sé. Desde que yo era cría, mis artistas favoritos han tenido reivindicaciones o han dado ejemplo con sus comportamientos. Me siento responsable y lo paso fatal, pero creo que lo paso peor cuando me callo, aunque hablar conlleva lo que conlleva y entiendo que haya gente que ya no te quiera escuchar o que te critique. Parece que lo más importante ahora es no perder followers, pero prefiero dormir tranquila. Es verdad que cada vez tengo más miedo de decir ciertas cosas y entiendo perfectamente que mucha gente no se quiera mojar, depende de los principios de cada uno y lo respeto. Pero en mi caso, viniendo de la psicología social y habiendo recibido la educación que me han inculcado mis padres, prefiero hablar. Ojalá y el miedo no me coma del todo.

P.- Tras estos años, ¿qué le parece lo mejor y lo peor de la industria musical?

R.- Sin duda, lo mejor es lo que me dice la gente por la calle, porque ostras, a mí la gente me dice cosas muy muy fuertes. Creo que es porque tengo canciones que tocan temas que están al límite, como algunas enfermedades, el suicidio o el maltrato. Aunque eso sirva para una persona, me quedo satisfecha. Lo peor, aunque compensa totalmente, es el tema de la exposición. Todos los trabajos tienen alguna parte negativa y yo el mío no lo cambio por nada. Me siento súper afortunada.