Han expulsado a la mejor voz de esta edición. No es sólo una opinión personal, también lo confesó Noemí Galera, anoche, en la tercera gala de OT18. "Tenemos un problema grave de emoción y de transmitir. A partir de mañana tomaremos medidas porque lo más importante de un cantante es transmitir y que el vello se ponga de punta. Hoy no ha ocurrido con ninguno de vosotros y me da una pena muy grande... Estoy desolada".

Definitivo. Aunque no queda muy claro que las cosas vayan a cambiar, porque el fallo de base está en el ADN, se han preocupado demasiado por las audiencias, tanto que han olvidado que OT nació como un programa de música. Que sí, que estamos ante un talent, ante un concurso musical, pero la ambición ha transformado el programa. La ambición de exprimir a la gallina de los huevos de oro ha desnaturalizado el concurso. El canal 24 horas de YouTube ha mutado el talent hacia el concepto de reality. Por eso, anoche la expulsada fue Africa.

Lo siento. A pesar de su técnica, a pesar de su voz y a pesar de su control escénico,  Africa caía mal. Desde el minuto uno, desde su nominación los seguidores de OT18 deseaban que fuera ella, y no Dave, la que saliera por la puerta. “Es una prepotente y una sobrada. Yo voté al día siguiente para que se fuera”, confiesa la adolescente que vive en mi casa. Abrumador ese 80% frente al 20 que obtuvo la madrileña.

A África le ha pasado factura su actitud con Damion y las redes, que las mueven los más jóvenes de la casa, han sido implacables. "La segunda expulsada de esta edición tiene una voz espectacular y estamos a cuadros escoceses por su marcha", confesó Galera.

La segunda expulsada de esta edición tiene una voz espectacular y estamos a cuadros escoceses por su marcha"

Todo esto se veía venir. OT ha cambiado frescura, inocencia y candor por profesionalidad, técnica y competencia. Si en OT17 ya era evidente que los nuevos triunfitos no tenían nada que ver con los bisbalesbustamantes rosas que sedujeron al país recién estrenado el siglo XXI, lo de esta edición clama al cielo.

Eso sí, la audiencia continúa entregada a OT18 que anoche superó la barrera de los 2 millones de espectadores y registró un estupendo 17% de cuota de pantalla, lo que supone un incremento de 1,2 décimas. The good doctor, imparable, sentó frente al televisor a más de 3 milllones de personas, de manera que marcó un magnífico 17,1% y mejoró su dato anterior en 0,8 puntos.

La audiencia continúa entregada a OT18 que anoche superó la barrera de los 2 millones de espectadores

Respecto a las visitas, Tinet Rubira destacó en sus redes sociales que en la tercera semana de OT17 contaban con 3 millones de visitas a la semana en YouTube. “En esta tercera, ahora en OT18, estamos en 30 millones. O sea lo estamos multiplicando por 10”, señaló el productor ejecutivo de OT18 en su cuenta de Twitter.

Pues sí, lo estarán multiplicando por 10 y la gallina de los huevos de oro dará su resultado, pero que nadie olvide cómo acabó el cuento.

Estos triunfitos han crecido de la mano de los realities, están más preocupados de su imagen fuera de la academia, sus chistes, sus bromas y cómo caer al público, que de aprender todo lo que otorga una oportunidad como ésta. De una manera u otra, todos cuentan con una voz y conocimientos musicales, pero no transmiten nada. Preocupados por demostrar su control de la técnica, se suben al escenario como el que va de campo y playa. Aquí estoy porque yo lo valgo y punto.

Con esa actitud altiva, ¿cómo van a seducir al público? Estos chicos debían estar en pañales cuando en la novena gala de OT los nervios le jugaron una mala pasada a Rosa. Ella cantaba Desde la oscuridad, se olvidó de la letra y soltó aquel memorable “me he equivocao”. Hay que recomendarles que aparquen la soberbia y revisiten los grandes momentos que convirtieron a OT en lo que es. Cómo olvidar los cutre movimientos latinos de Bisbal, las lágrimas de Bustamante o el inglés macarrónico de todos ellos.

Entonces, gala tras gala, el espectador asistía a una transformación real. Llegaban como diamantes en bruto, en la academia los pulían y salían transformados en brillantes. No hay más. Por no hablar de la la falta de filtro y la sinceridad con la que se movía Amaia en la pasada edición. Algo que fue brotando poco a poco. La verdad, la naturalidad y la frescura se notan. Al final todo pasa factura.