El hermano Andreu se ganó la confianza del adolescente retraído que era entonces Miguel Hurtado. Lo hizo escuchando sus problemas; los familiares por la complicada relación de sus padres, los escolares, y también los personales, porque en ese momento el joven lidiaba con el reconocimiento de su homosexualidad. Una vulnerabilidad que aprovechó el monje para ir acercándose poco a poco hasta meterse en su cama cuando éste pasaba las noches en el grupo de scouts de Montserrat.

Los abusos sexuales que sufrió por parte del religioso marcaron la vida del joven que tardó dos décadas en denunciar los hechos. Para cuando quiso hacerlo, el delito había prescrito. Pero lejos de rendirse Hurtado se convirtió en activista y su lucha le ha llevado - entre otros muchos lugares - hasta el Vaticano, donde el año pasado participó en la primera cumbre antipederastia convocada por la Iglesia. Su historia más personal y su enérgica lucha contra los abusos sexuales de la Iglesia los acaba de plasmar en Manual del silencio (Planeta).

En estos años de activismo - que ha compaginado con su trabajo como psiquiatra en Londres -, Hurtado ha estudiado los abusos de la Iglesia Católica en todo el mundo y asegura que "en los países donde se han hecho estudios más exhaustivos, como Australia, Irlanda o EEUU, se ha estimado que el 7% de los curas han cometido abusos". Unas cifras que dejan a España, "si esa cifra es válida, en que puede haber ahora mismo 1.200 curas pederastas vivos. Sin contar a los que han muerto ni a otro tipo de religiosos".

En España esto no se ha estudiado, asegura Hurtado, porque "la Conferencia Episcopal no solo se ha negado a investigar sino también a indemnizar a las víctimas". Para el joven, que define en su libro a la Iglesia Católica como "una de las organizaciones criminales más opacas y poderosas del planeta", la "jerarquía católica española es la vergüenza de la cristiandad occidental". ¿Más que en otros países como Italia o Polonia? "¿Has visto alguna Iglesia que haya tenido más poder que la española?"

Sin embargo, pese a la crudeza de sus acusaciones, el joven asegura que para él lo más grave del problema no es esto sino "el pasotismo de las instituciones públicas". "Se han vulnerado los derechos de los niños de forma generalizada y las instituciones públicas no han respondido. El PSOE, al inicio de su anterior legislatura dijo que iba a promover la imprescriptibilidad de los delitos de pederastia y después nos abandonó y nos traicionó porque le interesaba estar a bien con el Vaticano para sacar los restos de Franco", critica Hurtado.

Fue tras su reunión con el pianista James Rhodes en agosto de 2018 que el presidente del Gobierno se comprometió a promulgar una ley de protección de la infancia frente a la violencia. Sin embargo, de la imprescriptibilidad de la que se habló al inicio la ley prevé ahora que la prescripción del delito empiece a contar a partir de los 30 años: "Me preocupa su falta de ambición, los estudios científicos que se han hecho sitúan la edad media de denuncia en 44 años y con ésto la ley que plantea Iglesias no solucionaría el verdadero problema", afirma Hurtado.

El autor de El manual del silencio quiere que su libro se convierta en un "manifiesto antipederastia" en el que hacer entender que "para proteger a los niños hay que cambiar leyes, protocolos y cultura" y que los abusos a los niños "son un problema de salud pública y una vulneración de los derechos fundamentales de los niños".

Puntos de partida, según Hurtado, para conseguir cambiar de verdad las cosas: "En España se hace prevención de los abusos sexuales de desconocidos, pero la mayoría de los abusos los hace alguien del entorno. Por eso funcionan bien técnicas como la regla del bañador. Los niños tienen que saber que nadie puede tocarles en la parte del cuerpo que queda dentro del bañador y que si ocurre tienen que decírselo a sus padres, ya sea en ese momento o más adelante, pero tienen que decirlo".