Vida Sana

El coronavirus nos condena al invierno más duro en décadas

Un operario municipal realiza labores de desinfección a primera hora de este viernes en la ciudad de Orense.

Un operario municipal realiza labores de desinfección a primera hora de este viernes en la ciudad de Orense. Brais Lorenzo / EFE

El pasado jueves se registraron 155 muertos por Covid en España y el viernes 231. Dos números de una serie de cifras que hace menos de un año nos harían palidecer. 231 y 155 podrían ser la ocupación de pasajeros de dos aviones comerciales estrellados. La crisis del coronavirus ha hecho callo en nuestra sensibilidad, la perspectiva de los próximos meses no pinta bien, y todo apunta a que vamos a seguir poniendo a prueba nuestra tolerancia a los muertos.

Primero el ministro de Sanidad, Salvador Illa y, después, el presidente del Gobierno han avisado del duro invierno que tenemos por delante. A diferencia del pasado mes de marzo cuando Sánchez avisó de las “duras semanas” que íbamos a vivir, en su comparecencia del viernes, la dureza de la situación que tenemos por delante ha pasado a tener como marco temporal a los “meses”: “Ahora que entramos en el invierno, serán duros, muy duros”, remarcó. 

El verano que fallamos

“Que íbamos a tener un otoño y un invierno malo, lo sabíamos desde primavera, porque este virus se transmite mejor en temperaturas bajas. El problema no ha sido no prever que el otoño iba a ser duro sino creer que el verano sería bueno, ese ha sido el problema”, explica a El Independiente Salvador Macip, médico e investigador en la Universidad de Leicester (Reino Unido). 

Estamos entrando en la peor época del año con un número de casos elevadísimo".

Salvador Macip

Este fallo nos ha hecho perder la baza de llegar con la pandemia controlada antes de la bajada de las temperaturas. “Estamos entrando en la peor época del año con un número de casos elevadísimo. El truco era intentar mantener los casos bajos el verano para poder empezar los meses difíciles en las mejores condiciones y no ha sido así. Nos hemos relajado demasiado durante el verano, porque nos hemos confiado demasiado pensado que no pasaría nada. Hemos puesto  demasiado énfasis en lo de las temperaturas, pensando que las temperaturas altas nos protegerían, y es verdad, influyen, pero si haces vida normal e interacciones al máximo al final los contagios acaban subiendo”, afirma Macip.

Terraza de un bar en Burgos, que durante 14 días vivirá un cierre perimetral. Tomás Alonso / Europa Press

El frío, aliado del coronavirus

Si bien el calor no ha sido el aliado que esperamos, los expertos tienen claro que las bajas temperaturas sí que son aliadas del contagio. “Vienen meses malos por varios motivos, la temperatura es uno de ellos, con las temperaturas bajas aumenta el contagio”, asegura Macip. La otra razón es que el frío nos empuja a los espacios cerrados donde se producen los contagios con mayor facilidad. Así queda patente en el documento aprobado por la mayoría de las autoridades sanitarias del país el pasado jueves: Actuaciones de respuesta coordinada para el control de la transmisión de Covid-19.

Un documento que adapta nuestra la nueva normalidad a las evidencias científicas más recientes y entre las que destaca la asunción de la trasmisión aérea del coronavirus, que es la base científica que está detrás de cierres de locales y prohibiciones de uso de espacios interiores en momentos de mayor presencia del virus entre la población. “Según los datos disponibles en España sobre los principales ámbitos de transmisión de los brotes, casi una tercera parte de éstos se producen en el ámbito social, sobre todo en reuniones de familiares y amigos no convivientes y, en menor medida, en el ámbito laboral, principalmente en lugares cerrados, como puede ser en domicilios o espacios interiores”, se puede leer en el documento.

“El frío implica más tiempo en espacios cerrados, tenemos a los niños en el colegio, la gente trabajando.. es una suma de factores que hace que estemos ante unos meses complicados y es importante que seamos conscientes que los próximos meses los factores externos van a ser los peores del año, mucho peor que en verano. Es importante que se tomen las máximas medidas para cortar la expansión del coronavirus”, asegura. 

El continente empeora

Hace dos semana la viróloga Margarita del Val advertía que la situación de aparente control de la epidemia en España era engañosa, que los países europeos estaban empezando a empeorar porque se estaba notando la bajada de las temperaturas en el continente  y que España volvería a empeorar. Y así ha sido, la ligera caída de la curva de contagios de la semana pasada ya está al alza, de nuevo, y creciendo con fuerza en nuestro país.

“En Europa hay muchos países en muy poco espacio y cada uno toma medidas diferentes, creo que sería bueno tener una coordinación a nivel europeo que marcara directrices más claras de lo que hay que hacer, como, por ejemplo, a partir de qué número de casos hay que tomar medidas. En Gales han hecho un confinamiento total con 300 casos de incidencia y en Madrid estaban pensando si cerrar barrios con 1000 casos. Las líneas rojas están en lugares muy diferentes y creo que si hubiera un poco más de homogeneización sería más fácil controlar y evitar que el virus viaje de un lugar a otro porque las fronteras no están controladas”, mantiene Macip.

Un hombre camina este lunes por el paseo marítimo de A Coruña
Un hombre camina este lunes por el paseo marítimo de A Coruña, con la Torre de Hércules al fondo. EFE/ Cabalar

Proteger a los mayores y los otros enfermos

Desde principios de octubre los contagios han aumentado entre los mayores de 60 años, un incremento que va a aumentar la mortalidad de esta segunda ola que empezó teniendo una edad media de contagiados muy joven, pero que envejece paulatinamente según se va agravando la situación. Según el Instituto de Salud Carlos III, los mayores de 60 años suponen el 55% de los hospitalizados.

Los contagios entre los mayores de 60 años, son ya el 21% de los casos confirmados en nuestro país, se trata del mayor porcentaje registrado para ese grupo de edad de la segunda ola. Un peligro advertido por epidemiólogos estos meses atrás y que ya tiene su reflejo en el Sistema de Monitorización de la Mortalidad diaria (MoMo) que entre el 1 septiembre y el 19 octubre ha detectado un exceso de mortalidad en del 13,3% entre la población de 60 a 74 años y de un 18,2% en los mayores de 74 años. 

El epidemiólogo de la Universidad de Alcalá de Henares, Manuel Franco, advierte de la falta de atención de otras enfermedades crónicas “como la diabetes y el cáncer que estamos dejando de atender”. La atención del sistema sanitario concentrada en la covid en la primera ola se cobró un número indeterminado de fallecidos, personas que por no fueron a hospitales o no llamaron a urgencias por miedo al contagio. Uno de los indicadores que miden las autoridades sanitarias es la presión del Covid sobre el sistema sanitario, cuanto más elevada sea esta carga peor parados salen enfermos de otras dolencias. 

Sin vacuna a la vista

Pese al avanzado estado de investigación de muchas vacunas y por más deseadas que sean, no parece que la ola que estamos atravesando ahora pueda verse paliada por la vacuna. “En los próximos meses habrá que seguir con las medidas que tenemos hasta que haya un número suficiente de gente vacunada. Y si ocurre el desastre de que ninguna de las vacunas funcione, habría que seguir lidiando con el virus. Es difícil bregar con un virus que causa tantas muertes, en ese caso nos quedarían las terapias antivíricas, que es cierto que se están desarrollando algunas prometedoras, pero confío más en la vacuna porque con este tipo de terapias solo te proteges cuando la tomas”, asegura el virólogo Adolfo García-Sastre, codirector del Instituto de Salud Global y Patógenos Emergentes del Hospital Monte Sinaí de Nueva York (Informa Cristina Castro).

En el ámbito de la acción para atacar los contagios siempre queda un recurso que todos los políticos quieren evitar pero que está en el horizonte de todos los sanitarios y expertos del país. “Sabemos lo que se puede hacer para frenar los contagios, sino queda más remedio: quedarnos en casa. Es lo que queremos evitar, no cerrar colegios, no cerrar trabajos, etc, será el último recurso. Es difícil prever por dónde irá esta segunda ola, depende de  la acción de los gobiernos y de la acción de la gente, si reducimos el contacto social al máximo y los gobiernos meten más recursos, más PCR y confinamientos puntuales, quizá consigamos parar los casos, pero si no se hace nada no se sabe hasta cuando podemos alargar esta situación”, reflexiona Macip.

Sin vacuna a la vista, los casos al alza a comienzo del otoño y con largos meses de frío por delante las medidas sanitarias empiezan a elevar el tono. Negocios cerrados, ciudades confinadas, toques de queda y estados de alerta con restricciones de movilidad: el coronavirus nos condena al invierno más duro en décadas. “El confinamiento es un fracaso”, asegura Macip. La pregunta que se hacen muchos es si fracasaremos antes, durante o después de Navidad.

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