Vida Sana

No eres tú, es tu cerebro el que te pide patatas fritas porque no se olvida de ellas

Patatas fritas.

Patatas fritas. FLICKR

No eres tú, es tu cerebro el que te pide patatas fritas porque no se olvida de ellas. Y no sólo patatas fritas.

Barritas de chocolate, patatas fritas o de bolsa, ¿por qué es difícil ignorarlas? Científicos han demostrado que los alimentos con alto contenido en grasa y azúcar modifican nuestro cerebro: si se comen regularmente, aunque sean en pequeñas cantidades, el cerebro aprende a consumirlos en el futuro.

Detrás de esta investigación, que se publica en la revista Cell Metabolism, están científicos del Instituto Max Planck de Investigación del Metabolismo (Colonia, Alemania) y de la Universidad de Yale (Estados Unidos).

Partiendo de la hipótesis de que el cerebro aprende la preferencia por esos alimentos, los investigadores reclutaron a 82 voluntarios, de los que 49 -con normopeso- terminaron la intervención completa prevista en el ensayo, informa Efe.

Los dividieron en dos grupos. A uno de ellos, con 26 participantes, se les dio una vez al día y durante ocho semanas un pequeño pudin que contenía altos niveles de grasa y azúcar, además de su dieta normal.

Los otros 23 participantes recibieron un pudin que contenía el mismo número de calorías pero con menos grasa y azúcar.

Los investigadores midieron la actividad cerebral de los voluntarios antes y durante las ocho semanas y concluyeron que el consumo diario de un tentempié con alto contenido en grasa y azúcar altera los circuitos de recompensa en humanos y disminuye la preferencia por los alimentos bajos en grasa y azúcar.

La respuesta del cerebro a los alimentos ricos en grasas y azúcares aumentó considerablemente en el grupo que comió el pudin rico en azúcares y grasas después de ocho semanas

Así, según las observaciones, la respuesta del cerebro a los alimentos ricos en grasas y azúcares aumentó considerablemente en el grupo que comió el pudin rico en azúcares y grasas después de ocho semanas.

Esto activó especialmente el sistema dopaminérgico, la región del cerebro responsable de la motivación y la recompensa, explica un comunicado del citado instituto del Max Planck.

Las mediciones de la actividad cerebral mostraron que el cerebro se "reconfigura" a sí mismo mediante el consumo de patatas fritas y otros productos del estilo. "Subconscientemente aprende a preferir los alimentos gratificantes", detalla Marc Tittgemeyer, que dirigió el trabajo.

"A través de estos cambios en el cerebro, inconscientemente siempre preferiremos los alimentos que contienen mucha grasa y azúcar", subraya.

Durante el período de estudio, los participantes que consumieron el pudin con alto contenido en grasa y azúcar no ganaron más peso que los del grupo de control, y sus valores sanguíneos, como el azúcar o el colesterol, tampoco variaron. No obstante, los autores apuntan a la posibilidad de que otros factores metabólicos -no analizados- sí pudieran modificarse.

Las alteraciones cerebrales observadas fueron, según los autores, independientes de los cambios en el peso corporal y los parámetros metabólicos, lo que indica un efecto directo de los alimentos ricos en grasas y azúcares en las adaptaciones neuroconductuales, que podrían, en última instancia, aumentar el riesgo de comer en exceso e incrementar de peso.

Asimismo, los investigadores asumen que la preferencia por los alimentos azucarados y grasos continuaría una vez finalizado el estudio.

"Se crean nuevas conexiones en el cerebro y no se disuelven tan rápidamente. Al fin y al cabo, el objetivo del aprendizaje es que, una vez aprendido algo, no se olvide tan rápidamente", apunta Tittgemeyer. 

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