La obesidad es, al margen del Covid, la otra epidemia en aumento en todo el mundo. Mejorar la alimentación es un problema de salud pública que España se ha propuesto mejorar con una herramienta de información al consumidor que, sin embargo, ha encontrado el rechazo de muchos sectores.
Hablamos de Nutriscore, un sistema de etiquetado frontal de alimentos a modo de semáforo para valorar los productos en cinco categorías de la A a la D, de más a menos saludable. Su adopción en España la anunció en noviembre de 2018 el Ministerio de Sanidad dirigido entonces por María Luisa Carcedo, pero hasta ahora no se ha regulado. Y eso es lo que pretende hacer antes de que acabe el año el Ministerio de Consumo. El departamento de Garzón ha anunciado que el sistema seguirá siendo voluntario, porque es competencia de la Unión Europea su implantación obligatoria, pero sí se establecerán requisitos y se normalizará su uso por parte de las empresas.
El por qué este sistema ha generado tanto rechazo - desde parte de la industria a la Fundación Española del Corazón, y decenas de científicos y nutricionistas - se basa en varios motivos, desde su implantación precipitada a su falta de coherencia al puntuar productos (una bebida de cacao en polvo con un 77% azúcar puede tener una B mientras que el aceite de oliva virgen extra tiene una C).
Desde Consumo reconocen que "el sistema es mejorable" pero insisten en que "no hacer nada es absolutamente inaceptable" y creen que parte del rechazo al sistema procede de "una campaña brutal de grandes empresas, al margen de las deficiencias del sistema, porque no quieren que se aporte información clara y simplificada sobre sus productos".
A continuación, algunos conceptos para clarificar en qué consiste Nutriscore, sus pros y sus contras.
¿De dónde surge Nutriscore?
Este sistema de etiquetado fue desarrollado en 2005 por un equipo de investigación de Oxford y fue validado por la FSA (Food Standards Agency). También la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha valorado positivamente Nutriscore, como explica en su blog la doctora en Farmacia y nutricionista, Marián García (Boticaria García).
¿Qué países utilizan Nutriscore?
Este modelo está ya implantado en Francia, Alemania, Bélgica y Suiza. Otros países como Luxemburgo, Países Bajos y Austria también han anunciado que lo harán.
¿Cómo valora los alimentos?
La composición del producto se pone bajo el algoritmo que pondera los distintos componentes nutricionales. Las calorías, azúcares, sodio y grasas saturadas que tienen los alimentos por 100 gramos o mililitros y, del lado positivo, las proteínas, fibras y porcentaje de frutas, verduras, leguminosas y frutos secos.
¿Para qué sirve Nutriscore y para qué no, según sus defensores?
Desde el Ministerio de Consumo inciden en que Nutriscore sirve para comparar productos dentro de la misma categoría de consumo. Es decir, unos cereales con otros, pero no dos diferentes.
"No es objetivo de Nutriscore dictaminar qué productos deben componer la dieta, lo más saludable son los productos frescos y la mayoría no llevan Nutriscore", han explicado fuentes del Ministerio.
El riesgo de puntuar mejor un cacao en polvo que el aceite de oliva
El problema que suscita Nutriscore y que ha provocado muchas de las críticas es la nota que llevan algunos alimentos procesados frente a otros. Como compara Marián García, un batido de cacao puede tener una letra B mientras unos boquerones en aceite de oliva tienen la peor puntuación, una D.
Y es que en Nutriscore se puntúan, como explica detalladamente el químico Luis Jiménez, unos ingredientes con más influencia que otros. El azúcar, por ejemplo, penaliza menos que la sal o la grasa saturada, en la que un gramo "equivale" a casi cinco de azúcar. "¿Realmente se puede concluir eso de los estudios epidemiológicos? No podemos saberlo con seguridad, porque los autores no explican cómo han hecho estas extrapolaciones", explica en su blog.
Otra de las desventajas del sistema es que los productos que contienen un único ingrediente, como el aceite de oliva virgen extra, salen peor parados y esa ha sido la razón por la que el Ministerio de Consumo presionó y sigue presionando para que este producto sea mejor valorado por el algoritmo. De hecho, el Ministerio de Consumo planteó su exclusión del sistema despertando la envidia de otros productos como el queso o el jamón ibérico. Sin embargo, fuentes del Ministerio de Consumo explicaban este martes que la excepción del aceite no se extenderá a más productos: "No cederemos a la presión de los lobbies", han asegurado.
"Bueno pese a sus imperfecciones"
Entre quienes apoyan el sistema hay una larga lista de científicos, como el catedrático en Nutrición José María Ordovás, que junto a otros 88 científicos ha firmado un reciente manifiesto que apoya el sistema como "bueno pese a sus imperfecciones" y "ha demostrado en condiciones reales, su capacidad para influir favorablemente desde el punto de vista nutricional, las opciones alimentarias de los consumidores. Estudios de cohortes (incluyendo uno importante en España) con muestras extensas de varias decenas o cientos de miles de participantes seguidos durante varios años han demostrado que el consumo de alimentos bien clasificados en la escala de Nutri-Score se asoció con un menor riesgo de enfermedades crónicas (cáncer, enfermedades cardiovasculares, obesidad, …) y una menor mortalidad.
Entre esos estudios figura uno publicado en 2019 que estima que este tipo de etiquetado puede prevenir hasta un 3,4% de las enfermedades crónicas no transmisibles. La Revista Española de Nutrición Comunitaria también reflejó en 2017 una revisión de estudios a favor de Nutriscore en el que se afirmaba la mejora general de un 9,3% en la cesta de participantes según la escala de la FSA.
Organizaciones a favor y en contra
Entre las organizaciones que se han posicionado a favor de este sistema está la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS), que defiende, además, su implantación obligatoria. También otras sociedades científicas como la Sociedad Científica Española de Dietética y Nutrición (SEDYN), Centro Catalán de la Nutrición del Instituto de Estudios Catalanes (CCNIEC), Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN).
Están igualmente a favor algunas asociaciones de consumidores como la OCU o CECU y cadenas de distribución (Eroski, Caprabo, Carrefour, A lcampo, Lidl o Aldi) o algunas grandes empresas como Danone, Nestlé o Carretilla.
En contra del sistema se han posicionado otras sociedades científicas como la Fundación Española del Corazón - en línea con la Red Europea de Cardiología -, la Federación Española de Sociedades de Nutrición, Alimentación y Dietética (Fesnad) y otro grupo de 60 científicos, algunos de ellos del CSIC o el CIBEROBN, que han firmado un reciente manifiesto en el que alegan que "la herramienta no ha demostrado de forma fehaciente y con garantía científica que sea beneficiosa para la salud pública, ya que no hay evidencias de que reduzca el riesgo de sufrir las enfermedades que se trata de prevenir".
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