La curva que aplanamos con uno de los encierros más estrictos de Europa está levantándose de nuevo. Cada día que pasa los casos incrementan, el coronavirus gana terreno y se reproduce un esquema que ya nos es familiar: contagiados, enfermos hospitalizados, UCIs y muertos. Si no remite esta curva que ahora da sus primeros pasos, estaremos en la segunda ola de la COVID-19. Un escenario que era previsible se produjera en otoño, pero que puede haberse adelantado. El coronavirus no nos da cuartel así que las defensas vuelven a ser las mismas, nuestro sistema sanitario y sus profesionales.

Su estado de ánimo y su preparación contra el virus serán determinantes. Están cansados, tocados psicológicamente y enfadados con las administraciones de todo signo político que han sido incapaces de implementar un sistema de prevención a la altura de las necesidades y a la altura de su esfuerzo en la primera ola y del esfuerzo ciudadano durante el confinamiento. Tienen claro que no trabajan en el mejor sistema sanitario del mundo, pero se saben preparados como los mejores del mundo. De hecho que han aprendido a tratar mejor la enfermedad a diferencia de hace unos meses, es lo único positivo después de cuatro meses de pandemia.

Desgaste en todos los frentes 

Ángela Hernández, vicesecretaria general del sindicato médico AMYTS pasa revista a los distintos frentes contra la COVID para El Independiente. “La primera línea, que es donde llega el paciente con un posible COVID, está compuesta por tres niveles asistenciales, que son: atención primaria, el 112 y las urgencias hospitalarias. En estos tres niveles ya estábamos en una situación mala antes de la pandemia y los profesionales que trabajan en estos lugares ya estaban sobrecargados, especialmente en épocas como el invierno o el verano. Ya se vivía con mucha sobrecarga. No era una buena posición de partida, pero con la COVID-19 todo se desborda. La atención primaria en particular ha sufrido mucho porque es la que peores recursos de protección ha tenido durante la pandemia”.

Según esta médica, el frente de los hospitales no partía de una situación tan mala como la atención primaria. “Pero ha sufrido muchas pérdidas de pacientes, algo a lo que no estamos acostumbrados. Muchos fallecidos que han hecho que estuviéramos muy activos y funcionando muy intensamente, pero después, cuando ha pasado lo peor, se han quedado cansados. No es es el caso de los MIR a quienes todo esto que han visto y han vivido les ha llamado a  luchar porque las cosas mejoren y para que no vuelva a pasar nada parecido. Pero al personal de mediana y alta edad les veo muy cansados y con pocas esperanzas de que esto pueda cambiar”.

UCI del Hospital Infanta Sofía en San Sebastián de los Reyes (Madrid) E. Parra | EP

Se buscan enfermeras

“El personal de enfermería está en una situación de agotamiento, los meses duros fueron muy duros y psicológicamente también ha dejado huella, sobre todo los que han trabajado en la primera línea asistencial. La presión bajó pero se ha retomado la actividad que se dejó de hacer, en los hospitales se ha retomado la lista de espera quirúrgica, las consultas programadas, etc. En la Primaria la atención se está centrando en los crónicos que quedaron desatendidos en la pandemia y en el seguimiento de los casos, contactos y con recursos insuficientes”, explica Diego Ayuso, secretario general del Consejo General de Enfermería. 

Según los cálculos del Consejo General de Enfermería harían falta unos 10.000 efectivos de enfermería, para poder alcanzar la ratio de enfermeros por población media de Europa que es 8,5 por cada mil habitantes, ahora estamos en 5,5. Según esta organización para primaria se necesitan unas 3.000 y en los hospitales la situación está tan mal que “no hay enfermeras suficientes para cubrir las vacaciones de verano”.

Nos llaman desde la pública y de la privada pidiendo enfermeras y no tenemos. No hay graduados en enfermería en paro"

“Estamos en un momento de debilidad, partimos de una situación de agotamiento por un lado de los que han estado en primera línea, se tienen que ir de vacaciones porque además muchos han perdido días libres porque había mucho trabajo y cubrir bajas de infectados.  Pero el problema es que no tenemos el personal suficiente para sustituir. A esto hay que sumar los rebrotes y el incremento de hospitalizados”, añade.

Según Diego Ayuso hay comunidades que lo están llevando mejor, pero las que peor lo tienen son las regiones donde tuvo mayor impacto la pandemia. “Estas son las que más se tenían que haber reforzado y no se ha hecho. No se ha llegado. A nosotros nos llaman desde la pública y de la privada pidiendo enfermeras y no tenemos. No hay graduados en enfermería en paro”.

A esta situación se suma el hecho de que sigue habiendo fuga de enfermeras a otros países donde tienen mejores condiciones laborales y formativas. Es el caso de Noruega, país al que más se va, últimamente, este personal cualificado español. “No van a volver para una sustitución de tres meses”, asegura Ayuso.

Homenaje en el Hospital Severo Ochoa de Leganés a un enfermero fallecido por Covid-19. Ricardo Rubio - Europa Press

Tocados psicológicamente

Un 50% de los enfermeros que estuvieron en primera línea tiene ansiedad, un 25% insomnio, y un 40% tiene pensamientos recurrentes de lo que ha vivido. En los peores momentos de marzo y abril el sindicato de médicos AMYTS abrió una línea de atención psicológica a la que llamaban los facultativos. “Muchos se han enganchado al servicio y vamos viendo cómo entran en una fase nueva, su situación ha evolucionado”, asegura Ángel Luis Rodríguez, responsable del servicio de Salud Mental del sindicato.

El temor no es tanto si voy a enfermar o no, si no si voy a dar más de sí si ahora tengo que volver a IFEMA"

Según su experiencia los cuadros psicológicos de aquel momento eran de "mucha ansiedad porque no sabíamos a qué nos enfrentamos, había muchos sanitarios infectados, muchos muertos. Los síntomas eran claros de estrés, con mucho insomnio, problemas de alimentación, irritabilidad y miedo a llevar el virus a tus seres queridos". Ahora no hay tanto estrés, ni tanto miedo a enfermar y acabar en la UCI o morir. "Eso ha cambiado ahora detectamos un agotamiento emocional, relacionado con la falta de descanso y un estrés mantenido". Según este médico y psicoterapeuta esta situación tiene más que ver con la situación laboral, "no tenemos suplentes y tienes la sensación de que eres indispensable, que si tú no vas lo que tú no hagas lo tiene que hacer tu compañero. El temor no es tanto si voy a enfermar o no, si no si voy a dar más de sí si ahora tengo que volver a IFEMA o tengo que volver a ver a 50 pacientes al día".

La situación que reflejan los datos que maneja este sindicato es que muchos médicos tienen estrés postraumático que está aflorando ahora y que está causado por el momento agudo de la pandemia. "Los síntomas son revivir los momentos duros que pasaron anteriormente, tener pesadillas con personas fallecidas que trataron, estar nerviosos, alerta, irritables y con poca trasmisión de emociones a los seres queridos".  

Es raro que algún profesional no esté tomando  algún tipo de hipnótico, algún tipo de relajante o un antidepresivo"

También estamos viendo mucha sobremedicación, "es raro que algún profesional no esté tomando  algún tipo de hipnótico, algún tipo de relajante o un antidepresivo. Prácticamente todos, si no lo está tomando, lo ha tenido que tomar estos meses", asegura Rodríguez.

Unos vecinos, que viven en frente del hospital vizcaíno de Cruces, colocan una pancarta donde agradecen a los sanitarios su labor durante la pandemia. EFE

Una vocación en peligro

“Nosotros ya teníamos claro que no teníamos la mejor Sanidad del mundo, pero sí los mejores profesionales. Nuestra Sanidad se ha estado basando en el lomo y en el trabajo de los sanitarios y todos los que trabajan en sistema”, afirma el médico. Más de un cuarto de los médicos que han llamado a su servicio se ha planteado dejar la profesión. "Yo conozco varios casos que finalmente lo han hecho, han abandonado la medicina y se han ido sin nada".

Tanto los médicos como los enfermeros consultados acusan a los políticos de aprovecharse de su vocación, además de acusar a los políticos de haber permitido que haya fallado la prevención y que estemos al borde de una segunda ola por falta de rastreadores. Ángela Hernández considera que sí reciben el apoyo de los ciudadanos, "están agradecidos, pero los políticos se aprovechan de nuestra vocación para no dotar los niveles asistenciales de los recursos suficientes. Siempre cuentan con que vamos a responder, pase lo pase, y esta idea es la que está empezando a agotarse entre los profesionales".

A los sanitarios se les necesita, se cuenta con su vocación para que esto vaya adelante, pero no se les cuida"

Mónica García ha repartido su tiempo trabajando como médica y como diputada en la Asamblea de Madrid (Mas Madrid), sus discursos contra la mala gestión de la pandemia se han hecho virales en el colectivo durante estos meses y en la actualidad es la cabeza de lista de su formación política. Tiene claro lo que pasa entre sus dos profesiones. "La gente tiene desafección, los sanitarios son vocacionales y lo que provoca esta situación es una desafección con el sistema o empresa para el que se trabaja. Cada uno en su comunidad vive una situación diferente, pero hay un patrón común, se tira de la vocación de los profesionales y no se les cuida. Cuando ha llegado un pandemia y lo pasas mal, la brecha emocional se abre", afirma. 

"Si a todo esto le sumas precariedad e inestabilidad, la falta de oportunidades en investigación y formación ves que no hay un cuidado del sanitario desde la política. A los sanitarios se les necesita, se cuenta con su vocación para que esto vaya adelante, pero no se le cuida. Hay gente que lleva 15 años de interinidad y gente a la que se le hacen contratos cada 15 días. Esto es dejadez, porque cuesta lo mismo tener a una persona fija que 15 años de eventual. No se entiende por qué se hacen las oposiciones cada 5 años", denuncia.

Según la diputada "tenemos un problema de desmotivación de talentos, la gente se cansa de que todo salga a costa de tu propio esfuerzo sin ningún tipo de reconocimiento, que no tiene porque ser monetarios, pero sí de mejores herramientas, o posibilidades de formación", mantiene.

"Los médicos estamos agotados y vemos cómo se ha fracasado con la prevención, que no se han puesto los recursos necesarios después de vivir la pandemia arrolladora que hemos vivido. Hemos sido incapaces de poner rastreadores en las comunidades. Era el momento para poner los recursos en la base de la Sanidad y la Salud Pública y volvemos al hospitalcentrismo, hay que hacer una labor previa, y no la estamos haciendo. Y las epidemias van de esto", concluye.